Hace algunos días se cumplieron 48 años desde que el Padre Mugica fue asesinado. Había sido impulsor del trabajo sacerdotal en las villas argentinas y consideraba la fe como una militancia política. Además, el sacerdote sostenía que el compromiso de amor a les otres era también un compromiso político.
Mugica integró la corriente de Sacerdotes para el Tercer Mundo, se identificó con el peronismo y murió asesinado el 11 de mayo de 1974 por las ráfagas de una ametralladora. Su legado se basó en una nueva perspectiva dentro del cristianismo, donde prevalecía la lucha contra las opresiones y el poder al servicio del pueblo.
En una oportunidad, el Padre Mugica expresó: “Quien quiere asumir el Evangelio y al hombre de carne y hueso, descubre que el compromiso político no es optativo sino obligatorio y que es además, un compromiso revolucionario”.
Carlos Mugica, el Padre de todes
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació el 7 de octubre de 1930, en el barrio porteño de Villa Luro. Su familia pertenecía a la aristocracia argentina e incluso su padre fue un dirigente muy importante durante la década infame.
Luego de terminar la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires, Mugica comenzó a estudiar derecho. Sin embargo, a los 21 años abandonó la carrera e ingresó al Seminario Metropolitano de Buenos Aires, en 1951.
Cuatro años después, fue misionero y visitaba el conventillo de La Boca. Durante una de sus recorridas, se topó con un graffiti que decía: “Sin Perón no hay Patria ni Dios, abajo los cuervos”. Aseguran que la intervención fue decisiva para él.
Finalmente en 1959, se convirtió en sacerdote en la Catedral de la ciudad de Buenos Aires. Durante esa época, se desempeñó como asesor espiritual de la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Juventud Universitaria Católica de la Facultad de Medicina.
En el año 1967, Mugica se unió al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la corriente renovadora dentro de la iglesia católica que tenía una perspectiva de compromiso social y político en América Latina.
En ese sentido, la mayor parte de su trabajo comunitario lo llevó dentro de la Villa 31. Allí, fue nombrado párroco de la Capilla del Cristo Obrero. A partir de los años ‘70, junto a sus compañeres dio lugar a una nueva corriente que se denominaría Movimiento de Curas Villeros.
Luego de su retorno en el ‘72, Perón convocó al Padre Mugica para que sea parte del Ministerio de Bienestar Social. El cura aceptó considerando que era un lugar estratégico para ayudar a las villas. Sin embargo, por las diferencias con el ministro López Rega, Mugica decidió renunciar al cargo. Ya en 1974 sería brutalmente asesinado.
El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM)
A fines de los años ‘50, la Iglesia Católica sufrió una serie de cambios dentro de su perspectiva hegemónica establecida por las jerarquías eclesiásticas. De esta manera, los nuevos posicionamientos emergentes llevaron adelante una división.
A partir de la convocatoria del Papa Juan XXIII, en 1962 comenzó a sesionar el Concilio Vaticano II. Además de la reflexión meramente teológica, algunos sectores de la Iglesia comenzaron a discutir en torno al sistema capitalista y sus consecuencias en relación a las desigualdades.
Estos debates provenientes del Concilio, tuvieron un rol fundamental dentro de las iglesias latinoamericanas. En ese sentido, la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Colombia, se basó en las problemáticas de muchos países del Tercer Mundo. Allí discutían sus inconvenientes sociales, productos de medidas políticas y económicas que dificultaban el desarrollo de estas naciones.
En tanto, en el marco de los recambios ideológicos y las nuevas perspectivas teológicas (denominada Teología de la Liberación) se conformó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Esta nueva corriente priorizaba su trabajo pastoral con los sectores más humildes y pretendía una conducción más horizontal y participativa.
En Argentina, por ejemplo, el MSTM estuvo conformado por los curas villeros, aquellos que transitaban las villas miseria y los barrios marginados.
¿Qué es la Teología de la liberación?
La teología de la liberación es una nueva corriente de la teología que propone una crítica a la praxis histórica cristiana y a los fundamentos en los cuales se centra. Es decir, criticar para transformar la doctrina eclesial. También entiende a la fe como una herramienta revolucionaria y se caracteriza por evitar todo tipo de fetichismo y narcisismo.
De esta manera, dicha teología se presenta como una forma reflexiva en relación a las situaciones económicas y socioculturales que enfrentan los pueblos. Además, establece una función liberadora de las personas y de la comunidad.
Al respecto, gran parte de Latinoamérica se vio interpelada en el proceso emancipador de esta nueva corriente teológica. El concepto de poder fue obligado a re-conceptualizarse. Así comenzó a ser discutido al servicio de las sociedades históricamente oprimidas y de lucha contra las desigualdades que generan la miseria en la humanidad.