En diciembre comenzó el juicio que María Saucedo lleva contra quien fue su proxeneta, acusado de facilitar la prostitución, caratula que la sobreviviente reclama que se modifique por la de trata. En febrero, tras la feria judicial, se retoman las audiencias donde la mujer exige justicia.
Saucedo tuvo que esperar más de cinco años para llegar a esta instancia. El proceso transcurre en el Tribunal oral Nº 3, el fiscal de la causa es García Elorrio y el juez Fernando Machado Pelloni.
Romina Doncel, quien acompaña a la denunciante en representación de organizaciones que luchan contra la trata, explicó que “el juicio pertenece a una causa que empezó hace cinco años, con la denuncia de María, denunciando a su pareja por proxeneta, por golpearla, por tenerla amenazada, por llevarla y traerla a estar con hombres en hoteles o departamentos privados, siempre él llevándola y trayéndola con un arma”.
En diálogo con Nota al Pie, María explicó que él era quien arreglaba los clientes, la obligaba a estar con entre tres y cinco por noche, y se quedaba con la mayoría del dinero. “El día que yo no podía trabajar porque estaba enferma o lo que sea, era como una penalización, entonces cuando arrancaba de cero, ese día estaba perdido para mí”, detalló.
La historia de María
María estaba enfrentando una enfermedad cuando conoció a este sujeto por una aplicación de citas. En un primer momento él insistió en acompañarla y se mostró encantador. “Fui captada a nivel emocional, porque casi siempre se hace hincapié en la tratada que es a través de la vulnerabilidad económica y no siempre es así, en mi caso fue a través de la vulnerabilidad emocional y después se transformó en económica”, explicó.
María recordó que “lo primero que hizo fue limpiarme a todas mis amistades y alejarme de mi hermano”. Luego, la dejo sola: “aislada, como para que él pudiera hacer conmigo lo que quisiera y él mostrarse como el salvador”.
Meses después, a raíz de sus complicaciones de salud, fue despedida de su trabajo. Fue allí donde el proxeneta comenzó a insistir con la idea de la prostitución. A pesar de sus negativas él no solo que insistió, sino que comenzó a sacar créditos a su nombre para endeudarla por completo y obligarla, bajo amenazas, a acercarse a la prostitución.
Cuando ella se negó “empezaron los golpes, empezó el maltrato” y hasta llegó a amenazarla con un arma. “Él me sacaba las fotos y me hacía subirlas a un sitio que contrataban los servicios, obviamente con mi número de teléfono pero quien manejaba el celular era él”, relató. Todo era todo manejado por él pero no dejaba rastros: “Siempre hacen que el rastro lo deje la víctima”, explicó María.
“A mí me hizo alquilar también un departamento para trabajar como departamento privado, como temporal y también me hizo firmar a mi nombre, todo era como si fuera mi responsabilidad, pero en realidad no era mi responsabilidad”, denunció. María, además, contó que “él, cada vez que me llevaba, me llevaba armado en mi auto, él manejaba mi auto porque yo no sé manejar, yo no había comprado un auto con mi hermano y terminó usándolo él”.
María tuvo varios intentos de suicidio. Incluso en uno terminó internada en el Hospital Italiano, donde el proxeneta firmo su alta y ella estuvo de acuerdo. Tenía miedo de que la internara y se quedara con su casa y con todas sus cosas.
Tras mucho maltrato ella pudo salir. “Después de varias denuncias que hicieron mis vecinos por los golpes y malos tratos de él, es como que los vecinos se cruzaban conmigo y me decían que tenía el apoyo de ellos”, recordó. También contó que los vecinos “no podían entender, cómo es que estaba yo otra vez con él, no sabían la parte B, que yo estaba siendo sometida”. Una noche logró echarlo de la casa y sus vecinos abrieron las puertas de sus casas para mostrarle apoyo. Él se fue, pero no dejó de hostigarla.
Tras alejarse del agresor María igual vivía amenazada y le costó mucho que le tomaran sus denuncias. Incluso sufrió un intento de homicidio que quedó en la nada para la justicia. También siguió hostigándola luego de que ella lo denunciara, apareciendo en sus lugares frecuentes y violando la restricción perimetral.
Estereotipos y demandas a las víctimas
María explicó que por lo general se relaciona la trata con “el imaginario de que venían en camionetas y se llevaban chicas, o de secuestrar y meterlos en algún lugar a trabajar”. A ella, en cambio, le tocó enfrentarse a “la modalidad del novio”.
María habló de los prejuicios en torno a cómo deben ser las denuncias de las víctimas de trata. “En la sociedad, como que si sos menor de 20, por ahí sí es visto como trata, y cuando sos grande, no importa”, afirmó.
También habló de los prejuicios acerca de cómo debe comportarse la víctima. “Tienen como esta visión de la víctima como pobrecita, que no sabe ni su número de causa”, aseguró María y agregó: “yo logré que llegara a juicio por la forma de moverme. Porque la verdad es que nadie te facilita nada. Tenés que estar encima todo el tiempo. Es desgastante”.
Al respecto, Doncel contó que “ella (María) siempre fue súper activa. Apenas supo cómo hacerlo, ella lo hizo todo el tiempo”. En este sentido, manifestó que “algunos funcionarios se han ofendido o se han sentido incómodos porque ella era muy insistente y muy atenta con el seguimiento de su causa”.
Saucedo denuncia que, en la mayoría de los casos, las causas de trata quedan por “facilitación y promoción a la prostitución, cuando están los elementos para hablar de trata”. Esta caratula para ella implica “desconocer todo el sometimiento y toda la violencia”. Y agregó: “duele la carátula, porque no es la carátula real, y se lo dije al juez cuando pude declarar”.
El juicio
Para Romina, “a la justicia le falta mucha información y muchos recursos en relación a cómo trabajar y cómo abordar la problemática que trata de personas y el sistema prostituyente”. También explicó que el proceso hasta el juicio “fue una lucha de muchos años”, ya que “no todas las sobrevivientes pueden llegar a una instancia de juicio”.
Romina aseguró que “en el caso de María, el proxeneta, siempre fue una persona muy agresiva, que tenía un perfil criminal, que era una persona violenta y también estafador”. Sin embargo, denuncia que “a la justicia le cuesta mucho poder entender lo que implica la captación, el engaño, la explotación, le falta formación, ella se ha encontrado con funcionarios que han tenido nula empatía”.
El camino no fu fácil y María tuvo que formarse para este momento. Aprendió sobre procesos legales, sobre trata, sobre sus derechos. Incluso realizó cursos para poder presentar un escrito por derecho propio, y se recibió en la universidad como agente en Prevención contra la Trata de Personas con fines de explotación sexual y laboral.
Para Romina, “es más fácil decir que una mujer se quería prostituir y que la otra persona le estaba facilitando su prostitución, suena más leve”. Además, denunció que con esa carátula “el Estado parece que se tiene que hacer menos cargo que si decimos que él es un proxeneta, un estafador, una persona violenta, que bajó a amenazas, la explotó sexualmente, que se quedaba con su dinero”.
Ahora ya tuvieron varias audiencias donde se presentaron diferentes pruebas y testigos y, en primer lugar, María pudo declarar durante horas y ser escuchada. La justicia retomará las audiencias en febrero y dictará una sentencia. “Yo solo quiere que se cambie la caratula y se haga justicia”, declaró María.