La idea de Aquí Estoy, si bien es simple, es de gran valor para quienes atraviesan un momento de angustia. Se trata de conectar una persona que sufre en soledad con otra que está dispuesta a escucharla de manera activa y empática. Sin importar la situación que esté pasando y el lugar donde se encuentre, quien lo necesite puede acceder a un chat por WhatsApp para ser contenida y recibir apoyo emocional.
Este sistema, anónimo y gratuito, está disponible de 18 a 00 horas. La metodología de chat ofrece un lugar de confianza, cómodo y de rápido acceso, que facilita el desahogo en momentos donde la emoción escala. Durante 2022, 158 voluntaries junto a supervisoras especialistas acompañaron a 42.247 personas de 23 países.
Las fechas especiales, como aniversarios o festividades, son los días de mayor demanda. Les voluntaries entrenan su empatía y ponen su corazón y tiempo para “escuchar” de una manera figurativa. Además, a través de los diálogos escritos, aprenden a sostener el espacio para que cada persona pueda conectarse y transitar sus emociones sin sentirse juzgada.
Nota al Pie dialogó con la Directora de operaciones en Aquí Estoy, Ana Josefina Clavijo. Es Lic. en Psicología Clínica (USAL) y Master en psicología afectiva (Université de Geneve). “Este sistema nace como una herramienta y como un movimiento que busca expandir la empatía”, explicó sobre lo qué llevó a crear este servicio de chat. En este caso, la tecnología se pone al servicio del contacto humano.
Desde Aquí Estoy realizan un tipo de acción inmediata para prevenir afecciones psicológicas y mitigar el impacto de situaciones estresantes y traumáticas en la comunidad. Este tipo de intervenciones se centran en la prevención y en brindar herramientas para transitar la etapa aguda de malestar de manera exitosa. Por eso, para lograr ambos objetivos es central estar disponibles en ese momento.
Una escucha para recibir apoyo emocional
Como se mencionó, los días de celebraciones suelen tener mucha demanda. “Esas fechas especiales en donde hay muchísima expectativa de pasarla bien, de celebrar y de ser feliz son días complicados para las personas que atraviesan un duelo, que se sienten solos o que no cuentan con una red de apoyo”, explicó la licenciada. En este sentido, las palabras importan al igual que la forma en la que las decimos.
Hay diversos motivos por los que las personas deciden comunicarse para ser escuchadas. En ese sentido, Clavijo indicó que “un 40% de la gente que nos escribió el año pasado reportaba síntomas de ansiedad o depresión y un 30% era por problemas en vínculos cercanos, como pareja, amigos o familia, o por soledad”.
A su vez, agregó que una parte de la población que les escribe tiene o tuvo algún diagnóstico o tratamiento en el pasado, pero que ahora no pueden pagarlo o no tienen acceso a los servicios públicos. “Claramente esto es preocupante. La gran mayoría es gente que no sabe a dónde dirigirse con su malestar, que no quiere molestar a sus amigos o a su pareja”, afirmó. En esa línea, agregó que puede tratarse de alguien que tampoco está logrando resolver la situación por su cuenta.
Esto último también les preocupa a les profesionales, porque habla de una cultura donde cuesta enormemente conectar con las emociones, encontrar recursos de apoyo y transitar el momento hasta un lugar de calma. “Las personas que están mal sienten que molestan con su malestar, no estamos sabiendo contenerlos ni validar esa experiencia. En muchos casos puede que la problemática requiera un nivel de atención y de complejidad mayor”, indicó.
“Pero sabemos que en todos los casos la persona necesita y se beneficia de sentirse escuchada, sentir que la persona que está enfrente valida la importancia de su vivencia y le devuelve una mirada compasiva sobre su situación”, aseguró. “No se trata de decir “todo va a estar bien”, sino que la persona llegue a sentir que ella esta bien incluso con sus emociones desagradables”, sostuvo la especialista.
La Salud Mental en deuda
Para Clavijo, el problema de la salud mental excede una ley y esto es real tanto en Argentina como en el mundo. “Desde hace años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) convoca a mayor inversión en salud mental y servicios descentralizados”, expresó. “Históricamente se destina un 2% del presupuesto de salud a la salud mental y eso no ha mejorado incluso con la relevancia que adquirió el tema luego de la pandemia”, cuestionó.
“Nuestra experiencia nos muestra que necesitamos repensar las estrategias de salud mental para que estén enfocadas en la prevención. También para que estén más cerca de la gente, que puedan responder en el momento crucial y que involucren a la comunidad”, agregó.
La Ley de Salud Mental obliga al Estado Nacional a destinar el 10% del gasto total de salud a salud mental. Este mismo criterio deben adoptar las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero los niveles se mantienen constantes año tras año, por debajo del 2%, con una tendencia a la baja. A más de diez años de la sanción de la normativa, en lugar de aumentar los fondos hasta alcanzar la meta del 10%, se reducen. Para el 2023, el presupuesto destinado fue del 1,68%.
Desde la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia denuncian que los recursos para invertir en salud mental durante este año está, otra vez, “muy lejos de alcanzar la pauta presupuestaria prevista en la legislación nacional, y de sustituir el sistema de atención manicomial por uno basado en la comunidad”,
Toda persona que se sienta convocada a generar un cambio puede colaborar como donante o postularse al entrenamiento para ser voluntarie y expandir la empatía junto a esta comunidad.