Luego de semanas en las que escaló el conflicto entre Argentina y Paraguay, las tensiones se resolvieron. El transporte fluvial en la Hidrovía Paraná-Paraguay y la situación financiera de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) concitó la mirada de los estados linderos a la Cuenca del Plata y del Mercosur en la disputa entre Buenos Aires y Asunción.
Nota al Pie analiza la influencia geopolítica del Comando Sur de los Estados Unidos en un conflicto donde reflotaron discursos belicistas y el Gobierno Nacional tuvo que interceder.
Tensión por Yacyretá
El anuncio argentino de cobrar 1,47 dólares a toda embarcación que navegue por la hidrovía Paraguay-Paraná encendió las alarmas en Asunción y los países vecinos de la región. Con un corredor natural que se extiende por 3.400 kilómetros de largo, la hidrovía permite el transporte fluvial continuo entre los puertos de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
El Director Nacional de Puerto y Vías Navegables del Ministerio de Transporte, Alejandro Echevarne, explicó que el país “tiene potestad soberana para cobrar un peaje en el tramo Santa Fé-Confluencia” sobre la hidrovía donde circula cerca del 65% del total de las exportaciones argentinas. En efecto, Argentina retuvo embarcaciones de bandera paraguaya que no abonaron la tarifa, lo cual elevó la tensión diplomática.
Traccionada por los intereses comerciales de los armadores paraguayos, la dirigencia política de Paraguay se opuso rotundamente a la medida del gobierno nacional argentino y obtuvo el apoyo de Bolivia y el resto de los integrantes del Mercosur.
Los cuatro países del bloque económico sostuvieron que el peaje se estableció “al margen del Acuerdo de Santa Cruz de la Sierra y otras disposiciones reglamentarias internacionales vigentes”. En conjunto firmaron así un documento en el que intimaron a Argentina a dar marcha atrás.
Sin embargo, la situación escaló cuando Asunción definió quedarse con el 50% de la energía producida en la Central Hidroeléctrica Yacyretá como mecanismo para presionar a Buenos Aires.
Habitualmente, la demanda paraguaya se situaba alrededor del 10% de lo producido aunque formalmente le corresponda la mitad. De esta manera, el gobierno paraguayo planteó que el excedente se lo venderán a Brasil.
A propósito de la situación, el pasado lunes la secretaria de Energía argentina, Flavia Royón, se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Rubén Ramírez Lezcano.
Desescala el conflicto
Luego de la reunión diplomática, la funcionaria argentina señaló que Paraguay reconoce el derecho argentino de cobrar peaje pero discute el monto de la tarifa. Además, el gobierno nacional se comprometió a pagar 30 millones de dólares mensuales por la energía a Asunción, provenientes de la deuda que Argentina mantiene con Paraguay por Yacyretá, represa que genera mayor rendimiento para Buenos Aires.
De todos modos, la negociación no afecta el cobro del peaje, situación que detonó el conflicto.
Así, comienza a destrabarse la cuestión de Yacyretá y la hidrovía que mantuvo en vilo a los gobiernos del Cono Sur. Se normalizará la venta de energía excedente paraguaya y serán liberados los camiones que transportaban gas a Paraguay y estaban detenidos en la frontera.
A su vez, después de haber agitado discursos belicistas para elevar la confrontación con Argentina, el tono de la discusión disminuyó y autoridades de ambos países de la empresa binacional se reunirán pronto.
Desestabilizar el proyecto de integración sudamericano
La disputa entre los diferentes actores del Cono Sur pone de relieve intereses contrapuestos en relación a la situación energética y de transporte pero también del Norte Global. En efecto, el conflicto en el plano comercial y financiero fue impulsado por la estrategia geopolítica del esquema unipolar en la región.
En la antesala de las conversaciones diplomáticas que bajaron la tensión, la Paraguayan Chamber of Commerce, constituida en Miami, definió involucrarse ante el “escalamiento de tensiones” entre ambos países y pidió la intervención del gobierno norteamericano.
Los intereses financieros con asiento en el complejo petrolero de Texas y militar del Pentágono pretenden romper los niveles de integración entre los países sudamericanos y encontraron una excusa perfecta en el conflicto por la hidrovía.
En ese marco, el posicionamiento del gobierno paraguayo y de sectores de la dirigencia boliviana, brasileña y uruguaya tuvo el beneplácito del Comando Sur, en su estrategia por profundizar la desestabilización política en Argentina y la región Mercosur.
El redespliegue norteamericano en América Latina coordina esfuerzos para imponer a su candidata en las elecciones nacionales que se definirán en las próximas semanas en Argentina, Patricia Bullrich.
Conscientes de la incapacidad de Juntos por el Cambio (JxC) de resolver a su favor la situación electoral, el sector continentalista del Unipolarismo Financiero profundiza la caotización en la Cuenca del Plata generando un nuevo frente de conflicto para el gobierno nacional y un factor de disputa entre las naciones sudamericanas.