El 28 de mayo es el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. Fue impulsado por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en 1987. El objetivo era establecer un recordatorio para el abordaje y la visibilización de los causales de enfermedad y muerte que afectan a este colectivo. Al mismo tiempo, la efeméride apuesta a trabajar en favor de su atención, prevención y tratamiento. Para conocer más sobre la relación entre el género y la salud mental, Nota al Pie dialogó con Rosa Albelo, profesora y licenciada en Psicología.
Datos oficiales señalan que en Argentina 1 de cada 3 personas presenta un problema de salud mental a partir de los 20 años. Por otro lado, un informe de la Organización Panamericana de la Salud apunta que “las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir depresión y ansiedad”. Además precisa que “la depresión es la causa más importante dentro de la carga de morbilidad femenina”, en países de bajos y de altos ingresos.
Las mujeres, por las tradicionales tareas reproductivas y de cuidado, tienden a ser pobres de tiempo. En esta oportunidad, Nota al Pie habló con la Licenciada en Psicología Rosa Albelo para saber sobre salud mental, la manera en que se ve afectada por el género y lo que se puede hacer para cuidarse.
¿Qué es la salud mental?
La salud mental es un estado de equilibrio, o bienestar, en las personas en relación al entorno social y cultural. Implica poder convivir con las responsabilidades cotidianas en armonía, ser consciente del valor de cada une. También es poder tomar decisiones de manera acorde con lo que sentimos y pensamos, gestionar nuestras emociones de forma tal que no nos generen un gran desgaste energético. Así mismo, es acceder a derechos, disfrutar de nuestro tiempo, convivir en armonía con el ambiente.
¿Cómo se relacionan los roles tradicionales de género con la salud mental?¿De qué manera las tareas domésticas y de cuidado que recayeron en mujeres afectan la salud mental?
Primero, debemos entender que lo que no se nombra no existe, no se reconoce, no se dice. Muchas veces estas tareas depositan exigencias de perfección y la idea de tener que poder con todo, lo que genera frustración cuando no se logra ese objetivo.
La idea de ser mala madre, mala cuidadora, mala ama de casa, recae sobre quienes ejercen esos roles. Desdibujando la responsabilidad de otros miembros involucrados. Y produciendo una carga que lleva a la culpabilización, al desvío del deber ser, a la imposibilidad de cuestionar esos mandatos. Cristalizando roles y sobre todo, fallas en esos roles.
¿Los mandatos patriarcales y lo heteronormativo tienen un efecto en nuestra salud mental?
Claro. Lo heteronormativo desgasta la salud mental de cualquiera que se aleje de esa norma, dado que atraviesa estructuralmente al inconciente colectivo. Esto se traduce en un doble esfuerzo, especialmente para las identidades que no son cisgénero.
Por un lado, el esfuerzo de sobrevivir en una sociedad que les señala como un error. Por otro, despegarse de esa misma estructura inconsciente que nos limita a actuar en libertad con lo que somos y cómo lo expresamos.
¿Y cómo sería ese desgaste cotidiano de las mujeres y disidencias?
El desgaste, por así decirlo, que se observa en la salud mental de mujeres y disidencias, tiene que ver con esta carga que se exige en relación a los mandatos. Está relacionado con el rol que ocupan estas identidades en la sociedad, la subordinación tácita hacia los varones, los diversos tipos de violencia de la que son receptoras.
También se encuentra vinculado con la opresión, la invisibilización de estos padeceres, la negación cuando algo empieza a poder reconocerse o expresarse. Además de la clara violación de los derechos humanos que afecta a estas identidades.
¿Y en el ámbito público o laboral?
De la misma manera. Por ejemplo, la falta de acceso al «derecho a la mediocridad»: en nuestras profesiones, que si avanzamos en ocupar los puestos de poder, debemos ser les mejores.
Por otro lado, pocas veces se señala la capacidad de mando de un jefe hombre. Esto se da por sentado. Pero cuando una mujer es jefa, se resalta esa atribución, porque a pesar de ser mujer, es buena jefa, o… es una ‘’yegua’’. No hay término medio.
¿Notás que las mujeres y las disidencias son quienes más se acercan a espacios psicológicos?
Desde quizás el comienzo de la práctica psicológica, son las mujeres y disidencias les que más se acercan a la consulta. De todas maneras, que no se acerquen tantos hombres también tiene que ver justamente con los mandatos de la masculinidad hegemónica. La cual exige plena racionalidad y poco umbral emocional.
En épocas de pandemia creció la consulta, y al menos en mi caso, la mayoría de quienes recurrieron a mi servicio fueron mujeres y disidencias.
Por último, ¿de qué forma podemos cuidar nuestra salud mental?
Para cuidar nuestra salud mental es importante poder expresarnos de la forma que nos resulte mejor. Poder dialogar con personas de confianza, permitirnos un espacio para el disfrute, reconocer límites y trabajar sobre ellos. El acceso a una buena alimentación también es importante, y es algo de lo que no se habla demasiado.