lunes 29 de abril de 2024

Cuando el Plan Cóndor sobrevoló Latinoamérica: a 50 años del golpe de Estado en Chile

Medio siglo después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y estableció a Augusto Pinochet en el poder, Nota al Pie analiza la injerencia estadounidense, el rol de los servicios de inteligencia y su plan para impulsar la oleada dictatorial en América Latina.
Cuando el Plan Cóndor sobrevoló Latinoamérica: a 50 años del golpe de Estado en Chile
Kissinger le ganó la pulseada al Departamento de Estado e influenció a Nixon. Crédito: La Razón.

El 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas de Chile tomaron el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, y derrocaron al presidente constitucional Salvador Allende. El gobierno dictatorial conducido por el general Augusto Pinochet consumó la breve pero intensa experiencia de Unidad Popular y se prolongó hasta 1989. 

Nota al Pie analiza el rol de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y del Departamento de Estado de los Estados Unidos en el desarrollo de una dictadura que duró 16 largos años en el gobierno pero aún mucho más en el poder.

Una amenaza para los intereses de Washington

A diferencia de la versión más difundida, el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende fue tan solo el corolario de una estrategia que comenzó a desarrollarse a finales de la década del 50 en la medida en que el dirigente socialista fue ganando popularidad.

Su programa político, con bases en la reforma agraria y la nacionalización del cobre, eran una amenaza no sólo para la oligarquía chilena sino también para la “Seguridad Nacional” de Estados Unidos y su esquema geopolítico en plena Guerra Fría. De hecho, la elección que consagró a Allende, en 1970, fue su cuarta postulación presidencial luego de los fracasos en 1952, 1958 y 1964. 

Los presidentes estadounidenses Dwight D. Eisenhower, Robert F. Kennedy, Lyndon Johnson y Richard Nixon coincidieron en bloquear la posibilidad de que Allende y sus políticas “socialistas” alcanzaran a desarrollarse en el país del sur de América.

Desde el financiamiento a partidos políticos hasta la difusión de propaganda política opositora, los diferentes gobiernos colaboraron para impedir su consolidación. Sin embargo, los grados de popularidad del referente de Unidad Popular se impusieron y debilitaron los planes de Washington, que a partir del protagonismo de la CIA y Henry Kissinger promovieron el golpe de Estado del 11 de septiembre y el sostenimiento de Pinochet en el poder.

Desde el inicio de la dictadura militar pinochetista, los índices económicos empeoraron. El desempleo escaló al 30% en 1982 y las tasas de pobreza fueron escandalosas. Durante el ciclo político del Comandante en Jefe del Ejército se privatizó el sistema educativo y de seguridad social en Chile, situación que no fue revertida hasta la actualidad. 

Si bien tras el advenimiento de la democracia disminuyó la pobreza y mejoró el escenario económico, la intervención política estadounidense fue decisiva y exitosa en relación a sus fines. Más de 40.000 personas fueron perseguidas, torturadas, asesinadas y exiliadas, y más de 1.000 chilenes aún están desaparecides.

Cuando el Plan Cóndor sobrevoló Latinoamérica: a 50 años del golpe de Estado en Chile
Allende representaba una amenaza para el bloque occidental conducido por Washington en plena Guerra Fría. Crédito: Interferencia.

La injerencia de la CIA

Ante el vacío de definición política de parte de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, la CIA tomó la delantera, organizó y ejecutó el plan para controlar la situación política en Chile. 

Una entrevista entre el escritor y periodista estadounidense Mark Cooper y el investigador norteamericano Peter Kornbluh revela datos provenientes de fuentes clasificadas, principalmente de informes del organismo de inteligencia. En ese marco, Henry Kissinger, asesor de Seguridad Nacional del presidente Nixon, fue el autor intelectual de la estrategia para impedir el gobierno de Allende y sostener a Pinochet.

Las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970, en las que Allende se impuso con el 36,6% de los votos. fueron el punto de quiebre para la oligarquía chilena y los agentes estadounidenses. En aquel entonces se produjo el encuentro y la comunión de intereses entre el dueño del periódico El Mercurio, Agustín Edwards, el director de la CIA, Richard Helms, y el propio Kissinger con el propósito de bloquear el triunfo de Allende.

El 24 de octubre de aquel año, el candidato presidencial debía ser ratificado por el Congreso ya que no contaba con la mayoría suficiente para asumir, por ende la CIA comenzó a trabajar para deslegitimarlo.

El jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, René Schneider, resultó ser un obstáculo para los planes de Washington ya que tenía una mirada constitucionalista y democrática de la política nacional. En efecto, la CIA comenzó a apoyarse en diferentes grupos militares para generar un “clima golpista”.

A partir de allí se infiltraron funcionarios estadounidenses con tareas de inteligencia que gozaron de inmunidad diplomática. Schneider fue asesinado en una operación clandestina el 22 de octubre, 48 horas antes del veredicto del Congreso, que finalmente ratificó a Allende como presidente de la Nación.

Del golpe a la convivencia con Pinochet

La CIA ya había desplegado diferentes operaciones en Chile pero Unidad Popular ganaba legitimidad. Esta situación aceleró los debates del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) conducido por Kissinger para persuadir a Nixon de tomar decisiones “más firmes”.

En este sentido, la CIA consideró que había que cambiar la estrategia a una desestabilización a largo plazo, con la variante del golpe de Estado como plan B. El Departamento de Estado, con una visión más moderada, proponía condicionar el gobierno constitucional de Allende por medio del fortalecimiento de la oposición política, principalmente del Partido Demócrata Cristiano.

En última instancia triunfó la posición de Kissinger, quien convenció a Nixon de que el éxito político de Allende pondría en juego los intereses estadounidenses no sólo en el Hemisferio Sur sino en el marco de la Guerra Fría, como había sucedido con la Revolución Cubana

“Si podemos derrocar a Allende, será mejor que lo hagamos”, determinó el presidente republicano. El recorte del crédito internacional y la propaganda mediática en contra del gobierno socialista fracasaron, y en las elecciones intermedias de marzo de 1973 Unidad Popular aumentó su respaldo político al 45% en un momento de crisis económica y caos social.

Finalmente, la CIA alentó el proceso desestabilizador que en ciertos sectores militares se venía sembrando hace tiempo en derredor de Allende, y el 11 de septiembre se desarrolló el golpe de Estado donde murió el presidente. 

Desde entonces, la coordinación política entre el gobierno chileno y Kissinger aumentó a tal punto que la ciudad de Santiago de Chile comenzó a funcionar como el centro de operaciones del Plan Cóndor, que tuvo como objetivo bloquear la expansión del “izquierdismo” en el continente.

Sin embargo, la pérdida de legitimidad de Pinochet al compás de la violación de los derechos humanos -que comenzaba a tener eco internacional- generó escepticismo en Washington. 

Al promediar los años 80, el círculo de influencia de Ronald Reagan presionó para retirar el apoyo al dictador y observó con optimismo el proceso de plebiscito que el propio Pinochet había iniciado con la esperanza de recuperar autoridad política. Finalmente, el “no” se impuso el 5 de octubre de 1988. Aún así, el militar chileno asumió como senador vitalicio luego de un largo período de maridaje con la CIA.

Cuando el Plan Cóndor sobrevoló Latinoamérica: a 50 años del golpe de Estado en Chile
Antonio Kast reivindica a Pinochet y gana adhesiones políticas en Chile. Crédito: Radio Universidad de Chile.

Crisis internacional y redespliegue estadounidense

A 50 años del golpe de Estado a Allende y a 35 de la restitución democrática, el ciclo político que expresó la dictadura pinochetista aún es fruto de debate en la sociedad chilena. El malestar democrático, producto de las pobres gestiones en los últimos 15 años, generó las condiciones para el triunfo del actual presidente progresista Gabriel Boric, líder de la revuelta estudiantil en 2011. 

Sin embargo, el mandatario parece no haber capitalizado el descontento social, que terminó expresándose en el rechazo a la reforma constitucional y la alta legitimidad que logró Antonio Kast, quien reivindica a Pinochet.

A diferencia de los años del Plan Cóndor, la situación internacional se ha modificado drásticamente. Producto del enfrentamiento entre globalistas y continentalistas al interior del Unipolarismo Financiero con asiento en Estados Unidos, se abre paso el esquema multipolar con base en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). 

A pesar del declive relativo, en la última década se ha desarrollado en América Latina un despliegue estadounidense que se propone romper las tendencias integracionistas. La misma crisis internacional que debilitó a las tradicionales estructuras conservadoras es la que ha fortalecido en el sur del continente a opciones más radicalizadas y nostálgicas de épocas golpistas.

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