martes 23 de abril de 2024

David Cronenberg, el maestro del horror corporal

El aclamado director de cine canadiense, ganó reconocimiento por su innovadora exploración de temas como la tecnología, la ciencia y la sexualidad, a través de un género que desafía las convenciones del terror tradicional y nos obliga a repensar lo que significa ser humano.
David Cronenberg, el maestro del horror corporal
Tassos Karahalios en Crímenes del Futuro. Crédito: MUBI

En Crímenes del Futuro, la última película de David Cronenberg, Saul Tenser (Viggo Mortensen) es un artista conceptual muy particular. Duerme en una especie de útero, habla con la cadencia de alguien que está siendo estrangulado y constantemente le crecen órganos nuevos que su pareja extirpa para una audiencia en vivo. 

Esta turbia distopía está ambientada en un mundo despoblado devastado por desastres climáticos no especificados, donde la humanidad evolucionó más allá de la capacidad de sentir dolor. En consecuencia, la cirugía amateur se convirtió en un movimiento artístico. La gente se reúne en sótanos para ver cuerpos abiertos y órganos exóticos extraídos, en un eco discordante de los quirófanos victorianos. 

Tras ocho años de ausencia, David Cronenberg regresa a la silla de director y también al género body horror, en el que es un maestro indiscutible. Y es precisamente a través de esta categoría fílmica que revela la fuerza excepcional de su arte.

El body horror

El body horror es un subgénero del cine de terror que se centra en la representación gráfica y visceral de la transformación y degradación del cuerpo humano. Alimentado por los mitos del vampiro y del zombi, es decir, los miedos al contagio y la monstruosidad, el género imprime el terror en los cuerpos: son ellos quienes, impulsados por el deseo y la experimentación, se transforman en monstruosidad. 

Su historia se remonta a la década de 1950 y 1960, con películas como The Thing from Another World (Christian Nyby, 1951) y The Fly (Kurt Neumann, 1958) que presentaban monstruos que surgían a partir de mutaciones corporales. 

Sin embargo, fue en la década de 1970 y 1980 que el género se consolidó, con la obra de directores como David Cronenberg, John Carpenter y Clive Barker. Cronenberg es considerado el padre del body horror contemporáneo. 

Sus primeras películas, Shivers (1975) y Rabid (1977), exploran la idea de una infección que causa la transformación física y psicológica del cuerpo humano. Su filmografía posterior siguió este camino. 

David Cronenberg, el maestro del horror corporal
David Cronenberg en Videodrome. Créditos: IMDB

En la filmografía de David Cronenberg prima la monstruosidad 

En 1983, Cronenberg dirigió Videodrome, quizás su obra más emblemática, que anunciaba el advenimiento de una sociedad controlada por la televisión y que explora temas de la tecnología y la relación entre el cuerpo y la mente; eXistenZ (1999), el nombre de un videojuego al que se conectan los cuerpos, amplía estas ideas.

Mientras tanto, Cronenberg dirigió las obras maestras del género The Fly (1986) y Dead Ringers (1988), y adaptó The Naked Lunch de William S. Burroughs y Crash de J.G. Ballard

A partir de los 2000, abandonando el género, Cronenberg entregó películas más «psicológicas» y de las que no fue guionista: describe neurosis con Spider (2002) y A Dangerous Method (2011), retrata la violencia criminal en sus dos mayores éxitos comerciales, A History of Violence (2005) y Eastern Promises (2007), y cuenta las angustias de los ultraricos en Cosmópolis (2012) y Maps to the Stars (2014).

Si a menudo se recuerda la importancia del cuerpo en Cronenberg, no es solo porque el cuerpo sea, en sus películas, el lugar del horror. En el cine de Cronenberg, el cuerpo es central porque en él hay un poder de transformación. No solo el sujeto es un cuerpo, sino que este cuerpo porta las marcas, los síntomas y los estigmas de su devenir, incluso monstruoso.

Así, la historia de un individuo se inscribe en su cuerpo: en Eastern Promises, los crímenes de Nikolai Luzhin (Viggo Mortensen) se tatúan en su piel y anclan allí la historia de su vida. Esta somatización o encarnación del devenir encontró su fórmula antes en The Brood, donde el Dr. Hal Raglan (Oliver Reed) elabora la técnica de la «psicoplasmia», que consiste en exteriorizar en la superficie del cuerpo las heridas psicoanalíticas del paciente. 

Así, el cuerpo no cabe dentro de una membrana; la división entre interior y exterior está constantemente amenazada, y el cuerpo exige abrirse, exponerse o explotar, como en Scanners.

David Cronenberg
Jeff Goldblum y John Getz en La Mosca. Créditos: IMDB

El cuerpo en mutación

El cuerpo, para Cronenberg, siempre está comprometido en una mutación, impulsado por un profundo deseo. La atención médica nunca pretende simplemente restablecer un estado de equilibrio en el cuerpo; siempre se trata de transformarlo para que se convierta en algo más.

El papel del médico es, por tanto, siempre ambiguo: aunque combata eficazmente una enfermedad en el paciente, ve en ella la necesidad de una operación a menudo experimental y extraña que, al mismo tiempo, manifiesta un deseo de abrir el cuerpo, penetrar y explorar todas sus posibilidades, como en el inquietante cortometraje The Nest (2013).

Esta pulsión que funda el deseo de abrir el cuerpo da como resultado la composición de una figura monstruosa en el sentido de lo mostrado, arrancado de su reserva y expuesto a plena luz del día. En este sentido, no es porque sea peligroso que lo monstruoso nos horroriza, sino porque nos muestra lo que se mantuvo en secreto dentro de nuestro.

Esta metamorfosis no termina en la adquisición de una nueva forma definitiva: es infinita, en el sentido de que no conoce término ni meta predefinida. Constantemente en los guiones de Cronenberg, la mutación implica el traspaso de todos los límites y el estallido de todas las formas; se precipita hacia la fusión de los cuerpos.

Es la película The Fly la que enseña este impulso de fusión: cuando Seth Brundle (Jeff Goldblum) inaugura su máquina de teletransporte, su energía se multiplica por diez y cree que se purificó.

Crímenes del Futuro está disponible en MUBI

Al descubrir que una mosca había entrado en la máquina y que poco a poco se funde con ella, ve en ello la confirmación de su purificación. Luego quiere obligar a su compañera Veronica (Geena Davis), embarazada, a fusionarse con él para formar «la familia definitiva».

En última instancia, es con la máquina con la que se fusionará. El impulso de la fusión es ilimitado y quiere abolir cualquier límite, incluido el que separa lo orgánico de lo técnico.

El director que explora la complejidad humana desde el horror

A lo largo de su filmografía, Cronenberg demostró ser un maestro en la exploración de la complejidad humana y sus manifestaciones físicas y psicológicas en un mundo cada vez más tecnológico y deshumanizado.

Poseedor de una visión provocativa y a menudo perturbadora, sus películas desafían constantemente las convenciones del género y ponen de manifiesto el poder del cine como medio de expresión artística y de reflejo cultural. Desde sus primeros trabajos hasta sus más recientes, mantuvo su compromiso con la exploración de temas universales y consolidó su posición como uno de los cineastas más importantes e influyentes de su generación.

Crímenes del Futuro se encuentra disponible en MUBI y en Apple TV+.

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