
Un estudio de la Universidad de Texas reveló cómo el uso constante de internet móvil afecta la salud mental y la percepción del tiempo. Durante un mes, les científicos llevaron a cabo un experimento con 467 participantes, a quienes dividieron en dos grupos: uno debía bloquear completamente el acceso a internet móvil en sus smartphones durante dos semanas, mientras que el otro grupo mantenía su uso habitual.
El teléfono suena. Una notificación aparece. Un correo llega. Una alerta de Instagram. Un mensaje de WhatsApp. Así transcurren los días, en una constante interrupción digital que mantiene a las personas conectadas de forma permanente. Pero, ¿qué pasaría si se apagaran los celulares por un momento? ¿Qué pasaría con el tiempo, la atención y el bienestar?
Los resultados fueron claros: quienes bloquearon el internet móvil experimentaron mejoras significativas en su bienestar subjetivo, salud mental y capacidad de atención sostenida.
“Los efectos positivos del experimento fueron mayores que los de algunos antidepresivos comunes y equivalentes a rejuvenecer mentalmente unos 10 años en términos de capacidad de atención”, señala el estudio.
Sobre esto reflexionó la periodista Irina Sternik en su newsletter. “El scroll infinito nos lleva a desperdiciar horas y horas en el celular. La solución que encontró Titonet es limitar el uso de celular y destinarle sólo 1.45 horas por día en total”, escribió.
Esto no es sólo una cuestión personal, sino que existe suficiente evidencia para regular, por ejemplo, el uso de celulares en escuelas. En ese sentido, en algunas partes del mundo comienzan a tomar medidas, como sucedió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con la prohibición de su uso en las aulas.
¿Qué pasa cuando se apaga el celular?
El estudio además reveló que cuando las personas no acceden constantemente a internet móvil:
- Socializaban más en persona: las interacciones cara a cara aumentaron significativamente.
- Hacían más ejercicio físico: el tiempo dedicado a la actividad física se incrementó.
- Pasaban más tiempo en la naturaleza: mayor conexión con entornos naturales.
- Dormían mejor: mejora en la calidad y cantidad de sueño.
- Sentían mayor autocontrol: reducción de la sensación de adicción a la tecnología.
Estos cambios en los hábitos diarios fueron los principales responsables de las mejoras en el bienestar mental de los participantes. En este sentido, este hallazgo resulta clave ante el incremento de trastornos de ansiedad y estrés que presenta la población en general.
La paradoja del tiempo en la era digital
Otro dato interesante que arrojó el estudio es que el 90% de las personas adultas en Estados Unidos posee un smartphone y pasa un promedio de 4.6 horas diarias en estos dispositivos. Este tiempo, que equivale a casi un tercio de nuestras horas de vigilia, termina por dar la sensación de estar siempre ocupades.
Sin embargo, el estudio demostró algo contraintuitivo: cuando las personas bloquearon el internet móvil, sintieron que tenían más tiempo, no menos.
“La desconexión digital parece expandir nuestra percepción del tiempo disponible. Es como si recuperáramos horas que antes se perdían en el desplazamiento infinito por redes sociales y aplicaciones”, explica una de las investigadoras.
Los números que deberían preocuparnos
Por otro lado, la investigación arrojó datos reveladores sobre la relación que tienen las personas con los smartphones:
- El 80% de las personas menores de 30 años cree que usa demasiado su teléfono.
- La mitad de quienes usan smartphones se preocupa por su dependencia del dispositivo.
- El uso prolongado de smartphones está correlacionado con peor salud mental, menor bienestar subjetivo y menor capacidad de atención.
Y lo más importante: el 91% de quienes participaron en el experimento mejoró en al menos uno de los aspectos medidos (bienestar, salud mental o atención) tras las dos semanas de bloqueo del internet móvil.
¿Cómo aplicar estos hallazgos a la vida diaria?
Según esta investigación, se puede comenzar estableciendo horarios específicos libres de internet móvil durante el día, momentos en los que se deja el dispositivo en modo avión o simplemente apagar los datos.
También resulta efectivo crear “zonas libres de teléfono” en el hogar, como el dormitorio o el comedor, donde no se utilicen los celulares y, así, fomentar la desconexión y la comunicación familiar.
Además el estudio enfatiza en la importancia de priorizar actividades del “mundo real”, por lo que reservar tiempo específico para socializar en persona, hacer ejercicio o disfrutar de la naturaleza puede contrarrestar los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos. Las herramientas de bienestar digital integradas en la mayoría de smartphones actuales pueden ayudar a monitorear y establecer límites saludables de tiempo de pantalla.
Los expertos recomiendan practicar una desconexión gradual: comenzando con periodos cortos de una o dos horas sin internet móvil e incrementando progresivamente este tiempo. Este enfoque permite al cerebro adaptarse adapte gradualmente y reduce la ansiedad asociada con estar desconectados.
El futuro de la relación con la tecnología
Este estudio plantea importantes reflexiones sobre cómo equilibrar los beneficios de la conectividad constante con sus potenciales efectos negativos en la salud mental y bienestar.
“No estamos sugiriendo que los smartphones sean inherentemente dañinos”, aclara la investigación. “Más bien, proponemos que la forma actual en que los utilizamos —con conexión permanente e interrupciones constantes— puede no ser la óptima para nuestro bienestar psicológico”.
En un mundo donde la tecnología avanza más rápido que la comprensión de sus efectos, estos hallazgos invitan a reconsiderar qué relación se tiene con los dispositivos digitales y a encontrar un equilibrio más saludable. Sobre todo si se tiene en cuenta el aumento de depresión, ansiedad y estrés.