
A esta altura del año es común comenzar a sentir cansancio. El trabajo, la rutina, los retos personales y las demandas familiares pueden generar un desgaste, y a ciertas personas se les puede dificultar recuperar la vitalidad aún con ocho horas de descanso.
Sentirse fatigado sin razón aparente o tener dificultades para afrontar el estrés cotidiano son experiencias comunes. Sin embargo, mucha gente desconoce que parte de esas sensaciones puede estar en los genes. Los avances en la medicina personalizada demostraron que a través del ADN es posible conocer de antemano los niveles de energía diarios y la capacidad de respuesta al estrés físico y mental.
A partir de una muestra de sangre pueden analizarse más de 700.000 variantes genéticas y más de 80 rasgos vinculados a la salud, la nutrición y el bienestar. Muchos de estos rasgos se vinculan de forma directa con los niveles de energía diarios y la capacidad de respuesta al estrés físico y mental.
El rol de los micronutrientes
Pese a que es común, el cansancio no debe ser ignorado. De acuerdo a un informe de la National Sleep Foundation, una ONG estadounidense dedicada al estudio del sueño, el 21% de los accidentes automovilísticos se deben a la somnolencia o directamente a quedarse dormido. Se trata de la causa más frecuente de siniestro vial después del consumo de sustancias, como el alcohol, y la distracción. Estar mucho tiempo detrás del volante es un desgaste de energía que puede desembocar en tragedias si no se tiene el suficiente descanso o no se cambia de conductor.
Detrás del cansancio crónico y la falta de concentración, que no discriminan por edad o qué tan activa es una persona, puede haber una falta de absorción de micronutrientes necesarios para la producción de energía como la vitamina B12, B6, D y el magnesio. Estas moléculas son fundamentales para el correcto funcionamiento de las mitocondrias, las verdaderas fábricas energéticas de nuestras células.
Al respecto, Adrián Turjanski, director científico de Gen360 e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), explicó: “No todas las personas metabolizan estos nutrientes de la misma manera”. “Algunas tienen variantes genéticas que hacen que necesiten una mayor ingesta o suplementación para mantener niveles adecuados”, detalló.
La importancia de conocer nuestra genética
La genética también desempeña un papel crucial en cómo el cuerpo responde al estrés físico y mental. Mediante test genéticos pueden identificarse rasgos vinculados a la fatiga neuromuscular temprana o una mayor inflamación post-esfuerzo, predisposiciones que pueden impactar en el rendimiento deportivo y en la capacidad de recuperación física y emocional.
Además, estas pruebas analizan la forma en que el organismo procesa sustancias que influyen en el sistema nervioso, como la cafeína y el alcohol. Ciertas variantes genéticas pueden prolongar sus efectos, provocando ansiedad, insomnio o irritabilidad si su consumo no es moderado. En ese sentido, Turjanski afirmó que “conocer estas respuestas individuales es clave para ajustar hábitos cotidianos que impactan directamente en nuestro bienestar mental y físico”.
Comprender el perfil genético de cada persona permite tomar decisiones más informadas y precisas sobre alimentación, suplementación y rutinas de ejercicio o descanso. “La genética no predice nuestro destino, pero sí nos ofrece herramientas valiosas para tomar decisiones informadas que pueden mejorar significativamente nuestra calidad de vida”, concluyó el director de Gen360.