En el marco del conflictivo retorno al poder del movimiento Talibán en Afganistán luego de 20 años, se viralizó una foto de tres mujeres afganas paseando en minifalda por Kabul. La imagen data de 1972, fue tomada por Laurence Brun, y da cuenta de las grandes transformaciones que sufrió el rol de la mujer en ese país a lo largo de los años.
Para ahondar en estos cambios, Nota al Pie dialogó con Belén Torchiaro, licenciada en Ciencia Política especializada en Relaciones Internacionales (UBA) y en estudios Islámicos en la Fundación Cultural Oriente en Qom y Teherán, Irán. La politóloga explica que para comprender esta situación nos tenemos que parar desde una perspectiva no colonizadora, porque “no se puede dejar de entender ni de pensar sin considerar toda la colonización que se vivió dentro de la región afgana”.
Y en ese sentido advierte que el modo de vida de las mujeres en Afganistán “fue variando de acuerdo a los líderes y a los niveles de patriarcado más o menos violentos que habían en el momento”.
Una cronología de los hechos
A lo largo del siglo XX, las mujeres afganas fueron protagonistas de un avance en la conquista de derechos. Entre 1919 y 1929 se promovió la libertad de las mujeres en la esfera pública; se conquistó el sufragio femenino; se alentó la educación femenina; asimismo se concretó la abolición de la ley del matrimonio forzado y el matrimonio infantil y se impusieron restricciones a la poligamia.
Entre 1950 y 1959 dejó de regir el ‘purdah’, una práctica de segregación de género que ocultaba a las mujeres de aquellos hombres que no fueran familiares directos. Por otro lado, se eliminó la obligatoriedad del hijab, dejando su uso a libre elección de su portadora.
El colonialismo, eso de lo que nadie habla
En 1978, en el marco del desarrollo de la Guerra Fría, la Unión Soviética invadió Afganistán en pos de colonizar la región e instaurar el socialismo. En ese contexto, se desató, por un lado, una disputa entre la URSS y Afganistán, ya que a la URSS no le gustaban los líderes propuestos por este país porque le resultaban de una cultura muy fundamentalista, mientras que los soviéticos bregaban por el ateísmo. Por otro lado, la Unión Soviética continuó en guerra con Estados Unidos quien, interesado en el territorio y en combatir el comunismo ruso, empezó a financiar a los grupos talibanes con la intención de manipularlos para hacerse con el poder.
Se iniciaba así un complejo período atravesado por el enfrentamiento bélico, la colonización y el racismo. Aunque cabe mencionarse que, no obstante, durante el ocupamiento de la región por parte de la URSS, se mantuvieron ciertos derechos para las mujeres, tales como algunos programas de alfabetización, el permiso para no usar velo, para transitar libremente, manejar, así como se fomentó su integración al mundo laboral y a los estudios universitarios. Derechos que fueron completamente coartados con el ascenso al poder del gobierno talibán en 1996. Hecho que ocurrió luego de que en 1993 la URSS se retirara, dando por finalizada la guerra de Afganistán.
El cruento gobierno talibán
“El gobierno talibán fue sanguinario, estaba en peligro de todo el pueblo porque no había leyes establecidas. Estamos hablando de un grupo armado, de personas rurales con muy poca formación y con mucha carga de violencia y rencor hacia todo lo occidentalizado. Esta violencia siempre se marcó en los cuerpos de las mujeres”, explica Torchiaro.
A partir de 1996 se impuso la Sharia, una interpretación estricta de la ley islámica por parte de este grupo que gobernó Afganistán hasta 2001. Algunas de las normas, que afectaban especialmente a las mujeres, fueron: el castigo con lapidaciones, azotes y amputaciones a quienes cometan delitos de “hadd” (tales como adulterio, robo, homosexualidad, consumo de alcohol, entre otras); las mujeres deberían ir, de forma obligatoria, completamente cubiertas con un burka en presencia de varones; un “guardián” varón decidía por ellas; las mujeres no podían casarse con una persona que no perteneciera a la cultura musulmana (mientras que los hombres sí); la custodia y la manutención de les hijes correspondía al padre; la educación de las niñas en las escuelas estaba prohibida; estaba prohibido el trabajo fuera del hogar y las mujeres no podían salir sin la compañía de un hombre.
Un falso discurso salvacionista
En 2003 se dio por finalizado el régimen talibán, al tiempo que Estados Unidos ocupaba nuevamente el territorio afgano. Con la caída de les talibanes, se asistió a una disminución en cuanto a la violación de derechos humanos.
Sin embargo, la politóloga advierte que, si bien las mujeres sufrieron durante el gobierno talibán, lo cierto es que la intervención de Estados Unidos en Afganistán no estuvo movilizada por el deseo “liberarlas”, sino que escondía intereses colonizadores.
De hecho, el “discurso salvacionista” fue la excusa de la invasión. “No es algo real que durante los 20 años de invasión norteamericana las mujeres vivieran en una plenitud de la libertad y en una panacea del desarrollo de la mujer”, asegura.
Una amenaza incipiente
El reciente retorno del gobierno talibán al poder generó una gran preocupación en torno al bienestar de las mujeres afganas. Esto ocurrió en el marco de un acuerdo de paz firmado entre Estados Unidos y el Talibán durante el año pasado, que implicaba el retiro de las tropas norteamericanas del territorio. En mayo de este año, El Talibán y otros grupos militantes aliados, incluida al-Qaeda, comenzaron una ofensiva militar contra el gobierno de Afganistán y sus aliados el 1 de mayo de 2021, la misma fecha en que debían retirarse la mayoría de las tropas de Estados Unidos.
“El régimen talibán es recordado por las mutilaciones a las mujeres, los castigos físicos, las ejecuciones públicas y las lapidaciones. Acontecimientos que surgieron en el fervor de implantar un orden a través del terror. Y eso es lo que vuelve a la memoria en la actualidad, con el terror de lo que pueda suceder hoy”, comenta Torchiaro.
Sin embargo, hace hincapié que es muy difícil predecir qué es lo que podría ocurrir hoy, 20 años después. Por otro lado, advierte que no se debe infantilizar a estas mujeres y que, desde una perspectiva del feminismo interseccional, debe pensarse a las mujeres como sujetas políticas activas.
Para concluir, cuenta que desde Fundación Amal están llevando adelante una campaña para impulsar el recibimiento de personas refugiadas en Argentina, a través de la promoción, fortalecimiento y difusión de los programas de patrocinio comunitario en las diferentes comunidades de todo el país. Para mayor información ingresar a la web de la organización.