jueves 2 de mayo de 2024

El viaje de Massa a los EEUU y la estrategia norteamericana para nuestra región

En el marco de la visita del Ministro de Economía a los Estados Unidos, Humberto Tumini, presidente de Libres del Sur, reflexiona acerca de la relación entre Argentina y el país gobernado por Joe Biden.
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El pasado miércoles, Massa fue recibido en la Casa Blanca por Jake Sullivan, Mike Pyle y Juan González, consejeros del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Crédito: Twitter Sergio Massa.

El nuevo Ministro de Economía ha viajado a los EEUU. Acorde a lo que se ha informado fue para destrabar créditos del BID; algo que ha conseguido, todo indica, gracias a que el hombre de Trump en dicha institución, Claver-Carone, le ha concedido el mérito que no le reconocía antes a Guzmán.

También se reunirá con Kristalina Georgieva, Directora del FMI, a los efectos de ratificarle que cumplirá a rajatabla el acuerdo de la Argentina con dicha institución. Tal como han señalado voceros del presidente Biden, al que el gobierno nacional viene pidiéndole apoyo hace rato, hay que “solidificar ese compromiso”.

 Además, acorde a los que se informa desde su delegación, ha ido para entrevistarse con directivos de empresas norteamericanas interesadas en nuestro Litio, en el petróleo y el gas de Vaca Muerta, en la minería y en la industria del conocimiento. Seguramente analizará también temas de seguridad con el gobierno norteamericano, ya que tiene agendadas reuniones con el actual Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan; no parece casual que tengan todavía retenido el avión iraní.

Para entender en profundidad este viaje y adónde apunta en lo que a alineamiento internacional de nuestro país refiere, es bueno analizar el telón de fondo del mismo. Que, si bien de nuestra parte es principalmente la crisis económica que agobia al gobierno del Frente de Todos; del otro lado, donde no dan puntada sin hilo, está la estrategia que vienen desplegando de Trump en adelante, para ver de reposicionar a los EE.UU en el mundo y en nuestra región.

Como se sabe, la hegemonía económica norteamericana ha venido declinando desde principios de este siglo y en particular desde la crisis de las hipotecas del 2008/2009. Mientras que, paralelamente, China ha ido creciendo hasta comenzar a desafiar el dominio mundial del imperio. 

En ese contexto es que llega Trump, planteando ponerle fin a la globalización tal como estaba establecida y volver a una estrategia de fortalecer su país tras la consigna “América primero”. Esto, en esencia, tenía dos aspectos principales: a) Traer de nuevo a los EEUU la mayor parte de las inversiones en otros países, para que renazca su industria; b) Confrontar con los chinos en todos los terrenos, en particular en la alta tecnología, para ponerles un freno.

En ambos terrenos alcanzó logros no desdeñables. Pero, cuando se orientaba a una segura reelección, llegó el Covid. El impacto en la economía de la pandemia, sumado a errores políticos en el manejo de la misma, le hicieron perder las presidenciales. 

Su sucesor, Joe Biden, dijo que venía a cambiar 180º el rumbo de su país. Pero, en los dos años de mandato que lleva, en el terreno internacional ha mantenido una visible línea de continuidad con aquel ex presidente. Mantuvo e incluso incrementó la agresividad hacia China. A lo que le ha sumado el hostigamiento desde la OTAN a Rusia que ha terminado en la actual guerra de Ucrania, donde los EE.UU han subordinado a Europa a sus políticas e intereses.

En ese marco, de romper con la antigua globalización, como planteó Trump, se han producido otros dos fenómenos que empujan de hecho en la misma dirección. En primer lugar, la pandemia, que mostró de múltiples maneras las dificultades para los países desarrollados de tener, en función de abaratar costos y ser competitivos, líneas de aprovisionamiento y logística muy extendidas y distantes. Y, en segundo lugar, la guerra de Ucrania, que indica hasta ahora la inconveniencia de que aquellas no solo sean distantes, sino, encima, inseguras. Se profundiza entonces un escenario de reacomodo económico mundial, que los EEUU buscarán contribuya a la recuperación de su hegemonía.

En ese contexto, un capítulo especial ocupa la estrategia yanqui para nuestra región. Donde, como sabemos, también su dominio viene paulatinamente declinando. Esto ha sido producto, en lo esencial, de dos cuestiones: que la economía norteamericana no es complementaria en general con las nuestras, nos venden, pero no podemos venderles (recordemos la historia reciente del biodiesel y los limones argentinos); y que, por otro lado, los chinos les vienen tomando la delantera en los productos industriales, ganándose mercados. 

El país imperial del norte, gobernado por Trump antes y por Biden ahora, frente a esa realidad, ha tomado la decisión de buscar recuperar lo que durante muchas décadas fue su “patio trasero”. Incluso busca hacerlo con planteos propios de la guerra fría, respecto de que los gobiernos latinoamericanos deben optar si están con los EE.UU o contra ellos en el conflicto con China. Vuelve así la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. 

¿Qué ofrecen a nuestras burguesías para que vuelvan al redil del que se han ido alejando? Que, en el nuevo reordenamiento mundial en marcha, a los efectos de acortar las distancias de aprovisionamiento de bienes intermedios y terminados para su propia producción interna y consumo, van a traer sus inversiones lejanas (de Asia, por ejemplo) a la región. Que, al mismo tiempo, abrirán su mercado interno para que exportemos hacia allí lo que produzcamos. Como hace años hacen con Canadá y Méjico y, también, más recientemente, con las armadurías de Centroamérica. Esa es la zanahoria. 

Siempre tienen a mano, además, para convencer a nuestra vacilante y miedosa dirigencia, la doctrina del Gran Garrote de Theodore Roosevelt. Adecuada a las nuevas realidades por supuesto, en principio, solo en principio, sin cañoneras. 

Por eso, referido a nosotros, la Argentina, hablan del Litio, de Vaca Muerta, de la industria del conocimiento, de seguridad alimentaria y demás yerbas. Quieren poner a nuestra economía bajo su órbita en el nuevo mapa planetario. Y blanden, si no nos subordinamos, la amenaza de ponernos “afuera del mundo”; verso que gustan comprar unos cuantos, de la oposición de derecha y del oficialismo también, por estos pagos.

Es referido a todo esto que detallo arriba, que tenemos que analizar la visita de Massa a los EE.UU, con el apoyo de Cristina Kirchner. No está solo relacionada a cuestiones de coyuntura, que las hay, sino a otras de mediano y largo plazo mucho más complicadas y graves.

Ya conocemos lo que significa, por experiencia propia, que nos subordinen a los intereses imperiales; como sucedió, para no ir tan lejos, en los años noventa con el Consenso de Washington
No fue por casualidad que el expresidente mejicano, Porfirio Díaz, dijo, conocedor del tema: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

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