El próximo jueves 8 de diciembre en el Münchner Kammerspiele (Teatro de Cámara de Múnich) de Alemania se llevará a cabo el estreno de la nueva versión de la novela Los Siete Locos. Escrita por el talentoso Roberto Arlt, en esta oportunidad será Alejandro Tantanian quien presente la historia como obra de teatro junto a Oria Puppo.
Los Siete Locos tuvo su continuación literaria con Los lanzallamas donde su escritor se destacó como periodista y escritor; creando una joya única. Sin embargo, Arlt crea en lo que era la literatura argentina en aquella época, el protagonismo de “la ciudad”.
Para lograr explicar más acerca del surgimiento de la novela como obra teatral, el dramaturgo y director de teatro Alejandro Tantanian junto con la vestuarista Oria Puppo relataron para Nota al Pie todos los detalles.
Alejandro Tantanian
¿Desde cuándo se relacionó con la historia de Arlt?
Conozco la novela de Arlt hace ya muchos años, creo que la primera vez que la leí fue en mi adolescencia. La misma fue una lectura que en su momento me marcó muchísimo. En principio, descubrí a Arlt por su obra El juguete rabioso, la cual leímos en la secundaria allá por los 80.
A partir de alli, empece a leer sobre todo algunas obras de teatro, ya que en aquel momento estaba bastante interesado en la cuestión teatral. Asimismo, creo que a la edad de los 17 o 18 leí por primera vez Los siete locos y Los lanzallamas. Ese descubrimiento de alguna manera fue un antes y un después respecto a cómo un escritor se adueña de un paisaje o de una ciudad y lo narra.
Después me enteré del espacio increíble que le dio a la Ciudad de Buenos Aires. De manera sorpresiva, surge un momento donde Alfred Döblin escribía Berlin Alexanderplatz y le daba un lugar a la ciudad de Berlín. Ambas novelas de 1929. Así que ese fue mi primer vínculo con la novela de Arlt.
Al momento de llevar la puesta en escena de la novela, ¿qué fue lo que le interesó resaltar y qué tuvo que minimizar?
Al surgir la oportunidad de armar una producción para la Kammerspiele de la ciudad de Múnich, ofrecimos ese material, ya que nos parecía que podría ser atractivo. En principio por toda la trama del Astrólogo, debido a la idea de la sociedad secreta, y por esta situación que se plantea como una posibilidad de mezclar ideologías. La manera en que Arlt va describiendo lo que termina siendo de alguna forma la construcción política en el siglo XXI. Esa lectura como precognitiva que tiene Arlt es lo que nos entusiasmó profundamente en términos discursivos para poder volcar en lo que es nuestra adaptación de la novela. Pero no sigue estrictamente la línea narrativa de Arlt, sino que toma esta situación discursiva de construcción del discurso del Astrólogo y de la sociedad secreta a la que pertenece para llevar a cabo el espectáculo.
¿Qué reacción espera de un público particular como el alemán al presenciar esta obra tan porteña?
La idea que tuvimos fue la de trasladar esta línea de la sociedad secreta, y presuponer en el espectáculo que se trata de una reunión de la sociedad secreta que tiene sede aquí en Múnich, llevada adelante por seis personas que organizan un evento para poder presentar a quienes están enfrente, osea al público que se transforma en un personaje más como un miembro activo del espectáculo, ya que se lo ficcionaliza haciéndolo construir como aquellos que han venido a una exposición de esta sociedad que va a presentar sus virtudes.
Hay una idea en lo metateatral, como de representación, que permitiría un conocimiento mayor de determinadas acciones que podrían desencadenar el llevar adelante la revolución. Entonces, el plan es ese tomar miembros del público y construir esa posibilidad de cambio, a través de la representación de algunas escenas de la novela de Arlt, que apoya una de las tesis fundamentales de esta hipotética sociedad secreta.
Oria Puppo
En relación a la historia, ¿cómo fue la elaboración del vestuario?
No existe una relación directa con la historia de Arlt. Nuestro trabajo está anclado en el presente y eso nos permite articular un vestuario contemporáneo que, dadas las características del montaje, nos habilita la utilización de ciertos detalles “de época” en los personajes cuando llevan adelante alguna de las escenas de la novela.
Nuestro grupo, una sociedad de ciudadanos de Múnich, produce una suerte de conferencias para explicarle al público las virtudes y beneficios de pertenecer a este grupo. Se crea, entonces, un intento de presentación en un contexto de representación. Nuestra acción sucede en este tiempo presente, en esta ciudad con algunos saltos a una instancia más teatral.
La escenografía está planteada como un espacio real: la sala es una antigua usina y construimos una parte más sobre la que los espectadores no podrán notar la diferencia. Esto es algo parecido al tratamiento espacial que llevamos adelante en el montaje de Los Mansos en la parte superior de la sala El camarín de las musas en el 2005.
¿Cuándo fue su primer acercamiento a Los siete locos y qué le motivó su historia?
Conozco la novela desde mi adolescencia y siempre me sentí fascinada frente a la manera alucinada que Arlt tenía (y tiene) de narrar la ciudad de Buenos Aires y sus habitantes.
Arlt es quien primero retrata en la historia de la literatura argentina el deambular de esos seres grises, medianos, mediocres de la clase media de la ciudad. En una ciudad decididamente expresionista, llena de ángulos y perspectivas que recuerdan las películas de Murnau, esos seres trazan una deriva extraordinaria en esa topografía que se inscribe por vez primera en la conciencia de los lectores, creando para siempre la manera de entender la ciudad.
La fascinación que despertó en mí como lectora ese campo visual, me sigue deslumbrando hasta el día de hoy. Y en nuestro espectáculo decidimos construir un espacio arquitectónico del presente inserto en un edificio real, el teatro. Algo parecido a lo que hace Arlt construyendo con su literatura de ficción el mapa real de la ciudad de Buenos Aires.
¿Cómo fue su trabajo conjunto con Alejandro Tantanian, con quien tanto se conocen?
La posibilidad de trabajar en conjunto con alguien durante tantos años nos habilita a tener una enorme cantidad de trabajo realizado antes de comenzar. Ambos sabemos y conocemos los gustos, estéticas, procedimientos del otro.
Y aún estando esos gustos en cambio constante, esa frecuentación permanente sigue habilitando el “estar al tanto” de lo que el otro prefiere. También esta colaboración frecuente nos pone siempre frente al desafío de volver a pensar métodos de trabajo alternativos, movernos de los supuestos lugares de confort.
En este caso en particular el espectáculo fue concebido y ejecutado entre ambos, lo que nos permitió enfrentar una nueva manera de trabajo. Participamos habitualmente en los procesos del otro y esta manera de trabajar transforma este espectáculo concebido por un equipo de dos en algo más fuerte.