– Mi nombre es Adriana Calvo, soy integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), que es un organismo de derechos humanos que nuclea sobrevivientes de los campos de concentración, y uno de sus objetivos es precisamente reconstruir la historia de cada uno de ellos. En esa tarea estamos desde hace seis años, hemos logrado reconstruir buena parte de la historia de los doce campos de concentración— así empieza su testimonio presentado en Buenos Aires el 12 de septiembre de 2001; uno de los tantos que marcaron un precedente en materia de derechos humanos en Argentina.
Adriana se graduó en 1970 como licenciada en Física en la Universidad Nacional de La Plata. Siete años después se desempeñó como docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas. Ese mismo año, el 4 de febrero de 1977, Adriana Calvo faltó a sus clases para quedarse con su hijo menor, Santiago, de un año y medio. Su hija Martina, de tres, había ido a dormir a la casa de sus abuelos en Temperley. Adriana estaba embarazada de seis meses cuando la fueron a buscar a su casa de Tolosa.
Santiago se salvó gracias a una pareja vecina que vio lo que estaba pasando y lo arrebató de las manos de sus captores, pero Adriana no corrió la misma suerte. La llevaron primero a la Brigada de Investigaciones de La Plata. Después a Arana, donde se enteró que estaba también su marido, Miguel Laborde. Les preguntó dónde estaban los chicos y recibió como respuesta el primer cachetazo.
La retuvieron, de forma clandestina, en diferentes dependencias de la Policía bonaerense: la Brigada de Investigaciones de la Ciudad de La Plata, el Destacamento Policial de Arana, la Comisaría 5.ª de La Plata y la Brigada de Investigaciones de Banfield, conocida como Pozo de Banfield.
—Estar secuestrado era realmente como estar en un pozo, era la sensación que teníamos: que nos habían metido en un pozo y que la vida seguía por arriba— explicó Adriana.
Camino al pozo de Banfield, Adriana dio a luz a su hija Teresa: adentro de un patrullero, sola, con las manos atadas y tabicada (veía por debajo de la venda, con el tabique de la nariz como obstáculo; lograba espiar un poco de suelo, alguna que otra pierna, y a veces —estirando un poco el cuello— algún rostro).
Allí la estaba esperando el médico torturador Jorge Antonio Berges, quien hoy goza de prisión domiciliaria, a pesar de haber sido condenado por delitos de lesa humanidad. Berges cortó el cordón umbilical, le retiró la placenta de un apretón y la obligó a que baldeara lo que había ensuciado. Estuvo trece días más con su beba desnuda y llena de piojos en un escritorio que usaba de cuna.
Sobrevivió a ese infierno y desde el día de su liberación, el 28 de abril de 1977, ella y su marido empezaron a avisar a las familias de las personas con quienes compartieron cautiverio. Entre ambos llamaron a no menos de 50. Adriana fue una de las tres sobrevivientes que participó del programa Nunca Más antes de que se presentara el informe.
Tortura sistemática y desaparición
Carlos Zaidman fue detenido contra su voluntad el 11 de julio de 1977 y recibió torturas sistemáticas hasta el 3 de agosto de ese mismo año. Habló con Nota al Pie para recordar la imagen de Adriana:
—Yo la quise mucho. Adriana, además de ser una gran persona e inteligente en todos los aspectos, significó la lealtad hacia la memoria. Aun con todos los temores que teníamos, tuvo la valentía de salir a avisar a los familiares de los detenidos que ella había visto en cautiverio.
Carlos habla de Adriana como una científica con una memoria envidiable, que pudo ensamblar los recuerdos de su cautiverio con detalle. La recuerda como una constructora, que entendía la necesidad de avanzar y que para eso iban a tener que organizarse. Tuvo la idea de formar Justicia Ya!
Su acercamiento con Adriana fue bastante después de su liberación. Si bien la conocía de vista y de la militancia, no había tenido mucho trato con ella en ese entonces.
—A mí me costó bastante salir a organizar. Creo que tomé la decisión cuando empezaron los juicios. Ahí empecé a tener contacto con Nilda Eloy y Adriana.
La voz de quienes no pudieron salir del infierno
Las condiciones en las que se encontraban la mayoría de quienes desaparecieron y pudieron volver del infierno eran similares.
—Una de las cosas que buscan en realidad es anularte como persona y por lo tanto perdés la noción de tiempo y espacio. Normalmente todo lo que se sabe con certeza es a través de dichos de familiares o personas detenidas que estaban más repuestas o pudieron conservar esa noción.
Carlos también estuvo junto con Adriana Calvo y Nilda Eloy cuando sucedió la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López, ahí se encontraban en Justicia Ya! Fue un golpe terrible y además se quedaron con la certeza de que aún no se había desalentado el poder represivo de la dictadura.
Al preguntarle sobre la ausencia de Adriana, Carlos, quien hoy es miembro de la AEDD, comenta:
—Yo creo que no es fácil reemplazar a las personas, no es posible. Pero nuestra responsabilidad, como asociación, es la de tratar de ser la voz de quienes no pudieron salir del infierno. Eso nos obliga moralmente a tratar de suplir esta enorme labor que había hecho Adriana y a tratar de seguir por lo que ella luchó.