El pasado martes 2 de mayo, la escritora Gabriela Cabezón Cámara se presentó en el Teatro Argentino de La Plata, donde compartió (y se prestó a las preguntas) acerca de su libro Las aventuras de la China Iron, que cuenta la historia de la mujer del famoso Martín Fierro.
La charla se dio en el marco del ciclo “Las Extraordinarias”, que organiza el área de género del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. En el mismo se comparten lecturas y escrituras de autores bonaerenses.
Cabezón Cámara no estuvo sola, sino que la acompañaron otras dos expertas en la materia. La coordinadora del ciclo, Florencia Cremona, moderó la conversación, mientras que Liliana Viola ideó las preguntas que desmenuzaron el libro. Esta última fue, entre otras cosas, editora del Suplemento Soy de Página 12 (el primero en tratar de forma íntegra temas de la diversidad sexual).
La convocatoria fue libre y gratuita. Junto a un público que asentía, reflexionaba y reía, las tres mujeres analizaron el por qué de La China Iron. También, su necesaria existencia junto a un Martín Fierro de José Hernández que se enseña en las escuelas tal cual se escribió, en un mundo diferente, a más de 100 años de su creación.
Las feminidades en la época del Martín Fierro
En el interior del Teatro Argentino, con un gran y moderno hotel que se veía a sus espaldas a través de la ventana, Gabriela Cabezón Cámara habló sobre la creación de José Hernandez. Se remontó a tiempos de verdes llanuras, desmenuzó cada parte del Martín Fierro y lo volvió a construir. Pero esta vez con un agregado esencial: las aventuras de la China Iron como representación de lo que vivían las feminidades en aquella época.
Florencia Cremona trajo a colación lo que despertó en ella el concepto de china. “Desde el género se trabaja el chineo, una costumbre vigente en el norte argentino de abuso sexual en las poblaciones”, analizó. En este sentido, remarcó: “Cuando vos le pones de título Las aventuras de la China Iron, abre una nueva subjetividad emocional en relación a esa palabra”.
Por su parte, Liliana Viola, observó que en el Martín Fierro, a su mujer se la nombra dos o tres veces, pero en minúscula. “En casa, tuito lo alcé, a mi china la dejé media desnuda ese día”, reza el texto de José Hernández. No tiene nombre ni identidad propia.
Gabriela Cabezón Cámara retoma esta forma de llamar a las jóvenes en el siglo XIX y le da un nuevo sentido. “Una china era un montón de cosas”, reflexionó; y agregó: “Tomar el nombre de lo despreciado, para darlo vuelta y apropiarnos es un método muy queer de vida”.
A continuación, leyó un fragmento de su libro, en el cual la protagonista deja de ser la mujer de Fierro y define un nombre propio. “China Josefina Star Iron”, se la bautiza.
Allí comienzan las aventuras en las tierras pampeanas, pero esta vez desde la mirada femenina. La China tenía 14 años y varios hijos de Martín Fierro, una situación usual en aquella época. Pero en el relato de Cabezón Cámara, ella logra liberarse y descubrir una nueva forma de vida.
Quien también es relevante para el relato es su compañera de aventuras, la escocesa Elizabeth. Es de su mano que la China Iron conoce otra realidad posible y, por qué no, también el amor.
En la historia de Gabriela Cabezón Cámara, no solo la China vivencia el romance. También Martín Fierro, quien se relaciona libremente con su compañero de aventuras: el Sargento Cruz. Así, plantea un vínculo que en la época en la que Hernández desarrolló su libro era socialmente imposible.
“No se respeta un puto derecho humano de un puto indio”
Aparte de ser una publicación feminista, Las aventuras de la China Iron esconde cuestionamientos políticos. Si el Martin Fierro fue planteado como una crítica al sistema, el libro de la China agrega planteos que responden a los movimientos actuales.
“Al leer La China siento una crítica profunda al poder, a los mitos fundacionales argentinos”, compartió Florencia Cremona. Asimismo, comentó que se cuestiona “también al modelo agropecuario, a partir de la sensibilidad con los animales, al exponer el proceso de matar que implica comer”.
A su tiempo, Cabezón Cámara lo confirmó. “Es un cuestionamiento fuerte a la consolidación de la Argentina tal y cual como se formó”, expresó. En este sentido, hizo especial hincapié en “la masacre de los pueblos originarios, que es un genocidio que continúa en la actualidad”.
“La conquista no se acaba nunca, no puede ser que no se respete un puto derecho humano de un puto indio”, se lamentó. Por eso, luego de pasar por “El fortín”, en la tercera parte de su libro la China Iron llega “Tierra adentro”.
“Es una utopía queer, indigenista y latinoamericanista”, definió la autora. Allí los pueblos originarios son muy importantes. Y finalmente, la protagonista puede vivir en libertad.