Los datos surgen de un sondeo del Instituto de Estudio de Consumo Masivo (INDECOM) sobre el cierre del primer cuatrimestre anual. Argentina ocupa el último lugar en rendimiento proporcional entre salarios y poder adquisitivo de alimentos con 195 dólares. El valor de compra promedio en esa moneda es un 150% menor que el de Bolivia.
Costos y salarios
El informe comparó el salario básico actualizado, la inflación anual y en función de ello el poder de consumo. En relación a los mismos índices de los cinco países limítrofes Argentina ocupa el último lugar en rendimiento proporcional entre salarios y poder adquisitivo de alimentos. Miguel Calvete, director del Instituto, señaló que “si bien los valores de los alimentos en dólares son los más bajos de la región”, la ecuación se vuelve negativa porque la proporción que se puede comprar sobre el total del salario básico es muy baja.
El valor de una compra promedio en dólares en cada país expuso que Argentina tiene el costo más bajo por compra: 18,10 USD; casi la mitad que Uruguay, que registra 32,75 USD. Sin embargo, el poder adquisitivo es un 150%, por ejemplo, que Bolivia, dejando en claro que el rendimiento salarial es el problema. El índice anual inflacionario pone a Argentina en el primer lugar, con el 50,90%, quintuplicando al siguiente, que es Brasil con el 10,06%. En efecto, el desafío del gobierno nacional es encontrar un equilibrio entre los costos y los niveles salariales.
Caída general desde 2015
Las conclusiones del informe de INDECOM son aún peores si se considera que hasta el año 2015 Argentina era el país latinoamericano con el salario básico más alto. Es decir, no solo ocupar el último escalafón expresa debilidad macroeconómica, sino también el derrumbe que sufrió en tan solo siete años. De 546 USD se desplomó al actual valor 345 USD.
La gestión de Cambiemos tuvo un impacto muy negativo sobre el salario argentino, devalúandolo más del 50%. En diciembre de 2015 el promedio era cercano a 550 USD y en la asunción del Frente de Todos se ubicaba en 266 USD. Asimismo, desde que el peronismo asumió el gobierno el salario siguió devaluándose, pero con una tendencia menor.
Con la emergencia de la pandemia y la declaración del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), el Frente de Todos tomó una serie de determinaciones que influyeron en el poder salarial de los trabajadores. Con el retiro de la fuerza de trabajo durante los primeros noventa días, el salario se contrajo. Desde entonces, fue recuperándose de forma muy leve, registrando en la actualidad casi 350 USD.
Viejos desafíos
El Frente de Todos llegó al gobierno en las últimas elecciones presidenciales con la promesa de orientar el rumbo de su gestión hacia la producción y el trabajo y no la renta agraria y financiera. El conflicto actual en el gobierno entre el ala kirchnerista y el círculo económico más cercano al presidente está ordenado por un eje: la transferencia de ingresos de los trabajadores a la renta.
Si bien en el último mandato de Cristina Fernández de Kirchner la inflación ya representaba un serio problema, fue durante el gobierno de Cambiemos y la actual gestión que la inflación escaló de forma descomunal, alcanzando picos mayores al 50% en distintos momentos. En ese sentido, con la derrota legislativa en las PASO del año pasado, luego de una cruenta interna, el gobierno decidió tomar cartas en el asunto. De esta forma, incorporó a Roberto Feletti en el cargo de secretario de Comercio Interior.
De extracción kirchnerista, Feletti concibe a la inflación como un fenómeno multicausal y pone el acento en la influencia de los monopolios y oligopolios. Desde octubre, su gestión se orientó a disciplinar a las grandes cadenas empresariales y fortalecer la histórica política de Precios Cuidados con el propósito de “cuidar la mesa de los argentinos”. Con relativo éxito, el secretario pudo aliviar la inflación en productos sensibles como la carne a fines del 2021, pero el conjunto de la canasta básica siguió su curso inflacionario, golpeando los bolsillos de los más vulnerables.
A fines de marzo el presidente Alberto Fernández le “declaró la guerra” a la inflación, pero el problema solo se agravó. De hecho, la inflación de marzo registró el índice mensual más alto de los últimos treinta años: 6,7%. Si bien funcionarios del gabinete lo relacionan con el impacto económico del conflicto bélico en Ucrania, la realidad es que el aumento inflacionario era una tendencia ya marcada.
Nuevos horizontes
Nota al Pie consultó a Calvete sobre el conflicto que afronta el gobierno en este tema y las perspectivas que se despliegan de cara al futuro. “En Argentina hay deformadores de precios, por ejemplo quienes proveen insumos. El 50% de lo que consumimos lo producen 36 multinacionales en alimentos, higiene, etcétera” explicó el director del INDECOM. “Son sectores muy complejos donde el Estado tiene que intervenir estimulando la competencia, generando nuevos actores de la economía, porque es la mejor herramienta para luchar contra la inflación y hoy eso no existe”.
Calvete describió semejante vulnerabilidad diciendo que “si vas a una góndola y ves diez marcas de harina, pertenecen a 4 compañías. En la misma góndola en Uruguay o Chile, no siendo productores de trigo, encontramos que de esas diez marcas, ocho pertenecen a distintas compañías”. La oferta amplia debilita la concentración. Según Calvete, el gobierno debe apuntar ahí porque es su asignatura pendiente en comercio.
A su vez, planteó que el país debe hacer una reforma fiscal y tributaria, sobre todo para las pymes. Y es necesario que se realice lo antes posible porque es fundamental para que puedan ser competitivas. En la misma línea añadió que un acuerdo de precios y salarios también fortalecería ese horizonte. Una medida tal generaría previsibilidad en los sectores de la economía y particularmente a la industria, “que es la principal generadora de trabajo”.