Un grupo de 43 mujeres denunció ante el Vaticano (en septiembre de 2021) a la organización católica Opus Dei en la Región del Plata (Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. La acusación es por explotación laboral y reducción a la servidumbre. Según cuentan las víctimas eran reclutadas en su juventud en condiciones de vulnerabilidad, separadas de sus familias para trabajar como empleadas domésticas sin remuneración. Además padecían diferentes tipos de violencias. Nota al Pie dialogó con Sebastián Sal, el abogado de las denunciantes.
¿Cómo iniciaron las denuncias?
Me contactan estas mujeres, esto era en plena pandemia, año 2020 y a raíz de lo que ellas me comentan; que habían estado en Opus dei muchos años y demás, eran 43 y no tenían ningún aporte previsional o, en realidad no ninguno, algunas tenían algunos aportes, aislados, pero la mayoría no tenía ninguno.
Cuando empezamos a escuchar las historias de estas mujeres; nos damos cuenta de que esto no es un tema de aportes provisonales o de que no les pagaron el sueldo, sino que es un tema de violación de derechos Humanos.
¿Cómo actuaba el Opus Dei?
La organización que captaba a estas mujeres, las iba a buscar siendo menores de edad, teniendo 13, 14, 15 años al interior, iban y seleccionaban a las familias con ayuda de sacerdotes locales, de algunas maestras y dueños de campos que pertenecían al Opus Dei.
Es increíble porque hay todo un informe de ellos donde cuentan como que era algo del desarrollo; de hacer algo como una “escuela de mucamas”, de empleadas domésticas. Y les mentían porque les decían que iban a venir a Buenos Aires a estudiar a un secundario y que iban a salir capacitadas y demás.
En realidad cuando llegaban acá la primera cosa es que no empezaban el período escolar como empezaba todo el mundo, lo empezaban antes, las hacían venir en enero porque supuestamente en enero y febrero las querían «nivelar» como dicen ellos, la palabra técnica. Y esa nivelación no era más que atender a gente, miembros del Opus Dei que estaban haciendo cursos anuales o de vacaciones en ese lugar. Terrible. Esos dos meses lo que hacían era enseñarles a trabajar lo más rápido posible.
Y después el título que les daban tampoco era válido. O sea, no les servía para poder seguir estudiando. Y en el medio las aislaban, o sea, no las dejaban ver a su familia, empezaban a darles charlas de religión católica, relacionadas con el Opus Dei, las hacían confesarse semanalmente, mortificarse y en algún momento les planteaban esta especie de “vocación”. Que era ser numerarias auxiliares, que no es más que ser empleada doméstica del Opus Dei de por vida.
¿En qué condiciones se realizaba esto?
Ellas después no tenían sueldo, solo podían hablar con sus directoras espirituales o con los sacerdotes que las atendían. Había informes por escrito de lo que ellas pensaban, decían y demás. Que no solo los mantenían ellos ahí; sino que los mandaban al órgano superior.
Y esto se suma, obviamente a que estas mujeres estuvieron, algunas 20 años con un lavado de cabeza terrible y no podían salir del lugar, no sólo no tenían plata, lo que ya era un problema grande para poder irse del lugar, porque sino se iban a la calle. No tenían la llave del lugar, la mayoría se escaparon; a algunas hasta las fueron a buscar después.
No tenían acceso a medios de información de ningún estilo, salvo los que ellos les proveían; no podían ir al médico solas. Y cuando tenían algún problema de vocación; primero las asustaban diciendo que les iban a venir maldades del más allá, que se iban a ir al infierno ellas y sus familias.
Además de decirles eso les auguraban males para ellas de por vida, que no había nacido hombre para ellas, que iban a ser unas infelices por no cumplir lo que Dios les pedía. O sea, muy fuerte el tema de la coacción que sufrieron; a lo que se sumaba, obviamente todo el tema de mortificación física que tenían que realizar estas mujeres .
Además de jornadas de trabajo de 15 horas, sin vacaciones, ni días libres, ni nada. Y un detalle, no menor, es que cuando empezaban a deprimirse con toda esta situación, las mandaban a médicos psiquiatras del Opus Dei. Además iban acompañadas y las medicaban.
¿Dónde se radicaron las denuncias?
Acá en Argentina no iniciamos ninguna causa todavía, acá se va a iniciar prontamente pero se inició primero en el Vaticano porque estas mujeres no solo trabajaron en la Ciudad de Buenos Aires sino que trabajaron en todo el país. Trabajaron también en Uruguay, Bolivia, Paraguay, en Roma en la sede central del Opus Dei, una trabajó en Kazajstán. Esto no era algo que sucedía en Argentina, esto se replicaba en todo el mundo. Nos ha contactado gente de Irlanda, Inglaterra, España, México, Costa Rica, de Guatemala, Ecuador, que sufrió lo mismo.
Por eso optamos, después de hacer las averiguaciones pertinentes, nos dijeron que correspondía hacer la denuncia en la sección abusos de la Congregación de la Doctrina de la Fe que es donde ingresó. Una vez que ingresa la denuncia, a los 15 días cambian toda la cúpula del Opus Dei. Cambian de gente que era más o menos coetánea con, tenían más o menos la misma franja etaria y que habían coincidido en los años con estas mujeres, los sacan a todos y ponen gente más joven.
Al poco tiempo el Papa Francisco decide esto de bajarles el rango de la Congregación de los Obispos al Dicasterio del Clero y últimamente le sacó este motu proprio (iniciativa propia) que solo les sacó a ellos, o sea, no es que le pasó a ninguna otra orden religiosa.
También hubo una respuesta del Opus Dei ¿Dijeron que están haciendo una comisión de investigación?
Eso es como que el abusador se juzgue a sí mismo, cosa que obviamente nosotros rechazamos. Pero les redoblamos la apuesta. Les dijimos que ellos vinieran a nuestras oficinas que estamos dispuestos a hablar. No solo no vinieron sino que ahí lo que hicimos nosotros fue labrar un acta notarial dejando constancia de que no habían venido. Pero ellos lo que querían era juntarse con estas mujeres sin representación legal.
Nosotros notificamos de esto a todos los obispos del país. Porque a las víctimas las atosigaron, las hostigaron con esto, las llamaron un montón de veces, las perseguían por redes sociales. Estamos percibiendo que la iglesia local, nos está empezando a apoyar y se dan cuenta que esto que sufrieron estas mujeres es terrible y muchas de ellas siguen siendo muy católicas y muy creyentes a pesar de todo.