El pasado martes, en el marco de una entrevista realizada en el canal de televisión C5N, Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, sostuvo que “el narcotráfico pone plata en las radios barriales”. La frase, que fue dicha cuando el ministro explicaba los diferentes ámbitos en donde el narcotráfico compra la complicidad a través del dinero surgido de actividades ilícitas, recibió rápidamente el repudio de los medios populares.
Desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA) rechazaron lo manifestado por el funcionario bonaerense y al mismo tiempo resaltaron que «les compañeres de los medios comunitarios y autogestivos son quienes le dan voz a las organizaciones barriales que intentan enfrentar al narcotráfico».
Por su parte, el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO) sostuvo que «es importante destacar que en algunos lugares la comunicación desde los barrios nació para dar respuestas y contención justamente a un conflicto de narcotráfico que el Estado no pudo o no quiso resolver».
El rol social de los medios populares
Las declaraciones de Berni, además de ser profundamente estigmatizantes, no se condicen con la realidad. Lejos de ser parte de la compleja pero visible red de complicidad con el narcotráfico, los medios populares son objeto de amenazas – e incluso de ataques – por parte del crimen organizado. El motivo es que, ante todo, no son indiferentes con lo que pasa en cada uno de los territorios en los que se encuentran.
Lo disparatado de los dichos queda en evidencia tan solo con observar, sea cual fuere el soporte en el que esos medios desempeñen sus tareas, el espacio que la comunicación popular brinda al flagelo de la drogas en los barrios. No solo se cubre e informa sobre movilizaciones como, por citar un ejemplo, «ni un pibe menos por la droga» sino que también, en muchos casos, se articula con el Estado para realizar campañas de concientización sobre su consumo problemático.
Si el ministro, como mencionó en la entrevista, entiende que el narcotráfico es uno de los factores que provoca la ruptura del tejido social, no puede desconocer ni omitir el rol que ocupan esos medios en la gigantesca tarea de recomposición de ese tejido. La comunicación popular no solo cumple con un rol informativo sino que, además, refuerza los lazos sociales, logra sentido de pertenencia e integra las diversas problemáticas que ocurren en nuestros barrios con el fin de buscar salidas colectivas. En otras palabras, genera comunidad.
Mientras el narcomenudeo divide, levanta muros, te diferencia con la persona de al lado e instala la violencia como moneda corriente en cada lugar donde se establece, la perspectiva comunitaria de la comunicación une: son en la práctica, pero también en esencia, profundamente diferentes.
Estigmatización e irresponsabilidad
Las palabras de un funcionario que tiene a su cargo la misión de brindar seguridad a más de 16 millones de bonaerenses, especialmente cuando la plataforma es un medio de comunicación masivo, no son irrelevantes: generan sentido. Decir con tanta liviandad, sin prueba ni ejemplo concreto alguno, que las radios populares reciben plata del narcotráfico no solo es irresponsable sino también peligroso.
Resulta llamativo, aun cuando el mismo Berni reconoce la corrupción de las fuerzas de seguridad, que utilice como argumento que en las radios comunitarias se habla mal de policía mientras el narcotráfico sigue avanzando. La acusación se cae por su propio peso. En primer lugar, aunque sea una obviedad, frenar al crimen organizado es una tarea que le corresponde al Estado. En segundo lugar, si en esos medios comunitarios se problematiza el rol de la policía es porque, en los barrios, es la cara visible de la violencia institucional.
La evidente poca simpatía que tiene Berni con los medios populares, quizás por las críticas que se realizan desde quienes viven día a día las diferentes dimensiones de la inseguridad que se expresan en la provincia, impide que pueda encontrar en ellos un aliado fundamental para combatir las consecuencias que trae el narcotráfico en cada barrio del país. Sus dichos, además de irresponsables, son un gran error político.