China, como potencia en innegable ascenso, es un jugador internacional fundamental en el complejo mundo de la geopolítica. Desde hace años, el gigante asiatico se ha consolidado como un actor clave en la disputa por la construcción de un orden mundial multipolar frente al unipolarismo financiero.
El estallido bélico entre Rusia – Ucrania es una expresión visible de esa disputa. El conflicto, más allá de la dimensión técnico-militar, representa un proceso estructural de transición hacia esa multipolaridad. Las consecuencias del mismo, a su vez, afectan en todas las latitudes, especialmente en materia de precios, energía e, incluso, alimentos.
En ese marco, el rol de China cobra relevancia. Desde el principio, después de aquel 24 de febrero en donde Vladimir Putin anunció el comienzo de la operación militar en territorio ucranianio, China ha rechazado el uso de la fuerza armada como forma de resolución de los conflictos internacionales. No obstante, ha considerado los motivos rusos como válidos.
En un terreno incómodo para sus propios intereses, a pesar de la narrativa que Occidente ha intentado construir, la posición china ha sido de las más responsables en el plano internacional.
Llamado a la paz
Uno de los objetivos estratégicos de la OTAN en el marco del conflicto Rusia – Ucrania es alejar a la Unión Europea (UE) no sólo de Rusia, sino también de China. Allí, la UE tiene integrada su economía real. Romper la articulación de Europa con el tándem Rusia – China es clave para el globalismo financiero. Ya que implica negar la posibilidad de que la UE adquiera autonomía y se sume a la construcción de un orden multipolar.
El tándem Rusia – China se trata de una alianza estratégica e integral entre ambos Estados que se ha consolidado en las últimas dos décadas. La coordinación en espacios como los BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghai son un ejemplo concreto de esa alianza. En una cumbre que tuvo lugar en febrero de este año, antes de la operación militar rusa en territorio ucraniano, los presidentes Xi Jinping y Putin ratificaron su vocación de construir un orden mundial multipolar.
En este marco, China ha mantenido un constante llamado a la resolución dialogada del conflicto desde un comienzo. El papel del gigante asiático en este escenario se puede observar en el diálogo con la UE, con Zelenski, con Putin e incluso con Estados Unidos.
Sin embargo, China ha dejado en claro la responsabilidad de EEUU – OTAN en el estallido bélico. La expansión de la alianza militar transatlántica en Europa del Este así como el posterior envío de armamento de la OTAN a Ucrania han sido denunciadas por el gigante asiático.
China busca la coexistencia pacífica
Para entender el rol de China en el conflicto Rusia – Ucrania es necesario, ante todo, explicar algunos puntos elementales que guían su política exterior. Su posición no difiere de la forma en la que se vincula con los demás países del mundo como un polo emergente de poder.
En este sentido, en reiteradas oportunidades el gobierno de Xi Jingping criticó la idea de una hegemonía en el plano internacional. Así como la mentalidad de la Guerra Fría. Y propuso una “coexistencia pacífica” entre las naciones del mundo. Ese concepto forma parte de manera estructural del pensamiento geopolítico chino.
En el contexto de un mundo convulsionado por las guerras, en 1954, China e India elaboraron en conjunto lo que se conoce como los “Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica”. Estos están basados en: 1) El respeto a la soberanía e integridad territorial de cada país 2) La no agresión 3) La no injerencia de los asuntos internos de otros Estados 4) La igualdad en las relaciones, y 5) El beneficio mutuo.
En aquel momento, China entendió que para la estabilidad mundial era necesario otro modelo en las relaciones internacionales.
Aunque no exenta de tensiones, China ha hecho de estos puntos los principios rectores que guían su política exterior. Si el multipolarismo es el horizonte, las relaciones internacionales entre Estados no pueden basarse en la doctrina de suma cero, propia del mundo bipolar.
De esta manera puede comprenderse que, a pesar del vínculo con Rusia, China no avale la intervención militar o que, por ejemplo, nunca reconoció la independencia de la región del Donbass, porque sería violar el respeto a la soberanía e integralidad territorial ucraniana.