La natación es uno de los deportes más reconfortantes y con mayor demanda, pero imaginar que también puede ser parte de una atractiva y creativa muestra en escena es algo inusual. Esto es lo que sucede con la propuesta de “Subacuática”, la adaptación teatral de la novela homónima de Melina Pogorelsky, que tiene como protagonista una piscina.
El espectáculo tiene un gran elenco conformado por Juana Viale, Joaquín Berthold, Anahí Gadda y Maricel Santin, bajo la dirección de Luciano Cáceres y Fernanda Ribeiz. Las proyecciones de luces, música y sonidos resaltan el trabajo de los actores, quienes se sumergen en el agua y nadan mientras desarrollan la trama.
Las funciones se realizan los sábados a las 22 y los domingos a las 19 y 20:30, en el Espacio Estrella de Maldonado (El Salvador 5470, CABA). Las entradas se pueden adquirir a través del sitio Alternativa Teatral.
Emociones desnudas
“Subacuática” tuvo su debut en octubre de 2024 de la mano de Juan Gil Navarro, Ariadna Asturzzi, Maricel Santin y Carolina Vilar. La primera temporada se llevó adelante en el Centro Cultural y Deportivo SUTERH (Venezuela 330, CABA).
La historia se desarrolla en una piscina, donde cuatro personajes se mantienen a flote entre el olor a cloro y el bullicio de clases de natación. Uno de ellos es Pablo, que lleva cuatro años de duelo tras el fallecimiento de su mujer, Mariela, al dar a luz a Lola. Con la ayuda de su hermana cría a su hija transitando los días como puede. En la media hora que encuentra para nadar, recuerda y se permite llorar. Es en esos momentos cuando ve la imagen de Mariela.
Además de ser su lugar de catarsis, en el complejo deportivo Pablo conocerá a Alejandra. Será esta mujer, abrumada por la maternidad de su pequeño hijo, quien lo hará replantearse cómo seguir adelante.
En ese sentido, “Subacuática” propone una inmersión poética en lo cotidiano desafiando la corriente, aun cuando parece que no se puede hacer pie.
Un diálogo con la autora de “Subacuática”
Nota al Pie entrevistó a la escritora y docente argentina Melina Pogolresky sobre lo que implica la adaptación de su novela a la escena teatral porteña.
En la escena literaria eres muy conocida por tus textos para niños y para adolescentes, pero “Subacuática” es tu primera novela para adultos. ¿Cómo te sientes con esto?
Es mi primera novela para adultos, que escribí en 2018. En ese sentido, el proceso de escritura de una novela -los tiempos, el modo de organización y, sobre todo, la experiencia de estar metida en un texto largo que te acompaña durante mucho tiempo- ya lo había vivido, si bien no era para adultos.
El proceso de “Subacuática” fue un proceso muy lindo, orgánico en algún sentido, por ir siguiendo a los personajes y ver a dónde me llevaban. Fue un proceso sin mucha planificación, un punto de partida que fue la hipótesis, la pregunta: “¿Qué pasaría si un hombre queda viudo el mismo día que se convierte en padre?”. Empezar a intentar encontrar ahí a Pablo y su relación con su hija Lola, y su modo de atravesar el duelo. Además, contar la historia de amor que había vivido con su mujer y encontrar a los personajes que lo ayudan a cuidar a su hija, como su hermana Luciana.
Después fue apareciendo otro personaje, que es el de Alejandra, que tiene otras cosas para decir y que también nada en la misma pileta. Así que fue un proceso muy amable, divertido.
La obra refleja lo que ocurre en la vida, más allá de la maternidad y la paternidad
No es que partí de la idea de escribir sobre maternidad o paternidad; diría que fue casi como circunstancia que atraviesan los personajes. Es, más que nada, una novela sobre los duelos y las formas de seguir viviendo en el cotidiano, arrastrando un peso grande de dolor. Los personajes son padres y madres, y entonces ahí, en el transcurso de la escritura, aparecieron otras cosas que no estaban planeadas de antemano, pero estaban en los personajes.
¿Cómo sientes que tu obra se plasme en una puesta en escena tan jugada?
Me siento, principalmente, muy agradecida con los directores, Luciano Cáceres y Fernanda; con los actores que ponen el cuerpo; con los músicos; con todo el equipo de sonido, de video; con los guardavidas; con la producción.
A la vez, emocionada y muy maravillada de que una historia pequeña que algún día me propuse escribir —y que, por suerte, Odelia me quiso acompañar editando— se haya convertido en esta obra. Ver ese traspaso a otro sistema narrativo es muy movilizante, y la puesta en la pileta le da un extra de experiencia, de paisaje, de atmósfera, que es un plus que está buenísimo, porque detrás de todo hay mucha gente trabajando con mucho compromiso.
¿Habrá “Subacuática” para rato?
Ojalá que sí. En principio, hasta fines de junio todavía hay funciones a la venta. Ojalá siga, crezca y llegue también a otros lugares del país.