Cuando 2020 llegaba a su final, una peculiar historia de la editorial Hero’s Inc llegó a la web de manga Comiplex. De la mente del mangaka Shü Sakuratani apareció Niwatori Fighter o, como se lo conoce por su nombre en inglés, Rooster Fighter. Una historia donde el héroe de turno es un serio, testarudo y orgulloso pollo llamado Keiji.
El manga lleva una emisión regular, y ya fue editado en Japón en cuatro tomos recopilatorios. En su concepción fue planificado para abarcar tres volúmenes. Sin embargo, gracias a la recepción que tiene, se estima que puede llegar a extenderse a cinco o seis entregas. La historia del gallo tuvo una repercusión enorme fuera de dicho país, sobre todo en el mercado hispano.
Una historia de venganza
Vivimos en un mundo en que enormes kaijus (monstruos gigantes) aparecen de repente y buscan devorar a cuanto humano se cruzan. Bajo esta situación, un sorpresivo héroe responde al llamado para hacerse cargo de la situación: un pollo. Keiji no es un pollo común y corriente, dado que tiene una técnica secreta que puede destruir a estas entidades.
Sin embargo, pese a sus facultades en apariencia heróicas, Keiji tiene un motivo para enfrentarlos: su hermana fue asesinada por un kaiju. Es por ello que el gallo, a través de Japón, busca encontrar a un monstruo blanco que tiene una marca en el cuello.
El camino de Keiji lo llevará a proteger e inspirar a quien se cruce. Sobre todo, a los humanos que no pueden creer que un pollo les salve la vida. Su travesía lo unirá con Elizabeth, una gallina a la que le rompió el corazón, y Pyoko, una pollita que se enamora perdidamente de él.
Un protagonista llamativo
La idea de Shü Sakuratani funciona por la peculiaridad presentada. Suelen haber historias de animales justicieros o con habilidades. Sin embargo, estas suelen contextualizarse dentro de sociedades de la misma especie, o similar. Aquí, Keiji es un gallo en un mundo de seres humanos, donde las personas quedan sorprendidas al ver cómo este animal las salva.
Si bien Sakuratani juega con el conocido concepto de que la única barrera comunicacional existe entre los humanos y los animales, hay otros factores. El personaje de Elizabeth es una gallina inteligente que utiliza un celular en el que escribe y reproduce texto para que los humanos puedan entenderla. Y otra característica es que los kaijus también pueden hablar con los animales.
Keiji es un gallo orgulloso y peculiar en un mundo que no funciona como debería. Ya de por si, a nivel marketing es llamativo y, de alguna forma, sensato. Esto se debe a que el título alude a que es un “gallo peleador” (actividad ilegal a la que se sometió a muchos de estos animales). Al entrar en la narrativa, todo es sorpresivo, simple y efectivo.
Las capas de complejidad
A medida que la historia avanza, se descubre que los monstruos en realidad nacen de humanos con emociones muy fuertes. Aún, no se conoce porqué estos “pimpollos” aparecen en la base de la nuca, pero así se gestan los kaijus. Es decir, están íntimamente relacionados con los humanos. Sin embargo, Sakuratani incluye otro factor: la variedad.
Los kaijus, presentados como monstruos deformes gigantes (que de alguna manera recuerdan a los Titanes de Shingeki no Kyojin), comienzan a variar. En un punto se presenta el concepto de que así como los hay malvados, también existen los inofensivos. Incluso, existen aquellos que ayudan a los humanos.
A uno de estos kaijus se lo conoce en el arco de la inundación (aquí spoilers del tomo 3), donde, inspirado por Keiji, el monstruo busca evitar que una presa se rompa e inunde un pueblo. Se sugiere también que la hermana de nuestro pollo podría haberse unido al demonio que en teoría la mató. Esto establece un posible gran plot twist hacia el final de la historia.
La variación artística
Shü Sakuratani genera contrastes con el estilo de dibujo. Tanto los humanos como los gallos son realizados dentro de un estilo realista. Aunque las personas a veces se acercan a la caricatura, los Kaijus son versiones exageradas de quienes les dan vida. Y luego, está el personaje de Pyoko: esta pollita está diseñada con enormes ojos para enfatizar cada expresión.
El cuidado en el diseño del mundo, y de quienes lo habitan, así como la elección de los personajes retratados realistas y los que no, solidifican la obra. En un comienzo, todo es muy simple y conciso, luego, cuando les lectores se acostumbran, empiezan a sumarse capas. De esta manera, las poses exageradas y el retrato realista de Keiji, terminan por vender a la perfección la obra.
En Argentina, Rooster Fighter se edita licenciado por Editorial Ivrea. Al momento de publicar esta nota hay tres volúmenes ya a la venta.
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