
Una vez más, la violencia de género vuelve a cobrar una vida. Gustavo Suárez, de 48 años, asesinó a su hijo de 4 años y luego se suicidó como parte de un ejercicio extremo de violencia contra su expareja. Daiana García, expareja y madre del menor, lo había denunciado en reiteradas oportunidades.
El crimen ocurrió en la madrugada del martes, en la localidad de Huanguelén, a pocos metros de la ruta 60. Suárez llegó con su camión, se detuvo en la banquina, asesinó a su hijo y se disparó en la cabeza. El asesino llamó a Daiana para avisarle lo que iba a hacer, pero cuando llegó la policía ya era tarde..
El agresor, además, trató de culpar a la víctima por los hechos. Dejó una carta en la que aseguraba que todo era culpa de la joven: “Daiana, nos vamos con Fran así estás tranquila”, “Él va a estar bien junto a mí donde quiera que estemos y no en una vida de mierda que le podés dar vos acá, dejándolo tirado en un lado u otro para irte con algún macho porque es lo primero que siempre hacés”.

¿Qué es la violencia vicaria?
Distintos medios titularon que el crimen del niño fue por venganza. Sin embargo, el brutal asesinato se trata de un femicidio vinculado, un crimen que lo único que busca es hacer sufrir a la mujer. En este caso, el agresor decide no matar a la víctima de violencia de género, sino dejarla viva pero sufriendo por el resto de su vida.
Según Amnistía Internacional, “la violencia vicaria es una forma de violencia de género por la cual los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres”.
En este sentido, desde la organización explican que la violencia vicaria puede adoptar diversas manifestaciones, entre ellas una de las más frecuentes: las amenazas. Estas pueden consistir en llevarse a los niños, amenazar con quitar la custodia o, en el peor de los casos —como ocurrió con Daiana— amenazar con asesinarlos y concretar ese daño.
Estas amenazas tienen un solo propósito y es generar miedo constante en la madre y usar la relación con los menores como arma de control. En nuestro país se han presentado distintos proyectos de ley que buscan penalizar este tipo de violencia, pero hasta el momento ninguno fue tratado en el recinto.

La justicia que no escucha
Daiana ya había denunciado a su expareja. En una de las últimas presentaciones ante las autoridades, la mujer había pedido protección y restricción de acercamiento pero el juez de garantías bahiense Alberto Manzi decidió no avalar y consideró que “sólo contaba con el relato de la mujer”.
Daiana aseguraba en su denuncia que Suárez usaba a su pequeño hijo para hostigarla, amenazarla y causarle violencia psicológica pero el magistrado Manzi derivó el caso al Juzgado de Paz de Coronel Suárez que tampoco dictó medidas de protección. Fue el Juez de Paz quien aseguró que “no había riesgo extremo” y sólo ordenó, a través de un escrito, que Gustavo Suárez cese de inmediato los actos de perturbación y/o intimidación contra su hijo.
Ahora, la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N.º 5 del Departamento Judicial Bahía Blanca, a cargo del fiscal Jorge Viego, interviene en la causa. Fue calificada como homicidio agravado por el vínculo seguido de suicidio.

