martes 8 de octubre de 2024

La brecha salarial de género existe y se puede medir

Durante el primer debate presidencial, Javier Milei negó la existencia de esta problemática. Sin embargo, el Ministerio de Economía sostiene que las mujeres ganan un 28% menos que los hombres. En este marco, Nota al Pie dialogó con Javier Elena, integrante de Grow género y trabajo.
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Se estima que en Argentina los hombres tienen salarios más altos que las mujeres. Crédito: Ilustración Nota al Pie.

¿Usted niega el patriarcado por machismo o por ignorancia?”, esa fue la pregunta que la candidata a presidente de la Nación Myriam Bregman le hizo a Javier Milei en el primer debate presidencial de cara a las elecciones. La respuesta del líder de La Libertad Avanza apuntó hacia la inexistencia de la brecha salarial de género. Sin embargo, hay datos que demuestran que sí existe.

Nota al Pie dialogó al respecto con Javier Elena, integrante de Grow género y trabajo. “La brecha salarial es la diferencia en el promedio de los ingresos entre hombres y mujeres en un tiempo determinado”, explicó. Además, enfatizó en que no existen datos sistematizados sobre personas trans y no binarias.

Elena sostuvo que “hoy en día en Argentina, la diferencia es del 28%”, según los datos del Ministerio de Economía. Para el entrevistado, esto responde a diversas causas: “los hombres trabajan más horas que las mujeres ya que son menos responsables de las tareas de cuidado”. “También trabajan en los sectores más dinámicos y mejor remunerados de la economía y, además, acceden en mayor medida a posiciones de liderazgo”, agregó.

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La realización de menor cantidad de tareas del hogar, el trabajar en sectores mejor remunerados y el hecho de ocupar más cargos jerárquicos, son algunos de los factores que impulsan la desigualdad. Crédito: Letra P.

Desigualdad y machismo

Para el integrante de Grow, la desigual distribución de las tareas domésticas y de cuidado tienen una incidencia directa en la brecha. En esa línea, mencionó la última Encuesta nacional de uso del tiempo, realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), según la cual los varones trabajan de forma remunerada -en promedio- algo más de 9 horas diarias, mientras que las mujeres le dedican unas 7 horas y media a estas actividades.

La contracara de esto es que las mujeres dedican en promedio 6 horas y media a las tareas domésticas y de cuidado, frente a las 3:40 de los varones. “El tiempo que se destina a ocuparse del hogar, es tiempo que no se dedica al desarrollo profesional”, afirmó Elena.

En relación a ello, desde Ecofeminita aseguran que dicho reparto desigual de las tareas domésticas “podría asociarse a las desigualdades en la composición del mercado de trabajo”. A su vez, sostienen que responde a un “conjunto de normas sociales y estereotipos de género que asignan mandatos diferenciales a varones y mujeres”.

Dicha feminización de las tareas de cuidado ocasiona que las mujeres enfrenten extensas cargas de trabajo en el hogar y, por ende, tienen una fuerte restricción temporal, lo cual afecta su acceso al mercado de trabajo. Según su encuesta, del total de personas que realizan tareas domésticas, el 69% son mujeres y un 31% son varones.

Por último, cabe mencionar que también hay un desigual acceso a los espacios de poder, lo que se conoce como techo de cristal. El entrevistado mencionó que “solo el 38% de los puestos de dirección son ocupados por mujeres, el 27% de las jefaturas y 1 de cada 5 empresas argentinas tienen una CEO mujer”. A su vez, a partir de las medidas de la Comisión Nacional de Valores (CNV) sobre las empresas que cotizan en bolsa, tan solo el 16% de los puestos de los directorios son liderados por mujeres.

Para Elena, las causas de este fenómeno son diversas. “Por un lado, estereotipos que vinculan al rol de líder con características que se asocian a lo masculino; por el otro, muchas mujeres interrumpen sus carreras para dedicarse a las tareas de cuidado, lo que significan obstáculos para hacer carrera y acceder a ciertos espacios de poder”, detalló. Además, explicó que la falta o escasez de mujeres como parte de la dotación total de las empresas genera una falta de pipeline desde donde puedan ser elegidas para crecer.

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Javier Elena es licenciado en ciencias de la comunicación, docente, e integrante de Grow. Se trata de una ONG cuyo propósito es promover espacios de trabajo diversos, inclusivos y libres de violencia. Crédito: Grow género y trabajo.

En los puestos más precarizados y con los peores salarios

Esta no es la primera vez que Milei apunta contra las luchas de las mujeres. Semanas atrás, en una entrevista con María O’ Donnell, negó la existencia de la desigualdad salarial entre mujeres y varones. Al igual que en el debate, argumentó que si las mujeres fueran “más baratas”, las empresas estarían llenas de ellas.

Lo que sucede es que las mismas se concentran en sectores vinculados al cuidado, con altos índices de informalidad, precarización laboral y bajos salarios. Representan el 96% del personal de trabajo doméstico, el 72% del de enseñanza, y el 68% del personal de salud. Por el contrario, los varones están sobrerrepresentados en las áreas más dinámicas y con mayores ingresos.

“Para dar un ejemplo paradigmático, en la industria del software hay solo un 30% de mujeres”, mencionó el integrante de Grow. Para Elena, uno de los factores que provocan esta desigualdad es que “desde edades tempranas, la construcción social del género asigna roles y promueve expectativas diversas según el género de las personas”. Esto se traduce, en la edad adulta, en los recorridos profesionales.

Esto también se puede observar en los datos brindados por Ecofeminita, a través de su Encuesta Permanente de Hogares, publicada en agosto de 2023. Dentro del servicio doméstico, el 97.8% son mujeres y el ingreso mensual promedio no supera los $40.000. Mientras que en otros rubros como transporte y almacenamiento solo el 16.6% son mujeres y el salario promedio es de $155.200.

En la misma línea, un informe del Observatorio de Género del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), asegura que la informalidad laboral es más grande entre las mujeres. Además, según este trabajo, acceden a empleos más precarizados; es decir que cuando se insertan al mercado de trabajo ingresan a los sectores peores pagos, con más flexibilidad y menos derechos.

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