
El Día de Difuntos, que se conmemora cada 2 de noviembre, es una de las fechas más significativas del calendario ecuatoriano. Más que una jornada de duelo, representa un reencuentro con la historia, la familia y los sabores que conectan con el pasado. En esta fecha los ecuatorianos y turistas consumen la colada morada, el sabor que guarda la memoria, una bebida que mezcla el dulzor de las frutas con la fuerza del maíz morado y el aroma de las especias tradicionales. En cada taza se concentran siglos de historia, fe y gastronomía ecuatoriana.
Su preparación incluye ingredientes emblemáticos como: harina de maíz morada, hierba luisa, ciruelas pasas, panela, cedrón, mora, mortiño, babaco, piña (ananá) y naranjilla, junto con canela en rama, clavo de olor, pimienta dulce e ishpingo, una flor amazónica de sabor inconfundible. Su tono violeta profundo simboliza el respeto y la conexión espiritual con quienes ya partieron. Más que un alimento, la colada morada es una ofrenda, una forma de recordar que la vida continúa en la memoria de quienes amamos.
La bebida siempre está acompañada por guagas de pan. En quechua, la palabra «wawa» (adaptada al español como «guagua»), significa bebé o niño de pecho. Esta palabra se usa comúnmente en varios países andinos y de Sudamérica para referirse a un niño pequeño y también da nombre a los panes con forma de bebé que se consumen en festividades como el Día de Difuntos en Ecuador.
Colada Morada: Un legado que nació antes de la Colonia
Los orígenes de la colada morada se remontan a tiempos precolombinos, cuando los pueblos indígenas elaboraban una bebida ritual de maíz fermentado llamada uchujapi. Esta preparación se ofrecía durante ceremonias agrícolas y funerarias dedicadas a los ancestros y a la Pachamama.
Con la llegada de los españoles, la receta cambió, se incorporaron frutas tropicales, azúcar y especias europeas. De ese mestizaje surgió la bebida que hoy conocemos, una mezcla perfecta entre lo ancestral y lo criollo. En la actualidad, su preparación varía según la región. En la Sierra se mantiene el sabor más tradicional y espeso; en la Costa, como en Guayaquil, se prefiere una versión más frutal y fresca, ideal para el clima cálido del litoral.
El tono morado de esta bebida tradicional encierra un significado profundo. Representa la espiritualidad, la transformación y el respeto hacia los ancestros. Cada ingrediente tiene un papel simbólico:
- El maíz morado conecta con la tierra y la fertilidad.
- Las frutas representan la abundancia y la dulzura de la vida.
- Las especias evocan la calidez y la unión familiar.

Día de Difuntos: Una celebración con identidad
El Hotel Holiday Inn Guayaquil durante los meses de octubre y noviembre ofrece al público la tradicional colada morada y guaguas de pan. Al respecto, Bruce Haro, gerente de alimentos y bebidas, sostiene que es una oportunidad de valorar y promover las tradiciones ecuatorianas. “La colada morada y las guaguas de pan son elementos esenciales de la identidad nacional que acoge tanto a turistas internacionales como locales, siendo una opción preferida”, destacó.
En cuanto los precios Haro, comenta que la porción de un vaso de 12 onzas de colada morada tiene el valor de USD 3.60 y una guagua de pan con relleno de manjar y mermelada, USD 2.80.
Mientras que en Argentina, en sitios de ecuatorianos residentes en la Ciudad de Buenos Aires, como el delivery, Criollo0702, el vaso cuesta 4.000 pesos con reserva; sin reserva, 4500 y la tarrina $ 9000 y $10.000.

Una propuesta costumbrista
Respecto a las guaguas de pan que acompañan el delicioso potaje, Bruce Haro sostiene que “son figuras elaboradas con masa dulce, decoradas con glasé y rellenas de dulce de guayaba, manjar de leche o chocolate. Representan la vida, la niñez y la esperanza. Su historia también se origina en los pueblos andinos, donde se preparaban figuras de masa de maíz llamadas tantawawas, ofrecidas en los rituales funerarios. Con el paso del tiempo, la tradición se transformó en las actuales guaguas de pan, que hoy alegran las vitrinas y las mesas ecuatorianas con sus colores y formas creativas. En el Holiday Inn Guayaquil, estas delicias se elaboran artesanalmente, respetando las técnicas tradicionales, pero con el toque distintivo del equipo de pastelería del hotel”.
La opción gastronómica rinde homenaje a las costumbres que forman parte de la identidad del Ecuador. “Estas tradiciones gastronómicas destacan hoy como cocina costumbrista y se refundan en nuestra ciudad de Guayaquil”, señaló Haro, resaltando la importancia de mantener vivas las raíces culinarias.
Un alimento para el bienestar
Una investigación publicada en Journal of Agriculture and Food Research, analizó los compuestos bioactivos de la colada morada. Este estudio no solo expone que esta bebida es un símbolo de la riqueza biocultural de Ecuador, al mismo tiempo sostiene que es una fuente rica de beneficios para la salud. El estudio, liderado por Juan Carlos Romero Benavides de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) en conjunto con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador –Sede Manabí–, investigó los perfiles fitoquímicos y las actividades biológicas de los ingredientes. La riqueza cromática de la colada morada, con sus intensos tonos púrpura y rojo, además de ser atractiva para la vista, también es una señal de una alta complejidad química. La investigación pone de manifiesto la presencia de una variada gama de compuestos bioactivos esenciales que revelan sus profundos beneficios. Entre ellos, destacan los ácidos fenólicos, las antocianinas, los flavonoides, los terpenoides y las enzimas proteolíticas.
Además, en el portal Cultura Científica de la Universidad Particular de Loja, Chabaco Armijos, docente del Departamento de Química y Ciencias Exactas, refiere como “en un principio las comunidades que estaban asentadas en las regiones de los Andes desde tiempos prehispánicos, aprendieron a usar las flores que estaba en sus regiones.
La historia de la colada morada es muy antigua. Su uso viene de una tradición de relacionar la vida, la muerte y el renacimiento. En tiempos prehispánicos, entre octubre y noviembre (luego de la llegada de los españoles sería fijado como día de los muertos en noviembre) era el inicio de las lluvias y las cosechas. Se sacaba a los muertos (momias, pues se los momificaban) para que reciban los primeros rayos de luz y las primeras gotas de lluvia. Esto coincidía con el inicio de la siembra de maíz”.
El relato del profesor Armijos acota que después de la llegada de los españoles, consideraban al Día de Difuntos como una fiesta profana, “porque los indígenas sacaban las momias. Además, la creían antihigiénica porque se bebía la sangre de llama en el ritual. La prohíben y la tradición empieza a cambiar. Mediante una especie de sincretismo, los ingredientes del ritual se relacionaron, y los indígenas crearon la bebida de la colada morada. Todo lo que usaban como elementos del ritual para la fiesta, lo llevan a la bebida: las frutas (que llevaban a los muertos), los aromas (las especias aromáticas), y el color del maíz morado (que durante la cocción daba el color rojo de la sangre)”, concluye.

