¿Qué investiga la ciencia argentina? ¿Existen sesgos sexistas en la producción de conocimiento? ¿Quiénes estudian y en qué condiciones lo hacen? Estas cuestiones se trataron en el conversatorio “Desandar el sexismo en la investigación científica”, que ofreció el Centro de Investigaciones Ópticas (CIOP) de la capital bonaerense.
El organismo perteneciente al CONICET, la Universidad Nacional de La Plata y la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), brinda charlas en las que invita a repensar el modo de investigar. En este caso, el análisis estuvo a cargo de Mabel Alicia Campagnoli, doctora en Filosofía y especialista en Estudios de Género, e Irma Colanzi, doctora en Ciencias Sociales, psicóloga y sexóloga.
La actividad tuvo lugar el viernes por la tarde, en la sede del organismo que se ubica en Camino Centenario y 508. Allí, un aula repleta de asistentes que se dedican a la investigación escucharon a las expertas y reflexionaron sobre cómo el sexismo atraviesa el trabajo en las ciencias exactas.
“Seguir caminando”: sostener el problema del sexismo en la ciencia
Irma Colanzi trajo a colación este concepto de la artista brasileña Lygia Clark. De esta forma, planteó la necesidad de sostener el problema de la construcción de un objeto de investigación desde una mirada transfeminista, para desarmar la respuesta patriarcal en el campo científico.
La especialista nombró alguna de las formas en las que se manifiesta el sexismo en la ciencia. Entre ellas, la utilización de una agenda que se centra en problemáticas hegemónicas, sin contemplar la situación de otras identidades más allá de lo masculino. En ese sentido, ejemplificó con investigaciones en cardiopatía que demostraron que hasta los instrumentos quirúrgicos se diseñan para hombres.
También la división de temas de investigación según el género, siempre desde una perspectiva binaria. Es decir, ¿que se espera que estudien las mujeres? ¿Y los hombres? Además, destacó que a veces se invisibiliza lo que sucede en el sur global.
En esta línea, aseguró que “seguir caminando” implica una “ética de la valentía”. Dicha perspectiva permitirá visibilizar la historia de las mujeres en las ciencias, criticar su ideal tradicional y ampliar la agenda.
A su vez, posibilitará cuestionar la noción de valor en las disciplinas. “El criterio de cientificidad y objetividad es cuestionado por las epistemólogas feministas con el fin de develar la intencionalidad en la construcción del hecho”, agregó.
Colanzi puso el foco en el “derecho al autocuidado” de les investigadores. ¿Cómo se conjuga en el trabajo de campo? Se preguntó cómo desarrollar la función cuando las científicas son “multitareas”: aparte de la escritura se le suman otros trabajos, más los que se desarrollan en el hogar.
Por último, consideró las relaciones de poder en la producción científica. Compartió que a medida que avanza la edad de las investigadoras, más frecuente es que decidan discontinuar un proceso de tesis. Y que, en relación al género, las mujeres prefieren una dirección de tesis que priorice el acompañamiento a la expertise científica, mientras que los varones que investigan eligen directores por su prestigio o vínculo con la temática.
Sexismo en la ciencia: del paper a CQC
“Me intimidan las miradas de las autoridades, que dialogan simbólicamente”, afirmó entre risas Mabel Campagnoli al comenzar su oratoria. Se refería a los cuadros que cuelgan en una de las paredes del salón, con el retrato de todos los directores del CIOP. Hombres en su totalidad.
La especialista retrotrajo las experiencias que se estudian en el campo de las ciencias sociales con perspectiva de género a lo que sucede en el laboratorio. Por eso, hizo hincapié en la construcción del objeto de la investigación.
Para ejemplificar, compartió el detrás de escena del paper “Fijación de los ojos indican si los hombres prefieren bustos o trasero femeninos”. El mismo se publicó en la revista Archivos de conducta sexual. La publicación oficial de la Academia de Investigación Sexual Internacional.
Si el nombre del estudio escandaliza, el trasfondo es aún peor. Se trata de un trabajo de 2012 a cargo de Mariano Sigman, que en ese momento era el Director de Neurociencia de la Universidad de Buenos Aires.
Campagnoli compartió con el público un fragmento del programa televisivo CQC, en el que Sigman mostraba el método de investigación. Se mostraba a algunos hombres imágenes hipersexualizadas de cuerpos femeninos, para determinar según la trayectoria de la mirada si eran “culeros” o “teteros”. En la nota, hasta participa del ejercicio el ex jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman.
“En el paper no podes dilucidar qué corpus brindaron para la investigación”, alertó Campagnoli como primera cuestión. “Feministas en ciencias interpelaron en ese momento a Sigman, que dijo que nunca se corrió del método científico”, ilustró.
“Pero él eligió construir el problema y armar el corpus desde esa concepción de la conducta sexual, fueron decisiones del equipo de investigación en donde valores no epistémicos están en juego”, continuó.
La filósofa destacó que la relevancia de este ejemplo consta en que es un estudio en laboratorio que considera que no requiere reflexividad. Sin embargo, es necesario repensar el juego del adentro y el afuera en quienes investigan, qué significa producir conocimiento y desde qué concepción de la realidad.
Por último, la especialista no pudo dejar de nombrar la avanzada conservadora contemporánea, que considera a todo lo que sale de la lógica binaria como ideología de género, y por ende como algo malo.