
El domingo la Avenida Corrientes volvió a encenderse con Cuestión de género, la comedia protagonizada por la icónica Moria Casán y Jorge Marrale en un duelo escénico transgresor. La obra revela los secretos familiares, contradicciones políticas y demandas de diversidad, y su adaptación argentina se convierte en una verdadera reflexión sobre los tiempos que nos atraviesan.
La función comenzó puntual, con una sala repleta que aguardaba expectante la aparición de Moria Casán. Apenas cruzó el escenario “el puto más grande del país”, como ella misma se define y se puso en la piel de Jade, la energía cambió. Todas las miradas se posaron sobre ella y el público la ovacionó de inmediato.
Con un vestuario elegante y un gesto cargado de decisión, encarnó a una diseñadora trans que se enfrenta a un diagnóstico médico y, al mismo tiempo, a la verdad que guardó durante treinta años de matrimonio. Desde Nota al Pie fuimos testigos de cómo el público se sumergió de inmediato en la tensión y el humor de la propuesta.
A su lado, Jorge Marrale dio vida a Francisco Braulio Sanguinetti, un político que en plena campaña electoral se debate entre el discurso progresista que sostiene en público y los prejuicios que todavía lo atraviesan en la intimidad. Esa doble moral, tan reconocible en la política argentina, encontró en su interpretación una fuerza particular como el contraste entre la máscara del funcionario y el hombre enfrentado a la verdad de su propia esposa.
El guion de Jade-Rose Parker, estrenado en París en 2022, llegó a Buenos Aires con una adaptación que conserva la esencia de la comedia original, pero se enraíza en el contexto local. En Francia, la obra fue celebrada como un éxito de taquilla.
Sin embargo, en el Teatro Metropolitan, la obra adquirió otro significado ya que levantó la bandera de la resistencia cultural en defensa del colectivo LGBTIQ+. En una sociedad que todavía arrastra prejuicios, incluso desde lo político, tal cual sucede en el Gobierno Nacional que ataca a las minorías, el teatro se convirtió en un espacio de libertad y afirmación.
“Cuestión de género” expone prejuicios y celebra la diversidad LGBTI+
La obra fue mucho más que una reflexión sobre las identidades sexuales, puso al descubierto las complejas dinámicas familiares, los secretos que sostienen un matrimonio y las contradicciones que atraviesan tanto la política como la vida cotidiana.
Entre confesiones y revelaciones, el público vio cómo cada personaje confrontaba verdades incómodas que, al mismo tiempo, liberaban emociones y cuestionamientos.
Paula Kohan se destacó en el rol de Sofía, (la hija adoptiva de Jade y Francisco). Con frescura y convicción, su personaje sumó nuevas capas de conflicto al anunciar una decisión personal transformadora. Su llegada a la casa de sus padres adoptivos, acompañada por su pareja “Vásquez”, interpretada por Ariel Pérez de María, amplió el abanico de tensiones y convirtió la obra en un verdadero retrato coral sobre la diversidad, la aceptación y los choques generacionales.
La obra avanzó con una energía ininterrumpida. Cada discusión entre los personajes aumentaba la tensión, llevando al público de la risa a la reflexión casi sin darse cuenta. Entre momentos de humor y pausas cargadas de intensidad, se percibía cómo los secretos de la historia afectaban a cada personaje.
Desde Nota al Pie observamos cómo la sala reaccionaba a algunas sonrisas cómplices, susurros sorprendidos y aplausos que surgían de manera espontánea y colectiva.
El aporte de Moria Casán fue central. Consciente de su trayectoria y de su rol como figura icónica de la comunidad LGBTIQ+, llevó al escenario su propia historia de irreverencia y valentía. No es casual que ella misma se haya definido en el pasado como “el gran puto argentino”. Esa identidad, lejos de quedar en el archivo de declaraciones, se corporizó en Jade, una mujer que se planta con dignidad frente al amor, la enfermedad y la política.
El actor, Jorge Marrale, por su parte, construyó un personaje cargado de matices. Su alter ego, Francisco no fue un villano plano, sino un hombre que encarna la contradicción, quien en los discursos defiende minorías, pero en su casa se incomoda frente a las mismas verdades que dice apoyar. Esa ambigüedad fue clave para que el público se reconozca en él, incluso desde el disenso.
Desde el punto de vista político y social, Cuestión de género se transformó en una denuncia a la doble moral que atraviesa a muchos dirigentes. Francisco fue el espejo de aquellos que enarbolan banderas de derechos en público, pero que en privado no toleran la diversidad ni acompañan a sus propios seres queridos. En ese sentido, la obra puso en evidencia cómo la verdadera lucha por la igualdad empieza en el seno de cada familia.
Para el colectivo LGBTIQ+, la puesta significó una reafirmación de derechos conquistados y un recordatorio de las batallas que aún quedan por dar. Jade, como protagonista, encarnó la posibilidad de amar sin condicionamientos y de ser reconocida por su identidad más allá de las etiquetas.