martes 7 de mayo de 2024

El Ansia, el clásico protagonizado por David Bowie llegó a la pantalla del BAFICI

La ópera prima del director Tony Scott formó parte de la sección Britannia Lado B: Noches de Terror del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires.
El Ansia David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon en El Ansia. Créditos: Warner Bros
David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon en El Ansia. Créditos: Warner Bros

El director británico Tony Scott entró en escena con un debut oscuro y llamativo, que lo anunciaba como un cineasta visionario junto a su igualmente, sino más talentoso, hermano Ridley. Anteriormente, había dirigido una película de 57 minutos llamada Loving Memory y un par de cortometrajes. Aunque Tony continuó definiendo su estilo cinematográfico en el tiempo, aseguró su legado con el thriller erótico de vampiros El Ansia (The Hunger).

Scott formó parte de una ola de jóvenes directores ingleses a principios de la década de 1980. Esta camada surgió del brillante mundo de los comerciales y videos musicales y nunca perdieron del todo esa estética, incluso cuando se convirtieron en cineastas de gran éxito. 

Junto con los estilistas visuales de ideas afines Adrian Lyne, Alan Parker y Russell Mulcahy, el director británico llevó la sensibilidad obsesionada con la superficie y el corte rápido de MTV a la pantalla grande. De este modo, borró para siempre las líneas que separan los comerciales y las películas, el entretenimiento y el comercio.

El Ansia es una adaptación de la novela homónima de Whitley Schreiber, publicada en 1981, y sigue las aventuras en cámara lenta empapadas de aburrimiento, angustia y sangre de Miriam y John Blaylock; un par de vampiros del Viejo Mundo interpretados por Catherine Deneuve y David Bowie. La película tuvo su estreno hace casi cuarenta años, el 29 de abril de 1983, y forma parte de la programación del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).

El Ansia escapa del cliché del cine vampírico

A lo largo de la mayor parte de la década de 1970, el género vampírico trató de deshacerse del cliché del vampiro siniestro en traje de etiqueta, capa y acento de Europa del Este y buscó encontrar una manera de dirigirse al mundo moderno. 

Durante este tiempo, la obsolescencia del vampiro clásico fue parodiada, modernizada y deconstruida de diversas formas, antes de que se encontrara un nuevo vampiro oscuro y sexualmente magnético. Dos grandes exponentes de esto se aprecian en la literatura de Anne Rice, autora de las Crónicas Vampíricas,  y en el cine con Dracula (Frank Langella, 1979). 

El Ansia fue una de esas películas revisionistas de vampiros. En su secuencia inicial,  Peter Murphy, el líder de la banda británica de rock gótico Bauhaus, canta su exitoso primer corte Bela Lugosi’s Dead intercalado con los créditos iniciales. Esto sirve como un anuncio adecuado de que la producción se alejará del cliché. De hecho, es tan implacablemente revisionista que se aparta de toda la idiosincrasia vampírica, incluso la palabra “vampiro” nunca se pronuncia.

David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon en El Ansia. Créditos: Warner Bros
David Bowie como John Blaylock en El Ansia. Créditos: Warner Bros

Todo el film se basa en el poder ambiental somnoliento y la sensación de una atmósfera absorbente. Hay pocas películas en las que se hayan colocado detalles tan exquisitos en la cinematografía, la iluminación y la escenografía como en El Ansia. De hecho, hay momentos en que se convierte un triunfo de la mirada sobre el contenido. Sin embargo, su ritmo suele ser lento.

Los vampiros de Scott: juventud finita y pasiones queer

John es el amante de la hermosa vampira inmortal Miriam, quien le hizo creer que él también vivirá para siempre. Desafortunadamente, comienza a envejecer hasta convertirse en un ser decrépito, y ella busca un nuevo compañero. Pronto pone su mirada en Sarah (Susan Sarandon), una joven y encantadora científica, que cae bajo su hechizo.

Los detalles de la novela original se redujeron en gran medida y, a menudo, modificaron. La trama es algo que Scott considera un mal necesario y a lo que solo recuerda regresar de vez en cuando, cuando levanta la vista de sus imágenes. 

