Hoy, 28 de mayo, se celebra el día de los jardines infantiles en conmemoración de Rosario Vera Peñaloza, la fundadora del primer jardín de infantes en Argentina. En el marco de esta fecha, es importante discutir las representaciones asociadas a la imagen de la maestra jardinera
En un principio, la carrera de educación inicial tenía una duración de 2 años y medio. “Se pensaba que la maestra jardinera no necesitaba demasiados estudios. Con que supieras cortar, dibujar bien, cantaras lindo y tuvieras una sonrisa era suficiente… Se generaba cierta mimetización con les niñes. Por eso tenías que ser joven también”, explica Ana Deibe, directora de nivel inicial y militante feminista de la colectivA Mujeres de Artes Tomar (MAT).
Con respecto a los estereotipos de la maestra jardinera, Deibe señala que muchas veces se piensa que por ser jóvenes “tienen paciencia, les gustan los chicos, les gusta jugar”. En ese sentido, explica que si bien el juego es una herramienta fundamental para el aprendizaje en las infancias, no es lo único que se trabaja. “Ser docente del nivel inicial es mucho más que eso: es estimular, socializar, fortalecer la personalidad de los niños y de las niñas, darles herramientas ante la vida”, explica.
Otra cuestión muy arraigada en el imaginario social está vinculada a la idea de la docente de nivel inicial como segunda mamá y del jardín como segundo hogar. En tal sentido, Deibe dice “nosotras acompañamos, pero la crianza se hace en casa. Yo soy mamá en mi casa, en la escuela soy docente”.
El feminismo también está en las escuelas
Esta última cuestión resume la mayor problemática vinculada a los estereotipos de maestra jardinera. La concepción de la educación inicial íntegramente como una tarea de cuidado, y a estas como actividades reservadas a la feminidades, no sólo genera una desprofesionalización de la carrera, sino que imposibilita el acceso de docentes varones. El machismo no sólo afecta a las mujeres, sino también limita a los hombres que son obligados a permanecer dentro de los parámetros de la masculinidad hegemónica.
“Me crucé con pocos docentes varones de nivel inicial. Creo que ellos no eligen la carrera porque está muy asociada a los estereotipos femeninos de los cuidados y de la atención primaria. Sí hay más profes de Música o de Educación Física, pero alrededor de ellos también pesa el miedo a los abusos”, explica Deibe.
Sin embargo, el feminismo se ha filtrado en todos y en cada uno de los espacios de la vida social. Y la educación no es la excepción. Las escuelas también han sido parte de un proceso de deconstrucción.
ESI y perspectiva de género
“Después de 25 años de docencia te puedo decir que no estamos en el mismo lugar. Esto tiene mucho que ver con la ESI (Educación Sexual Integral) y con la posibilidad de romper con mandatos y estereotipos que estaban muy instalados. Y también con una perspectiva de género que nos permite discutir estas creencias. El nivel inicial es uno de los que más se fue modificando, a mi entender”, asegura Deibe.
Destaca, además, la importancia de la perspectiva de género y de la enseñanza de la ESI para seguir rompiendo con los estereotipos. “Tenemos que dejar de pensar que porque son chiquites no se puede hablar de diversidad o trabajar sobre la inclusión, la discriminación, esto de que los juguetes no tienen sexo. Tenemos que trabajar sobre cuál es el mensaje que queremos transmitirle a las infancias”, asegura.
Para concluir asegura que, como dice Susy Shock, “otra humanidad es posible”. Y para eso “tenemos que derribar los estereotipos, deconstruir mandatos sociales y transformar la realidad de manera empática… ¡vamos por buen camino!”.