La Cámara de Representantes de Estados Unidos, cuya mayoría es republicana, votó a favor de formalizar una investigación de juicio político contra el presidente Joseph Biden.
Aún así, legisladores del Partido Republicano aclararon que haber aprobado la instancia de investigación no expresa que se avance en el propio juicio. Nota al Pie analiza las razones del acontecimiento político, sus alcances geopolíticos y la disputa al interior de la élite norteamericana.
Luego de que la Casa Blanca le anticipara a las tres comisiones del Congreso que se encuentran al frente de la investigación que cualquier citación no prosperaría sin legitimidad parlamentaria, la Cámara de Representantes aprobó la resolución con una votación de 221 a 212.
Resulta llamativo que todos los representantes republicanos sufragaron a favor de formalizar la investigación, incluido Ken Buck, quien se había manifestado en contra de la iniciativa. Incluso los legisladores más escépticos con la propuesta cerraron filas cuando se inició el debate en el Congreso.
Juicio político a Biden
La votación sucedió luego de que Hunter Biden, hijo del presidente, desafiara la citación del investigador republicano para testificar a puerta cerrada y reiterara que está dispuesto a declarar públicamente en el marco del proceso.
No obstante, los propios legisladores republicanos le bajaron la tensión al asunto dejando en claro que no necesariamente la aprobación decante en el juicio político. “No es un cálculo político. Estamos siguiendo la ley y somos el equipo del estado de derecho y voy a cumplir con eso”, expresó Mike Johnson.
“Votar a favor de una investigación de juicio político no equivale a un juicio político”, agregó con cautela Tom Emmer, republicano de Minnesota y líder de la mayoría en la Cámara de Representantes.
El expresidente de la cámara, Kevin McCarthy, fue quien alentó la investigación en septiembre. Reunió información acudiendo al Departamento de Justicia y del Servicio de Impuestos Internos, pero aún no presentó pruebas.
Tan solo hubo una audiencia en la que los peritos convocados por los republicanos reconocieron que los investigadores aún no habían presentado evidencia suficiente sobre las acusaciones formuladas.
El motivo de la apertura del proceso en contra de Biden está relacionada a una presunta participación suya en una red de tráfico de influencias para favorecer negocios en el extranjero de su hijo, Hunter. En aquel entonces, los republicanos acusaron a Josep de “abuso de poder, obstrucción y corrupción”.
Antecedentes
Funcionarios demócratas desestimaron desde el inicio el proceso porque reconocen que los republicanos no tienen ni la fuerza parlamentaria ni las pruebas judiciales para que avance la situación.
La posibilidad de que se concrete una eventual destitución es prácticamente nula ya que la mayoría demócrata en la Cámara de Senadores dejará sin efecto esa posibilidad.
Chuck Shumer, líder del Partido Demócrata en el Senado, había afirmado que “el pueblo estadounidense quiere que hagamos algo que mejore sus vidas, no que nos lancemos a estas persecuciones”.
Sin embargo, el planteo demócrata resulta incoherente considerando las ofensivas judiciales que se desarrollaron este año en contra del expresidente Donald Trump, primer ex mandatario en ser imputado judicialmente.
Trump enfrentó treinta cargos penales a causa de un presunto soborno en 2016 a la actriz de cine para adultos, Stephanie Clifford, con el propósito de ocultar la relación extramatrimonial. Trump planteó que se debía a una persecución política a cargo de los demócratas que utilizarían el sistema judicial con objetivos partidarios.
De hecho, la situación representó un revés para la Casa Blanca ya que, tras las acusaciones, funcionarios republicanos enfrentados a Trump y medios masivos de comunicación que le habían bajado el perfil lo respaldaron.
En esa interna republicana, figuras de peso como Mike Pence o el gobernador de Florida, Ron de Santis, le otorgaron su apoyo. En este caso, Hunter Biden parece ser un flanco débil del entorno presidencial por las múltiples denuncias en su contra por diversos motivos.
Disputa de élites y carrera hacia la Casa Blanca
Esta disputa abierta en el plano judicial pone de manifiesto la profundidad y estructuralidad que ha desarrollado la crisis de la élite unipolar al interior de Estados Unidos.
Negado a perder su lugar privilegiado en la conducción de los asuntos internacionales, el Unipolarismo Financiero eleva la confrontación entre la fracción globalista y la continentalista en el Estado Profundo norteamericano.
Incapaces de diseñar una estrategia común para resguardar sus propios intereses geopolíticos y proyectarlos a escala internacional, la élite estadounidense recurre a los tribunales para subordinar al rival interno.
Las denuncias cruzadas y los procesos judiciales parecen ser la herramienta a la que los legisladores recurren para dirimir su enfrentamiento. De hecho, la política exterior ha sido un factor de división entre representantes políticos.
Con el argumento de orientar los recursos económicos a los problemas internos, los republicanos han frenado de forma sistemática los diferentes paquetes que la administración de la Casa Blanca envió al Congreso para apoyo militar a Ucrania.
En esa misma línea parece desplegarse el debate sobre el financiamiento para el suministro de armas a Israel. Por último, cabe señalar que la carrera presidencial para ocupar el Despacho Oval en Washington acelera la disputa política.
Desde la segunda gestión de Barack Obama iniciada en 2012 hasta la actualidad, Estados Unidos no tuvo una continuidad política en su administración. La histórica victoria de Trump en 2016 y el reñido triunfo de Biden en 2020 expresan un péndulo que parece prolongarse de cara a la campaña política de 2024.
La crisis del sistema internacional en la que la unipolaridad se retira como hegemonía genera oportunidades para bloques geopolíticos alternativos pero también para reorganizar a los propios perdedores.