Tras una instancia asamblearia, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) invitó de manera formal al Papa Francisco a visitar el país. Se trataría del primer viaje que realizaría el Sumo Pontífice a la Argentina desde el inicio de su papado en 2013. Nota al Pie analiza la situación a la luz del factor electoral, la salud del líder religioso, y la proyección de su mirada al interior del Vaticano.
Un pedido al Pastor
Luego de la 123° Asamblea Plenaria, el organismo emitió una carta en la que expresaron: “Reunidos en la Asamblea Plenaria de los obispos queremos expresarte nuestro deseo de que nos visites pronto. Así nos unimos al sentido de nuestro pueblo que desea encontrarse con su Pastor”.
El posicionamiento del episcopado nacional sucede apenas unos meses después de que el propio Francisco reconociese que “estaba en sus planes” visitar Argentina en un viaje apostólico.
Si bien su papado se caracterizó por su presencia en las “periferias” del planeta donde los anteriores jefes de la Iglesia Católica nunca habían ido, aún no desembarcó en su propio país.
De hecho, sí lo hizo en numerosas naciones latinoamericanas como es el caso de Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay y Perú.
“A todos nos hará muy bien tu cercanía y bendición en estos tiempos difíciles”, agrega el documento redactado que manifiesta el consenso al interior de la comunidad católica argentina.
Cada vez que se pronuncian referentes católicos del país, hacen énfasis en la necesidad de la visita de Francisco para “sanar heridas” y fortalecer las redes comunitarias.
Según indicó el obispo de San Isidro y presidente de la entidad, Oscar Ojea, el reencuentro de los fieles con el líder religioso ayudará “a crecer en el aprendizaje del diálogo”, así como también a revitalizar el “espíritu misionero”.
A pesar de sus medidas declaraciones públicas, su entorno expresó en diferentes circunstancias políticas que el Papa considera que la situación social del país podría complicarse, y por ello quiere evitar que se utilice su figura para agravar la “grieta”.
En ese sentido, fueron tres los presidentes que se reunieron con Francisco en el palacio de Santa Marta del Vaticano: Cristina Fernández de Kirchner en 2015; Mauricio Macri dos veces en 2016; y el actual mandatario, Alberto Fernández, en 2021.
Milei y la ruptura con el Vaticano
El papado de Pablo VI significó un quiebre para el Vaticano puesto que en la milenaria historia de la Iglesia Católica los máximos referentes no solían desplazarse más allá de Roma.
Continuando ese legado, Juan Pablo II registró más viajes fuera de Italia que el resto de sus antecesores. Si bien esta nueva tendencia generó un cambio de paradigma, la mayoría de los papas coincidieron en evitar visitas apostólicas a países que estén en medio de un proceso electoral con el objetivo de evitar la influencia política de su presencia.
No obstante, hay un factor de orden político que condiciona su eventual viaje a Argentina: el fortalecimiento de Javier Milei, líder de La Libertad Avanza (LLA). El dirigente libertario hizo de su enfrentamiento con Francisco uno de sus ejes de campaña.
Tachándolo de “papa comunista” y “representante del Maligno en la Tierra” por su visión pastoral y ecuménica al interior de la Iglesia Católica, Milei y sus colaboradores despotricaron contra Su Santidad en diferentes momentos.
Su expansión política tras su triunfo en las elecciones Primarias Simultáneas Abiertas y Obligatorias (PASO) en agosto también expresó un profundizamiento de su polarización contra Francisco y la “justicia social”.
En esa misma línea se encuadra el discurso de su asesor económico, Alberto Benegas Lynch, quien en un acto electoral llegó a plantear la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano en caso de que LLA acceda a la Casa Rosada.
En ese marco, el cardenal argentino que conduce el Dicasterio para la Fé, Víctor Manuel “Tucho” Fernández, dejó en claro que “el Papa no irá a un lugar donde no lo inviten o las autoridades desprecien su presencia”, en relación a los comentarios de Milei.
Sin embargo, esta polarización también generó una reacción en la dirigencia de Unión por la Patria (UP) y la comunidad católica argentina. Por un lado, tanto el candidato presidencial Sergio Massa como su compañero de fórmula, Agustín Rossi, reforzaron su discurso político orientado a les católiques del país y a la importancia de la figura de Francisco.
Por otro lado, referentes de la Iglesia impulsaron una defensa en favor del Papa y el catolicismo en esta coyuntura electoral, al convocar a “no dejar el evangelio en la puerta del cuarto oscuro”. También fueron célebres las pancartas instaladas en la última peregrinación a Luján, que señalaban: “El pueblo ama a Francisco. Milei lo odia”.
La vejez de Francisco y su proyecto de Iglesia Católica
Hay un factor que preocupa en el entorno de Francisco y es su avanzada edad. Pronto a cumplir 87 años y con diez años de papado encima en una coyuntura internacional de crisis y profunda disputa geopolítica, el deterioro de la salud de Jorge María Bergoglio es un asunto principal entre sus principales asesores.
Hace por lo menos cinco años, el jefe de la Iglesia Católica atraviesa un proceso de empeoramiento físico que condiciona su intensa agenda. En 2021 le extirparon el colon y en diferentes ocasiones fue hospitalizado por motivo de infecciones respiratorias.
De hecho, el Papa confesó que en 2013 firmó su carta de renuncia y se la entregó al ex secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, en caso de que una eventual discapacidad le negara continuar sus responsabilidades.
A propósito, cabe recordar que Francisco asumió en 2013 luego de que su antecesor, Benedicto XVI, renunciara a su cargo alegando, entre otros motivos, su “avanzada edad”.
En la actualidad, es común verlo trasladarse en una silla de ruedas, una imagen que preocupa también a sus fieles. Sin ir más lejos, el pasado lunes 6 tuvo que interrumpir su discurso ante un grupo de rabinos europeos y pidió disculpas. “No estoy bien de salud”, confirmó el Sumo Pontífice.
A pesar de la compleja situación de salud que compromete su papado, en 10 años Francisco sentó fuertes bases para que su proyecto pastoral prospere en el tiempo.
Por un lado, ganó legitimidad a partir de su mirada ecuménica e interreligiosa en la que primó su apertura al diálogo con referentes cristianos, musulmanes, judíos en diferentes latitudes del planeta.
Asimismo, su compromiso con las “periferias geográficas y existenciales” le permitió acumular poder en regiones profundamente católicas pero históricamente enemistadas con el Vaticano.
Además, no sólo nombró a numerosos cardenales que siguen su visión franciscana, sino que también promovió a muchos obispos argentinos en la propia estructura eclesial, como es el caso de “Tucho” Fernández al frente del Dicasterio de la Fé.
En un contexto de crisis internacional de poder en el que implosionan históricos conflictos en formato de guerras, Francisco se consolidó como un actor de peso que impulsa el Multipolarismo Pluriversal para el nuevo tiempo.