Sara Herrera forma parte de la lucha del Barrio 1° de Noviembre, ubicado en La Matanza, por las tierras reclamadas para vivir. Nuevamente, les vecines son ignorados por la municipalidad y deben hacerle frente a la problemática con los recursos que tienen.
Nota al Pie se comunicó con Sara Herrera para conocer cómo continúa la situación.
Situación actual de las familias
Sara nos explicó que detrás de la crisis habitacional hay otros factores que influyen y pesan cada día más. La represión, la violencia, el desalojo e incluso la discriminación se vuelven habituales para las familias que luchan por una tierra para vivir.
Un derecho básico y fundamental como un lugar el cual habitar suena un privilegio para las familias del Barrio 1° de Noviembre. A su vez, cabe destacar que las 250 familias están compuestas por niñes que aprenden desde su más temprana edad el rechazo por parte de un sistema que los ignora y evita darles una solución a sus reclamos.
“El 28 de abril vino la policía con la excavadora de la municipalidad. Sin orden nos dijeron que iban a empezar a hacer el zanjeo, la cual las familias lo impedimos. Tuvimos una buena charla con el secretario de Obras Públicas de La Matanza, Santillán, al cual le dijimos que no íbamos a dejar que la excavadora hiciera el zanjeo”, relató Sara.
Según nos comentó, la respuesta de parte la municipalidad fue: “Hablen con la fiscal”. Ella les dijo que eso fue arreglado con la municipalidad y que desde allí dieron la orden. Sin embargo, no les avisaron que iban a visitar e interrumpir su espacio: no recibieron ninguna notificación.
Por otro lado, menciona que cada une de elles evita tomar cartas en el asunto y solucionar el problema en concreto. Es decir, evaden la responsabilidad entre las autoridades. Mientras tanto, las familias conviven con la incertidumbre constante de un posible desalojo.
Promesas sin cumplir por parte del municipio
“El municipio se había comprometido en tratar de mantener los merenderos, los cinco que teníamos, porque unos los desalojaron y quedaron los cuatro que supuestamente iban a sostener. Pero no tenemos ninguna respuesta con respecto a eso. El 26 de enero fue la última reunión con el secretario de Gobierno de la Municipalidad. Y las familias continuamos acá en el día a día luchando por una vivienda digna”, explicó la vecina.
También nombró la visita de Liliana Werner, cuando realizaron el relevamiento de las familias del cual hasta el día de hoy no tienen noticias. De esta manera, demuestran que el municipio no cumple con las promesas que hace a les vecines. Mientras tanto, las familias deben sostener con su propio esfuerzo los merenderos.
Barrio 1° de Noviembre: festival del 8 de mayo
Al respecto de las medidas tomadas, Sara detalló: “Realizaremos este 8 de mayo un festival con las familias de varias tomas para que sepan la lucha que vivimos día a día, y sobre todo la represión constante. No solamente necesitamos mantener los merenderos. Somos 250 familias con derecho a la tierra y el Gobierno no nos quiere dar una solución”.
En el festival van a participar artistas del Barrio 22 de Enero que apoyan la causa, acompañan y ayudan a las familias del barrio. El objetivo es lograr que sigan conociendo y apoyando la lucha. “Esto no se termina así nomás. No vamos a dar el brazo a torcer. Necesitamos una respuesta”, exigió.
Les vecines esperan concientizar sobre la crisis habitacional con la realización del festival. De esta forma, el objetivo es dar a conocer la cotidianeidad de su lucha, la forma en la que viven y las necesidades que deben soportar constantemente.
De esta manera, valoran la presencia de aquellas organizaciones sociales, movimientos, familias y todas las personas que se acerquen a escuchar sus voces y dar lugar a su reclamo.
Asimismo, incluyen a artistas y músicos a formar parte del festival para ayudar a visibilizar sus actividades en La Matanza. De alguna manera, se complementa el arte y todas sus expresiones con la lucha por la crisis habitacional de todas las familias.
Por otro lado, la entrevistada resaltó que en el barrio viven madres solteras; niñes con discapacidad; mujeres que sufren violencia de género y múltiples problemáticas que no son escuchadas por la Municipalidad y sus autoridades. No se trata solamente de una crisis habitacional, sino también de las historias de vida que traen detrás todas las familias del barrio.