Luego de excluir a las niñas de las escuelas secundarias, a fines de diciembre los talibanes también prohibieron la educación universitaria a las mujeres de Afganistán. La medida afectó a más de 100.000 alumnas que asistían a centros de educación superior, tanto públicos como privados.
Nota al Pie conversó con el analista internacional Juan Venturino, quien sostuvo que las mujeres afganas “retrocedieron por lo menos 70 años de historia”. En la misma línea, explicó que “las mujeres hoy en Afganistán están impedidas de seguir con sus estudios y han hecho una regresión profunda”.
Las prohibiciones relacionadas con la educación no son las únicas. Desde el regreso al poder del régimen talibán surgieron otras imposiciones como el uso del velo en público, la prohibición de viajar sin un acompañante masculino o la imposibilidad de acceder a un empleo fuera del hogar.
Por su parte, el ministro de Educación Superior del gobierno talibán, Neda Mohammed Nadim, se refirió a la nueva medida. Allí dijo que la razón por la que se veta a las mujeres de las universidades es porque “no siguen el código de vestimenta” y por el sistema de “coeducación” en el que hombres y mujeres comparten espacios.
Ser mujer en Afganistán
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en la actualidad el 80% de las niñas y jóvenes afganas en edad escolar permanecen sin escolarizar. Además, desde la organización aseguran que casi el 30% de las niñas afganas nunca ha accedido a la educación primaria.
En relación a ello, Juan Venturino explicó a este medio que “hubo dos tiempos respecto a cómo era la situación de las mujeres en Afganistán”. Uno “previo a la intervención armada de los Estados Unidos y otro posterior a su salida”.
Para el analista internacional, “la situación de las mujeres ha retrocedido muchísimo, al punto de inicio de la intervención, o quizás peor”. Esto se debe a que “la interpretación que hacen del Corán, estas milicias que se han apoderado del gobierno afgano, es aún mucho más restrictiva que la histórica”.
Además, Venturino detalló que la mirada de los talibanes es “muy sesgada”. “Por eso no se les permite estudiar, o aquellas mujeres que estaban estudiando no pueden continuar, y prácticamente requieren permiso para poder moverse, salir a la calle, para todo”, agregó.
Reclamar por sus derechos
A partir de la prohibición del régimen talibán muchas mujeres exiliadas salieron a manifestarse en contra. Una de ellas fue Shabana Rasikh, fundadora de School of Leadership Afghanistan, quien cuestionó la decisión en un foro organizado por la UNESCO.
“Hoy en día, una niña afgana que desee acceder al derecho humano fundamental de la educación tiene dos opciones: Si tiene suerte, irse al extranjero, o pasar a la clandestinidad. Convertirse en refugiada o convertirse en una delincuente”, sostuvo. A su vez, sentenció: “Una mujer sin acceso a la educación es una mujer sin poder de acción”.
Otra voz que pudo oírse en el foro fue la de Pashtana Dorani, fundadora de Learn Afghanistan, la primera red de escuelas digitales del país. “El acceso a la educación no significa que todas las niñas de Afganistán vayan a tener acceso a oportunidades”, aseguró.
La activista y escritora se vio obligada a exiliarse hace años atrás. En el mismo sentido explicó que “el acceso a la educación, sin ninguna oportunidad, no significa nada. Si no tienes independencia económica, si no tienes independencia emocional, y si no tienes derecho a moverte o a hablar libremente”.
Buscar otras alternativas
Frente a las nuevas medidas, las mujeres se han organizado de distintas maneras para, de todos modos, poder acceder a la educación. Las plataformas digitales y las escuelas clandestinas han sido las principales escapatorias, a pesar de que implican castigos severos en caso de ser descubiertas.
Desde septiembre de 2021, el regreso a la escuela de todas las niñas afganas mayores de 12 años se ha pospuesto indefinidamente, dejando a 1,1 millones de niñas y mujeres jóvenes sin acceso a la educación formal. Al respecto, la BBC dio a conocer la existencia de escuelas clandestinas.
Escondidas en barrios residenciales, y replicando aulas con mesas y pizarras, grupos reducidos de niñas asisten para aprender los contenidos básicos. “Sabemos de las amenazas y nos preocupamos por ellas”, dijo en diálogo con la BBC una de las maestras, quien agregó que “la educación de las niñas vale el riesgo”.
Otra escapatoria a la norma fueron las universidades virtuales, las cuales recibieron cientos de alumnas afganas tras conocerse la medida que les prohíbe recibir educación. Desde que se dio a conocer la medida de la prohibición, ciento de mujeres afganas se han matriculado en plataformas como la Academia de Educación Online Rumi y School of Leadership Afghanistan, aunque eso implique poner en riesgo su vida.