Este miércoles se reportaron enfrentamientos en N’djamena, capital de Chad, y se registró un corte total del suministro del servicio de internet nacional. La sublevación fue fruto de la coordinación de un reducido sector de las Fuerzas Armadas y un grupo armado, quienes intentaron tomar los servicios de inteligencia del país, según fuentes gubernamentales.
Nota al Pie analiza la maniobra desestabilizadora en el país africano en clave geopolítica, tomando de referencia la convulsión político-militar en el Sahel, el retroceso de Francia y los intereses de las potencias internacionales y regionales.
Crisis en Chad
A propósito de la serie de crisis políticas que se despliegan en diferentes naciones de la región del Sahel, Chad asiste a un escenario desestabilizador en el que un grupo político-militar y otro minúsculo de sus propias fuerzas armadas intentaron tomar el poder por asalto.
En ese marco, militantes del Partido Socialista sin Fronteras (PSF) atacaron la sede central de la Agencia Nacional de Seguridad del Estado con el fin de rescatar a un nacional que fue detenido bajo la acusación de intento de asesinanato del presidente del Tribunal Supremo, Samir Adam Annour.
No obstante, se especula que un sector rebelde cooperó debido a la magnitud del asalto y la limitación material del grupo político de izquierda. A modo de reacción, el Gobierno los responsabilizó y el sector leal al presidente, Mahamat Déby, atacó con artillería la sede del PSF, que quedó en ruinas.
Además, los medios de comunicación chadianos plantean que Yaya Dillo, cabeza del partido político y único opositor a Deby para las próximas elecciones en mayo, fue asesinado en el ataque. Paradójicamente, el corte del servicio nacional de internet genera mayores niveles de incertidumbre sobre su situación interna.
Déby, una familia leal a Francia
Desde 2021, Chad está gobernado por Mahamat Déby Itno, hijo del ex presidente Idriss Déby y principal socio político de Francia en la región del Sahel. Idriss gobernó durante 31 años y fue quien elevó la coordinación política con París, a tal punto que existe una fuerte presencia militar del país europeo en Chad.
Férreo en su lucha contra el yihadismo islámico, Déby profesionalizó al Ejército chadiense a expensas de la protección francesa. Luego de independizarse de Francia en 1960 y sufrir una guerra civil que enfrentó a los musulmanes minoritarios del norte con los católicos mayoritarios del sur, Déby ganó influencia política en el gobierno hasta hacerse con el poder en 1990.
Sin embargo, en 2021 Idriss Déby perdió la vida en el frente de combate contra el yihadismo del ISIS, desde Libia, y de los nigerianos de Boko Haram. En aquel entonces, el jefe del Estado Mayor, Azem Bermandoa Agouna, informó su muerte mediante un comunicado que conmocionó al país y transmitió que su hijo Mahatma lo sucedería.
“Francia perdió a un amigo valiente”, expresó la oficina del presidente Emmanuel Macron apenas se conoció la noticia de la muerte de Déby. “Expresa su fuerte apego a la estabilidad e integridad territorial de Chad”, ratificó el Gobierno Nacional francés, deslizando la preocupación por la situación política en la nación africana.
Macron, entre conflictos internos y una ambición belicista desesperada
En efecto, la crisis política en Chad representa un problema de orden geopolítico para París si se tiene en cuenta que la nación africana era el último bastión de control francés de la Alianza G5 del Sahel.
Este mecanismo, fundado en 2014 e integrado por Malí, Burkina Faso, Níger, Mauritania y Chad, funcionó sobre todo como un espacio de coordinación para resolver asuntos de seguridad e infraestructura.
La rebelión de la Alianza de Estados del Sahel (AES), que acaba de reconfigurarse como Confederación de Estados del Sahel revirtiendo la influencia monetaria del marco, ya había debilitado la influencia francesa.
El golpe al régimen de Déby en Chad pone en riesgo el último vaso comunicante que París mantiene sobre la región luego de los procesos de desintegración de los espacios que supo conducir.
Macron es testigo de los niveles de coordinación entre naciones africanas y países como Rusia, China y Turquía, que se elevaron de la aproximación a la asociación estratégica en el plano militar, comercial, productivo e incluso cultural.
El acelerado declive de Francia en el continente no puede explicarse sin superponerlo con cómo se afianzaron las relaciones de naciones africanas con el esquema del Multipolarismo Pluriversal.
El conflicto en Chad no solo compromete su influencia, sino que también genera una imagen de debilidad en una coyuntura en la que Macron se lanza a reforzar el frente europeo en Ucrania. “No podemos descartar nada”, expresó el mandatario francés al ser consultado sobre el envío de tropas a Kiev tras la reunión entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE).
El pronunciamiento de Macron fue repudiado por decenas de países occidentales. Una controversial declaración que también eleva la conflictividad local sin resolver los que mantiene con los agricultores franceses, que aprovecharon la ocasión para cuestionar que le haya ofrecido dinero a Ucrania pero a ellos “migajas”.