Más allá de eso, la ópera prima del director es una cinta de excesos exquisitamente suntuosos. Quizás sea una de las más lujosas y elegantes de todas las películas de vampiros. Hay momentos de belleza persistente como la imagen de David Bowie olvidado en una sala de espera, recortado junto a un hilo de humo de cigarrillo que se eleva desde un cenicero, habiendo envejecido diez años antes de que el personaje de Sarandon recuerde volver a buscarlo.

David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon en El Ansia. Créditos: Warner Bros
David Bowie y Catherine Deneuve en una foto tomada por Tony Scott. Créditos: Tony Scott

La producción tiene el increíble don del artista, el ícono pop más etéreo y surrealista, interpretando a un vampiro aterrorizado por el envejecimiento, la mortalidad y la decadencia. Es un casting perfecto porque ¿qué son las estrellas del pop sino criaturas de la oscuridad y las sombras que deben alimentarse de la juventud, la vitalidad y la energía sexual de las masas en un intento desesperado por negar la terrible finalidad de la muerte? Scott fue un esclavo de la belleza, y en David Bowie fue bendecido con uno de los seres vivos más bellos y misteriosos de la época. 

El Ansia, un alejamiento de las pasiones prohibidas

Catherine Deneuve domina la pantalla, pero su interpretación evita la sensación de que el vampiro sea una fuerza prohibida que irrumpe debajo de la sociedad educada, como ocurre en Drácula de Bram Stoker y en la mayoría de las obras de igual temática que le siguieron. 

Tampoco representa peligrosas pasiones sensuales y tentaciones que deban ser desterradas. La historia de Las Hijas de la Oscuridad (Harry Kümel,1971), estableció a una pareja casada que los vampiros sedujeron y separaron. En El Ansia existe una relación entre los personajes de Susan Sarandon y Cliff De Young, pero es tan débil que la seducción de Miriam sobre el personaje de Sarah no interrumpe su relación. 

También es una seducción en la que Sarandon difícilmente parece una parte involuntaria: no tiene sentido que sea seducida en contra de su naturaleza o que se rinda a un amor prohibido tal como suele ocurrir en una película de vampiros. De hecho, si se quitaran los elementos vampíricos sería una historia de amor queer normal.

Más que nada, lo que encarna la película es el miedo a la muerte y al envejecimiento. Rara vez se transmitió la sensación de la progresiva obscenidad de la edad devorando la belleza y la sensación de impotencia que trae como durante la primera mitad de la película, donde el personaje de Bowie descubre que su edad lo está alcanzando a gran velocidad.

El trabajo de maquillaje de Dick Smith es sobresaliente: supera con creces su desempeño que le valió un Oscar por Amadeus (1984) el año siguiente. La segunda mitad de El Ansia es menos efectiva, ya que los elementos de horror de la edad se dejan de lado y la narrativa se vuelve aún más relajada. De este modo, la película alcanza un final insatisfactoriamente melodramático y un epílogo enigmático. 

El Ansia se estrenó el 29 de abril de 1983.

Sin embargo, Tony Scott viste la película con tal elegancia artística que el verdadero horror que se desprende de ella es el de un recorrido onírico por el mundo de un trazado de alta costura. Así, revela aquello que contradice los valores de la belleza que encierra ese mundo, con la muerte y la decadencia acechando en su núcleo.

Las críticas negativas: una grieta entre Tony Scott y el cine arte

El Ansia no fue un gran éxito y fue rechazada por la crítica. Sin embargo, la película ganó el estatus de culto en los años siguientes, particularmente entre la comunidad gay que nombró a Susan Sarandon como una especie de ícono. 

Por desgracia para Tony Scott, se tomó en serio las fallas de la película y abandonó el cine arte por los éxitos comerciales de Top Gun (1986), Beverly Hills Cop II (1987), Days of Thunder (1990) y Enemy of the State (1998). Al igual que su hermano, el director demostró tener un talento errático.

Sus últimas películas, como Man on Fire (2004), Unstoppable (2010) y Domino (2005) mostraron la fusión de sensibilidades artísticas con obras producidas para la audiencia mainstream.

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