En el Hospital Borda, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, funciona un emprendimiento que articula la salud mental y la economía social. Se trata de la Cooperativa La Huella, integrada por personas internadas en el nosocomio, desde donde se elaboran productos de carpintería, ebanistería y tapicería.
El impulsor del emprendimiento es Federico Bejarano, psicólogo social graduado en ciencias sociales y personal técnico de planta del Hospital Borda. Fue él quien tuvo la posibilidad de conocer iniciativas similares en Italia, en el marco de una pasantía. Una vez realizada esa experiencia, decidió volcar sus aprendizajes en Argentina.
En diálogo con Nota al Pie, Bejarano comentó que en la institución habían empezado a pensar en la integración de sus pacientes, de modo tal que cuando la persona saliera del hospital pudiera integrarse plenamente en la sociedad. “Empezamos a pensar en estrategias de rehabilitación, particularmente la que hace a lograr un espacio laboral, que es una de las más difíciles”, señaló el impulsor de la cooperativa.
El especialista describió que en la práctica del trabajo se daban cuenta que las personas que lograban algunas habilidades dentro del hospital, luego afuera no lo podían aplicar. Fue a partir de ese contexto que percibieron que era necesario crear algunos dispositivos. “No se puede lanzar a alguien afuera si no están dadas las condiciones de recepción de personas con discapacidad psicosocial”, subrayó Bejarano.
Los productos y servicios
Aixa Uzubiaga Vale se desempeña como socia de La Huella. Desde su rol de responsable del área comercial explicó: “Somos un taller que trabaja con madera, en nuestro caso en particular confeccionamos productos a través de madera reciclada de pallet”. Aixa detalló que además brindan otros servicios, como restauración y reacondicionamiento.
“Trabajamos en conjunto a otro equipo, donde derivamos pedidos de tapizado, plastificados, carpintería en general y muebles específicos”, destacó la cooperativista. También enumeró que desde La Huella han participado en actividades de capacitación y presentaciones en congresos. A su vez, la cooperativa forma parte del Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental y de la Federación de Cooperativas Autogestionadas de Buenos Aires para Otra Economía (FEDECABA).
Conocer la demanda
En la cooperativa realizaron una intensa labor de mercadeo. Federico Bejarano destacó que a lo largo de los años han logrado mejoras en la calidad de los productos mediante mucha investigación; eso mejoró la circulación de los productos en muchos espacios de la economía social y popular.
Sin embargo, el campo de acción no se limita a la economía social: “También nos hemos animado a incursionar en la economía capitalista, por ejemplo participando en licitaciones y compitiendo con otros actores que no son cooperativas sociales”, destacó.
Esta iniciativa la emprendieron para socializar el emprendimiento y para mostrar sus capacidades. Respecto a la sostenibilidad económica, la cooperativa obtiene ingresos que provienen de diversas fuentes: mediante pagos de productos o servicios y otras formas de reconocimiento públicas a la integración, como subsidios que se utilizan para adquirir maquinaria.
El espacio del taller
Oscar Ferrara es el actual tesorero de La Huella. En diálogo con Nota al Pie relató que la cooperativa funcionaba en un salón cercano al comedor del hospital. “En el año 2018 nos pidieron que nos mudáramos porque usamos elementos tóxicos, como barnices y lacas, y arriba de nuestro espacio estaba ubicado el comedor del hospital. Nos trasladaron a una casita, cerca de la puerta de ingreso del hospital”, relató.
El nuevo espacio es un sitio independiente, no está integrado a ningún pabellón, es el lugar donde antes funcionaba un servicio de psiquiatría. “Está en inferioridad de condiciones porque no tiene agua, es un espacio muy húmedo y muy frío en invierno, pero lo valoramos porque nos dan la posibilidad de poder seguir trabajando”, comentó.
La economía social y la salud mental
Federico Bejarano hace énfasis en el rol que desempeña La Huella en la rehabilitación: “El objetivo es la integración de las personas que tengan una patología o enfermedad mental u otras desventajas, como por ejemplo la permanencia de largos períodos dentro de instituciones o personas que han estado marginadas”.
El objetivo de La Huella es generar un salto al mundo del trabajo con un espacio que los aloje. “Se trata de algo real porque la persona trabaja, recibe a cambio una retribución por los servicios que se venden y además un acompañamiento para que no quede expulsada del sistema”, destacó.
Mariana Pacheco es psicóloga y se desempeña como secretaria de la cooperativa. Respecto al emprendimiento, enfatizó que trabajan con principios tales como reproducción ampliada de la vida, reciprocidad y precio justo. Y resaltó que el cooperativismo se rige por la democracia y la intercooperación, y eso propicia la rehabilitación.
Según la especialista, “en un encuadre así se puede apuntar a una salud mental con perspectiva de derechos, resguardando los derechos de usuarias y usuarios”. De ese modo “se logra rehabilitar capacidades sociales, integrando a los usuarios y usuarias en la comunidad, y también integrando a la comunidad en la salud mental”, precisó.
Respecto a los vínculos con la sociedad, relató que han tenido muchas pasantías de estudiantes de psicología, terapia ocupacional, de la UBA, UNQ, UTN: quien hace la pasantía se lleva una formación y deja un aporte hacia la cooperativa.
La organización interna
José Espinosa , actual presidente de la cooperativa La Huella y usuario de salud mental del Hospital Borda, describió a Nota al Pie que cada integrante tiene su rol: “Yo antes era síndico, luego tesorero y hoy en día soy el presidente de la cooperativa. Me encargo de las compras, los insumos y trabajamos en conjunto con el resto”.
Federico Bejarano resaltó que la propuesta es que exista una sustentabilidad democrática y participativa para no reproducir el sistema de exclusión, “donde las personas participen como personas y no como pacientes”. También explicó que esa modalidad implicó un desafío, ya que para implementar algo así hay que crear dispositivos que faciliten la participación. “La persona por sí misma no tiene ese hábito y ese hábito había que volverlo a crear. Eso se logró internalizando el concepto de que se trata de su cooperativa y que, por ende, las decisiones pueden ser tomadas en espacios dialógicos”, finalizó.