Si bien la ansiedad se puede manifestar con problemas digestivos, en ciertos casos también hay una enfermedad gastrointestinal. Por ejemplo, se estima que al menos el 50% de les pacientes que padecen el síndrome del colon irritable o intestino irritable sufren además de trastorno de ansiedad generalizada. Nota al Pie conversó con la licenciada Mariana Pérez, psicóloga clínica especialista en trastornos de ansiedad.
Uno de los abordajes a estas patologías se realiza mediante la Psicogastroenterología. Se trata de una rama de la psicología que estudia la relación entre el cerebro y el intestino. Trata a pacientes con diagnóstico de enfermedades funcionales, cuyos síntomas están vinculados al tubo digestivo. El síndrome de intestino irritable es el de mayor frecuencia en las consultas.
La especialista Mariana Pérez, a través de su cuenta de Instagram @nosostuansiedad divulga información sobre la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Además, brindará una charla virtual junto a la nutricionista Silvina Fralleoni el próximo viernes 13 de mayo. El fin de la misma es ayudar a comprender la relación entre el síndrome de colon irritable y la ansiedad.
La licenciada Pérez explicó que la Psicogastroenterología gana un lugar de importancia a medida que se va conociendo más la relación entre nuestro sistema nervioso central, y el llamado sistema nervioso entérico. Este está encargado de regular las funciones gastrointestinales.
Detrás del colon irritable
La especialista especificó que “el síndrome de intestino irritable, o también llamado colon irritable, es una de las patologías con más frecuencia en la consulta. Generalmente derivadas por gastroenterólogo o nutricionista”. También comentó que son pacientes que llegan generalmente con mucho desaliento o desorientación, debido a un largo recorrido por distintos tratamientos.
Explicó cómo estas patologías afectan la vida diaria. Al respecto, expresó que pueden generar una alteración importante en la calidad de vida, en varias áreas. “En cuanto al colon irritable por ejemplo, los malestares gastrointestinales, diarrea, estreñimiento o ambos, despiertan un elevado nivel de estrés, además del malestar físico. Y a la vez, el estrés, tiene un impacto en la sintomatología gastrointestinal, generándose un círculo vicioso: estrés por los síntomas, más síntomas, más estrés, más síntomas, etc.”, amplió.
“Cuando hay elevados niveles de estrés o ansiedad y más si la persona además de colon irritable tiene un trastorno de ansiedad, lo cual es muy frecuente, puede comenzar a estar muy pendiente de la mínima molestia física”, agregó. Esto la lleva a comenzar con conductas de control. Algunas de ellas son estar pendiente de si tiene un baño cerca y evitar reuniones sociales porque no sabe qué comer. También puede evitar reunirse con otras personas por sentir vergüenza ante la posible manifestación de los síntomas.
Un tratamiento interdisciplinario
La entrevistada explicó que el tratamiento es interdisciplinario, incluye especialistas en gastroenterología, nutrición y psicología. Según el caso, puede precisarse más énfasis en alguna de las tres áreas.
“En el caso del tratamiento que realiza un psicogastroenterólogo, se trabaja integrando diferentes herramientas, provenientes de la terapia cognitivo-conductual, mindfulness, terapia EMDR, hipnoterapia”, detalló la licenciada. En su caso, ella también trabaja desde la terapia centrada en la compasión. “Lo que hacemos los psicoterapeutas que tratamos con estos pacientes, es ayudarlos a aprender a regular el estrés y reducir la sensación de malestar frente a las sensaciones físicas desagradables”, indicó.
También les enseñan a trabajar con los pensamientos catastróficos que suelen tener respecto del diagnóstico y de su impacto en la vida cotidiana. “Reducir por lo tanto el miedo a los síntomas y fomentar seguridad y resiliencia, desarrollando un vínculo con el diagnóstico de una manera más amable y compasiva”, resaltó.
En cuanto a la medicación, deberá indicarse según cada caso puntual. En relación a esto, la especialista remarcó que “cada persona es diferente. No se puede evaluar la enfermedad de manera aislada, sino cómo actúa la enfermedad en esa persona en particular”.
Un síndrome no limita la vida
Dentro del espacio de terapia, Mariana Pérez ayuda a sus pacientes a que puedan aprender a relacionarse con su disfunción de una manera más amable. Para ella, tener un diagnóstico de este tipo no quiere decir que no puedan tener un buen vivir.
“Les invitaría a que se conecten también con lo que para ellos es valioso en la vida, que amplíen la mirada, y que pidan ayuda», recomendó la especialista. Y alentó: »Hay tratamientos y muchos profesionales formados que comprendemos lo que les pasa, y que podemos brindar herramientas para que se sientan cada vez más seguros con su cuerpo, y desarrollen habilidades de resiliencia, para que el síndrome no les limite la vida”.