
El sábado 22 de noviembre concluyó la trigésima edición de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30). La “Cumbre del Clima” se desarrolló en la ciudad amazónica de Belém, Brasil, desde el pasado 10 de este mes.
Quienes acudieron a la cita resaltan puntos negativos y positivos del evento. Empecemos con lo malo: aunque el documento final que surgió de las negociaciones llama a aumentar la ambición de las acciones para enfrentar el calentamiento global, no contiene referencia explícita a los combustibles fósiles.
Pero la cumbre tuvo una característica diferente a las anteriores: otra vez la sociedad pudo manifestarse en las calles. Cabe recordar que las últimas COP fueron en Azerbaiyán, Dubái y Egipto, países con grandes restricciones a la libertad de expresión y con denuncias por violaciones a los derechos humanos.
En cuanto a Argentina, su participación en la COP 30 fue pobre. El gobierno nacional solo envió a tres delegades, que en sus pocas intervenciones arremetieron contra la agenda de género de la convención. Para eso, mejor ni vayan.
COP 30: nadie se anima contra los combustibles fósiles
Otra vez las definiciones para la transición energética quedan a medio camino en una COP. En los últimos años este es un punto débil, en el cual si bien se sabe que hay que hacer algo al respecto, no hay un posicionamiento determinante.
Este sábado, la presidencia brasileña de la COP 30 presentó el documento final con un acuerdo ambiental concreto, pero sin una planificación gradual para abandonar el uso de combustibles fósiles.
Algunos países, entre los que resaltaba el bloque de la Unión Europea (UE) o los isleños, intentaron exigir un camino para dejar atrás el petróleo, gas y carbón. Sin embargo, el acuerdo sólo recomienda a los países iniciar su acción climática de manera voluntaria.
Para compensar la ausencia de estas referencias, André Corrêa do Lago (presidente de la Conferencia), aseguró que creará una «hoja de ruta» para esta transición y otra para revertir la deforestación.
Esta falta de una postura firme, ¿tendrá que ver con la presencia de lobbistas de la industria en la reunión? Según Kick Big Polluters Ou, a Brasil llegaron 1.602 representantes de empresas de combustible fósil, la mayor proporción registrada en cualquier cumbre del clima. Se le unieron también unos 531 lobbistas que impulsan la captura y el almacenamiento de carbono y 302 del agronegocio.

Marcha y velorio por los combustibles fósiles
A pesar de las negociaciones con sabor a poco, la COP 30 fue protagonista de la vuelta más esperada: la expresión de la sociedad civil. Con la libertad de manifestarse en las calles, protestantes realizaron un funeral simbólico para el petróleo, gas y carbón.
Fue el 15 de noviembre, cuando llegaron tres tumbas negras de utilería (una para cada combustible fósil), de entre cinco y siete metros de altura, a los exteriores del nuevo Mercado de São Brasil, en Belém. Delante, una decena de personas sostenía una boa de papel gigante que zigzagueaba de un lado al otro; junto a una fila de más de 80 jaguares que la protegían.
Así, estos animales emblemáticos de la Amazonia abrieron el paso para les más de 50 mil asistentes que participaron en el Funeral de los Combustibles Fósiles.
Esta muestra de artivismo no fue la única manifestación de la sociedad. Previo al comienzo de la COP 30, se realizó la Caravana Mesoamericana por el Clima y la Vida. En ella, pueblos indígenas avanzaron desde el sur de México hacia Brasil, atravesando Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador. Su objetivo fue visibilizar los impactos ambientales, sociales y culturales de la crisis climática sobre las comunidades más vulnerables de la región.

Argentina en la COP 30
A pesar del negacionismo climático del gobierno de Javier Milei, había esperanzas sobre la participación nacional en la Cumbre del Clima. Spoiler alert, las promesas no se cumplieron y nuestro país continúa siendo el perrito faldero de Donald Trump (quien no asistió a la COP 30), en materia de política ambiental.
Desde la Casa Rosada enviaron a tres representantes a Belém: dos técnicos y a Eliana Saissac, directora de Asuntos Ambientales de Cancillería y única figura política de la delegación. Si bien el secretario de Ambiente y Turismo, Daniel Scioli, y el subsecretario de Ambiente, Fernando Brom, estaban previstos en la comitiva, ninguno asistió.
Este último iba a presentar en Brasil la nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), que reúne las metas actualizadas de acción climática del país. Incluso convocó a una conferencia de prensa al respecto, una semana antes del inicio de la COP30. Sin embargo, nada sucedió, y se dice que desde la Casa Rosada le solicitaron la renuncia, que todavía no presentó.
La que sí asistió fue Eliana Saissac, quien tuvo pocas pero duras intervenciones en la Convención. Como les representantes de Paraguay y Rusia, cuestionó la perspectiva de género incluida en un documento específico de la Convención. Durante la reunión plenaria de cierre, pidió incorporar aclaraciones sobre la interpretación de género en términos estrictamente binarios.
La política ambiental del gobierno argentino es escasa, por no decir nula o dañina para los bienes comunes naturales del país. Quedará ver cuál será su postura de aquí a la próxima COP, que se celebrará a fines de 2026 en Turquía (tras un conflicto con Australia por la definición de la sede).

