Una obra mágica en el nuevo Teatro del Pueblo (Lavalle 3636, CABA), que sorprende al espectador desde el año pasado. La Princesa Rusa, con dramaturgia de Juan Ignacio Fernández, más la eficiente dirección de Julieta Abriola, es un abanico de recuerdos y secretos transportan a la platea a una villa balnearia, donde una sencilla pero cautivante trama invita a un sinfín de emociones y reinventar un final posible.
Con interesantes y destacables interpretaciones y una música original que acompaña, la cita será todos los domingos a las 21:30 h, en una segunda temporada de ilimitada convocatoria.
Una obra que incita a usar la imaginación
El título puede confundir en un principio al visitante, quien de seguro se espera la presencia de una integrante de una heredera de una corona es escena. Más eso nunca sucederá, por el contrario el espectador se encontrará con una historia que al simple análisis resulte sencilla pero de una profundidad y cuota de poesía sublime. El disparador es el regreso de un joven, su novia y una hermanastra a una casona cercana al mar. Este atractivo lugar no es solo la casa de su madre, sino un refugio para escritores en invierno, administrado por esta última desde hace décadas. Un espacio que incita a soltar la imaginación y crear genialidades literarias.
Un equipo teatral para destacar
Lo primero que llama la atención al ingresar a una de las nuevas salas del nuevo Teatro del Pueblo, es la escenografía en escena. Valentina Remenik su creadora con ingenio y muy poco material, logró que su fachada de madera y colores tenues representen un paraje realista frente al mar. La cuidada iluminación de Leandro Crocco, más una perfecta composición musical de Maxi Rodas son el marco perfecto para que la trama fluya, con una dinámica que no decae en casi una hora de encanto interpretativo.
El grupo actoral es muy heterogéneo, no solo en edad sino en su performance. Agustina Sconochini compone un exquisito personaje juvenil y totalmente verborrágico, lleno de ingenuidad y frescura. Carolina Tejada, como María la madre y la dueña del pequeño hotel logra una composición hechizante e impecable. Jesús Catalino, como Ismael, este joven de sueños secretos, quien suma misterio a la puesta. Sus compañeros de reparto Aldo Alessandrini, Tamara Belenky y Julián Marcove, también están muy bien, con momentos de equilibrio entre el drama y pinceladas de comicidad. De total entrega en las tablas, una experiencia diferente, impregnada de genialidad poética.