Este 24 de marzo se cumplen 47 años del último Golpe de Estado perpetrado en la Argentina por parte de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti.
Este “Proceso de Reorganización Nacional” sembró el terror en el país y usó al deporte, más precisamente al fútbol, como un camuflaje para su beneficio político. Lamentablemente, en aquellos años existían diversas autoridades que replicaban esta metodología, utilizando al deporte rey como un “tapadero” de acciones ilícitas.
¿Qué pasó el 24 de marzo de 1976 en Argentina?
Dicha jornada fue el inicio del último acontecimiento de bajeza e inmoralidad realizado en este país, encabezado por el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla y Co. El militar denominó aquel avance sobre la Democracia como “Proceso de Reorganización Nacional” y el mismo duró poco más de 7 años.
A pesar de lo que sucedía en el territorio argentino, el fútbol parecía sumergido en una burbuja, ya que el campeonato de aquella temporada continuó sin problemas. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA), no emitió ningún comunicado sobre el tema y el desarrollo del Campeonato Nacional de 1976 se realizó sin cuestionamiento.
La Junta Militar sembró el horror en la nación e hizo del fútbol su aliado, siendo una antítesis de lo propuesto por el gobierno Peronista, a quien había derrocado. Mientras durante esta etapa se utilizaba al deporte rey como una herramienta de control de masas sin más, Eva Perón fue la abanderada de la propagación del deporte, tuvo la iniciativa de acercarse a las masas y fue mérito de su mandato que Argentina se convierta en potencia deportiva.
La dictadura y su vínculo con el deporte
En 1966 la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), la entidad máxima del fútbol mundial, determinó que Argentina sea sede de la Copa del Mundo de 1978. Aquella designación, previa a los cambios políticos ejercidos en el país, le vino perfecto al Gobierno de facto.
Pese a encontrarse reacio a la organización de dicho evento en un principio, Videla y compañía aprovecharon el acontecimiento no sólo para vanagloriarse, sino que fue un camuflaje ideal para los delitos de lesa humanidad que padeció la nación y que él junto a su séquito respaldó.
En la preparación para albergar el torneo más importante que tiene esta disciplina, Videla y sus secuaces erradicaron las “villas” con majestuosas infraestructuras. Querían la fachada ideal para les miles de extranjeres que vendrían al país, entre elles jugadores, mandataries, fanátiques y el mismo periodismo.
Algunos de los lugares que desaparecieron fueron la villa 29, en Bajo Belgrano; la villa 30, en Colegiales; la villa 31, en Retiro; y la 40, ubicada por entonces en la Avenida Córdoba. Cabe destacar que uno de estos barrios era el lugar donde creció un campeón del Mundo, René Houseman, quién no pudo celebrar con sus vecines el título mundial porque aquel lugar fue absorbido por la dictadura militar.
El recinto deportivo “El Monumental” desbordaba de algarabía por el espectáculo deportivo y a menos de 1.000 metros se vivía un infierno. Los militares utilizaron la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) como centro clandestino de detención, tortura y exterminio.
Aquella masacre estuvo muy cerca de las huelgas que realizaban las madres y familiares de les desaparecides. Fue muy poco lo que se pudo visibilizar en el exterior: el Mundial ofreció apenas una jornada libre, en donde no se jugó al fútbol y sirvió para que les periodistes extranjeres recopilen un poco de información.
Con más de 70 mil personas presentes el 1 de junio de 1978 durante la jornada inaugural, Videla denominó aquel evento como “El Mundial de la Paz”. Fue la premisa de su obra maestra, porque a través de aquello se codeó con otres mandataries y supo transmitir presión a los jugadores propios y rivales.
En ese marco, la Albiceleste estuvo complicada en la fase final luego de sortear la primera fase con cierta dificultad. En el último compromiso ante Perú, la Selección Argentina comandada por Cesar Luis Menotti tenía que hacer cuatro goles para acceder a la final.
Pese a las dudas eternas respecto a sí existieron amenazas o no a la selección peruana, en la previa de dicho partido se reconocen imágenes de Videla visitando el vestuario de Perú. Según expresaron los futbolistas rivales muchos años después, el Presidente de Facto sembró miedo con sus declaraciones entre los presentes.
El 6 a 0 final aseguró al combinado nacional un lugar en la gran final, dejando afuera a su archirrival Brasil. La paradoja de los gritos que se sintieron y vivieron en aquellos años, contrarrestaron lamentablemente con los evidenciados dentro del Monumental.
Mientras la Ex ESMA era un grito de dolor agonizante por las torturas padecidas, el Antonio Vespucio Liberti fue pura felicidad deportiva tras la victoria final ante Países Bajos por 3 a 1, siendo la primera estrella para el país en la Copa del Mundo. Una victoria merecida, que nunca pudo terminar de cicatrizar la sangre de tantas heridas abiertas.