
En la ciudad brasileña de Belém, en el marco de la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático de la United Nations, doce naciones firmaron el miércoles una apuesta diplomática inédita: la “Iniciativa Global por la Integridad de la Información sobre el Cambio Climático”.
El acuerdo conecta la lucha contra la difusión de contenido falso sobre el clima, como por ejemplo campañas en redes que niegan el impacto humano en el calentamiento global, con la necesidad de proteger a periodistas y científicos que advierten sobre la crisis y son víctimas de hostigamiento.
El documento, impulsado por el gobierno de Brasil junto a la UNESCO, insta a implementar “medidas concretas para combatir el contenido falso en línea” y a “poner fin a los ataques deliberados contra periodistas ambientales, científicos e investigadores”.
Esta doble orientación —informar correctamente y proteger a quienes informan— marca un giro significativo en la estrategia global frente al cambio climático, que hasta ahora se había centrado casi exclusivamente en emisiones, financiamiento y tecnologías.
Una declaración inédita que amplía la agenda climática
Los países firmantes —Brasil, Canadá, Chile, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, España, Suecia, Uruguay, Países Bajos y Bélgica— se comprometieron no sólo a respaldar el texto sino a abrir un espacio multilateral para cooperación entre gobiernos, sociedad civil, academia y sector privado.
Este tipo de coalición amplía el espectro de acción: por ejemplo, podría traducirse en alianzas entre universidades que trabajan en clima y plataformas digitales que luchan contra bots de desinformación. Una de las novedades de esta declaración es que la integridad informativa se incorpora como tema concreto dentro de la agenda de la COP30.
Según João Brant, secretario de Políticas Digitales del gobierno brasileño, “esta es la primera COP que coloca la integridad de la información como tema de la agenda de acción… y también entra en el proceso de negociación”. Con esto, por primera vez los delegados del clima debatirán no solo sobre emisiones o financiamiento, sino sobre quién comunica, cómo y bajo qué condiciones.
Desafíos y oportunidades para América Latina
La medida llega en un momento en que la desinformación climática —como negar la influencia humana, difundir datos manipulados o silenciar advertencias científicas— se considera un freno serio al avance de políticas efectivas. La declaratoria lo reconoce y pone en marcha un mecanismo global para coordinar acciones, intercambiar buenas prácticas y proteger la integridad del debate público sobre la crisis del clima.
Sin embargo, los desafíos también son enormes. Traducir un compromiso firmado en Belém en leyes nacionales, en plataformas digitales responsabilizadas y en culturas de transparencia requerirá tiempo y voluntad política constante. Como apuntan los convocantes, “unir fuerzas para actuar con urgencia” es clave.
En ese sentido, la declaración podría dar forma a futuras políticas: desde estándares internacionales para verificar contenidos, hasta protocolos de protección para científicos que sufren amenazas por publicar sus resultados.
Para América Latina, la iniciativa abre una ventana de oportunidad. Países como Chile y Uruguay, ya firmantes, pueden ahora impulsar normativas regionales que combinen ciencia climática con reformas mediáticas. América Latina vive de primera mano los efectos del cambio climático, y controlar la narrativa puede resultar tan importante como controlar las emisiones.

