El trabajo de la artista visual Eugenia Bekeris, quien en las últimas décadas se dedicó a mantener viva la memoria por las víctimas de genocidios, sirvió para que el director y guionista Juan Manuel Repetto armara su propia obra: Retratos de Eugenia.
El film se basa en los mensajes que Eugenia Bekeris trata de transmitir a través de sus obras sobre el Holocausto y los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en la Argentina.
“Mientras dialoga con su familia sobre las heridas del pasado, inicia una nueva serie de dibujos que la alejan del horror, para adentrarse en la naturaleza”, expresa la sinopsis de Retratos de Eugenia.
Tras su paso por el Cine Gaumont, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Nota al Pie entrevistó al director del film Juan Manuel Repetto, también periodista, divulgador científico y realizador cinematográfico, quien reveló detalles de la producción.
¿Cómo fue encontrarse con la historia y el arte de la artista visual Eugenia Bekeris?
Conocí a Eugenia en una exposición que hizo con el proyecto Dibujos Urgentes, a partir del cual retrata a víctimas, testigos y represores en los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar de la Argentina.
Luego pude interiorizarme sobre su obra completa y me llamó la atención cómo trabajaba sobre el tema de los genocidios, también incorporando a su obra dibujos de los sobrevivientes del Holocausto que vivían en nuestro país.
Su obra me conmovió porque estas historias habían atravesado su vida artística y familiar: toda su familia, salvo su padre y su madre, habían sido asesinados en campos de concentración nazis. Eugenia había dedicado gran parte de su vida a buscar información sobre ellos y a homenajearlos a partir de sus dibujos.
Cuando le propuse hacer un documental, aceptó rápidamente. Desde entonces trabajamos un año en la realización de un guion a partir de entrevistas que le realicé casi todas las semanas. De algún modo, creo que sintió que la realización de una película podía ser una nueva manera de completar su trabajo y hacerlo llegar a un nuevo público.
¿Cuál es el mensaje que quiere dar al espectador?
Uno de los mensajes es que la historia no está cerrada, sino que es una herida abierta que sigue afectando a muchas personas. En las entrevistas que mantuvimos, Eugenia me comentó que existen estudios según los cuales un genocidio se extiende mucho más allá de quienes lo viven en carne propia, a lo largo de al menos cuatro generaciones: ese fue uno de los aspectos que me interesó trabajar en el documental.
Mostrar cómo hijos, nietos y bisnietos de sobrevivientes y refugiados del genocidio nazi en la Argentina aún tenían muchas cosas sobre las que dialogar porque el pasado, la tragedia familiar, los seguía interpelando en la actualidad.
En su carrera como periodista, investigador y realizador cinematográfico: ¿qué representa tener que contar a fondo historias que están cargadas de dolor?
Si bien en mis películas siempre abordé historias trágicas, trato de hacerlo desde un punto de vista que no se cierre en sí mismo y permita vislumbrar un futuro diferente. Mis protagonistas no se quedan en un lugar de la tragedia, sino que buscan respuestas, participan de una búsqueda, exploran alternativas. No siempre la película logra encontrar una respuesta a sus preguntas, pero sí me interesa retratar sus búsquedas.
En Fausto También (2016), el protagonista buscaba incorporarse a la universidad, desde su condición de autismo, no se quedaba en el hecho de tener una discapacidad que lo limitaba, sino que luchaba por lograr una meta. Luego en El Panelista (2019), Carlos quería ser un mejor padre y trabajador siendo ciego. Aquí también apostaba a crecer y no quedarse en el dolor que le causaba su condición de ceguera.
En Otra Condena (2021) los personajes apostaban a tener una mejor vida cuando salieran de la cárcel y pudieran superar la situación actual en la que estaban privados de su libertad por haber cometido crímenes graves.
Eugenia no se queda en el relato del pasado trágico familiar, sino que a sus 70 años sigue buscando reencontrarse con su familia y reparar lazos que fueron dificultados por sus historias.
¿Cómo fue incluir a la familia de Eugenia donde cada uno tiene su versión acerca de la historia?
Fue un gran desafío, sobre todo porque siempre quiero cuidar a los y las protagonistas de mis películas y no ponerlas en situaciones que les hagan revivir sucesos dolorosos de sus historias. Pero en este caso, la participación de Eugenia y su hermana Victoria en la película fue un pedido de la familia. Ellas consideraron que era justo plantear en la película las diferencias que había hacia adentro del entorno familiar, a mí me pareció una propuesta valiente y honesta, por eso acepté.
Realizamos dos jornadas con estas reuniones de las dos hermanas porque después de la primera sintieron que habían quedado cosas pendientes por decir. Así que repetimos la experiencia, y creo que fue enriquecedora, incluso estas filmaciones les permitieron expresar cosas que no se habían podido decir antes, fuera de cámara, y abrieron un diálogo nuevo que continúa hasta hoy.
¿Qué lo incentivó a querer retratar la vida de Eugenia?
Creo que todos los temas y personajes que elijo para mis películas tienen algo de mí, me interpelan, desde lugares diferentes, sobre mi propia historia, también me identifico en los valores que encarnan los protagonistas de mis documentales.
Valoro enormemente la valentía que tuvo Eugenia para hacerse cargo de una historia familiar que evidentemente no estaba cerrada, y salir al encuentro de ella, buscando información en diferentes países para que sus familiares asesinados dejaran de ser anónimos y, aunque simbólicamente, pudieran ser sepultados.
Pero además Eugenia no se limitó a la historia de su familia, sino que dedicó su obra a homenajear y mantener viva la memoria de otras personas que, como ella, fueron atravesadas por un genocidio.