
Los celulares y las redes sociales son parte de la vida de casi todos los adolescentes. A través de ellos se informan, expresan, entretienen y también construyen quiénes son. Sin embargo, es sabido que estos espacios virtuales también pueden impactar de forma negativa exponiéndolos a presiones, discursos violentos, relaciones de poder desiguales, entre otras cosas.
Dos series estrenadas este año, Adolescencia y Atrapados, abordan esta cuestión con claridad. Aunque son ficciones, están inspiradas en situaciones reales que afectan a miles de menores de edad.
La búsqueda de pertenencia y los riesgos de las redes
Adolescencia aborda cómo las redes sociales influyen en la manera en que los jóvenes se ven a sí mismos, se vinculan y eligen mostrarse. Entre los temas que atraviesa está la identidad digital, esa construcción de una imagen online que no siempre coincide con lo que una persona realmente siente o es.
También expone la manosfera, una red de espacios digitales donde se promueven discursos misóginos, machistas y violentos. En ese universo aparece la figura de los incels, es decir, varones jóvenes que culpan a las mujeres por su soledad y canalizan su frustración en comunidades que refuerzan el odio hacia el género femenino y el aislamiento.
Por su parte, Atrapados propone un relato con tintes de suspenso: un grupo de adolescentes queda involucrado en un juego online que pone en riesgo su intimidad y su seguridad. Allí emergen problemáticas como el grooming, la manipulación digital de una persona adulta hacia un/a menor, y la exposición digital: imágenes o datos compartidos sin medir consecuencias, muchas veces bajo presión o engaño.
El desafío de acompañar sin invadir la privacidad
Otro punto en común entre estas ficciones es la premisa de que crecer en la era digital no es fácil, y es necesaria que los adultos estén atentos a cómo los niños y adolescentes utilizan las redes. En un entorno de sobreexposición, mandatos de éxito, estereotipos inalcanzables y desafíos virales, las adolescencias buscan pertenecer, destacar o simplemente no quedar afuera.
Para muchos adultos, ese mundo digital puede parecer ajeno o incomprensible. Pero lo que plantean estas producciones no es controlar o prohibir, sino estar presentes mediantes preguntas y una escucha activa para generar confianza.
Las redes pueden ser espacios de creatividad, amistad, aprendizaje y libertad. Pero también pueden volverse escenarios de violencia simbólica, manipulación o soledad. Por eso es clave entender que el impacto de lo digital es real, y que acompañar es tan urgente como necesario.