La crisis humanitaria en Gaza ha alcanzado niveles catastróficos. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), alrededor de 14.000 bebés podrían morir de hambre en los próximos días si no se permite la entrada inmediata y sin restricciones de ayuda humanitaria.
Mientras Israel sostiene una ofensiva militar devastadora sobre la Franja, organizaciones como Avaaz denuncian que la respuesta internacional aún es tibia y reclaman sanciones urgentes por parte de potencias como Francia, Canadá y el Reino Unido.
Una emergencia humanitaria sin precedentes
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) alertó que Gaza se enfrenta a una catástrofe sin parangón: alrededor de 14.000 bebés podrían morir en cuestión de horas si no se permite la entrada masiva de alimentos y medicinas.
Tom Fletcher, jefe humanitario de Naciones Unidas, denunció que Israel continúa bloqueando el acceso a los corredores humanitarios, lo que impide que la ayuda llegue a las poblaciones más vulnerables. “Nos enfrentamos a una masacre silenciosa. Estos bebés no están muriendo por falta de recursos globales, sino por decisiones políticas concretas”, señaló Fletcher.
Avaaz, junto con más de 100 organizaciones internacionales, ha lanzado una campaña masiva pidiendo sanciones inmediatas contra Israel. Según el mensaje difundido por la ONG, más de 14.500 niños ya han muerto por bombardeos o han quedado atrapados bajo los escombros, y la cifra podría duplicarse si no se levanta el bloqueo.
“No es un accidente, es una estrategia de guerra”, denuncia el equipo de Avaaz, que insta a gobiernos como los de Emmanuel Macron, Keir Starmer y Mark Carney a actuar con urgencia.
Aunque el gobierno israelí ha permitido la entrada de un número reducido de camiones con alimentos y medicinas, la ONU y otras agencias internacionales lo califican de “cortina de humo”.
Según Médicos Sin Fronteras, lo que llega representa apenas un 10% de lo que se necesita diariamente para evitar el colapso. Además, muchos hospitales están operando sin electricidad, anestesia ni agua potable.
Ofensiva incesante, condena creciente
Mientras la situación humanitaria se deteriora, los ataques israelíes sobre Gaza continúan con intensidad. En las últimas 24 horas, se registraron al menos 87 muertes, la mayoría civiles, según el Ministerio de Salud gazatí.
Bombardeos sobre zonas densamente pobladas, incluidos campamentos y escuelas de la UNRWA, han dejado decenas de heridos. Las fuerzas israelíes justifican la ofensiva como parte de su operación contra grupos armados en Rafah y Khan Younis, pero organizaciones de Derechos Humanos acusan a Israel de utilizar “fuerza desproporcionada” y de cometer crímenes de guerra.
En este marco, la presión internacional crece. La Unión Europea (UE) está revisando su acuerdo de asociación con Israel, mientras el Reino Unido ha suspendido temporalmente las negociaciones comerciales. Francia ha solicitado a Israel que permita la entrada “masiva y sin trabas” de ayuda. Por su parte, Canadá se ha mostrado abierto a impulsar sanciones económicas si la situación no mejora.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha declarado que Israel mantendrá el control total de Gaza una vez concluya esta ofensiva. La comunidad internacional, sin embargo, empieza a distanciarse. “El mundo observa con horror, pero observar ya no es suficiente”, declaró un vocero de la ONU.
Gaza, a la espera de una salida
A pesar del devastador balance humano, organizaciones como Avaaz insisten en que la presión ciudadana puede hacer la diferencia. Más de un millón de personas han firmado ya la petición para imponer sanciones a Israel y forzar la apertura de los corredores humanitarios.
La historia aún no está escrita. La comunidad internacional se encuentra ante una disyuntiva: actuar ahora, o cargar con la vergüenza de no haberlo hecho a tiempo. La vida de miles de niños pende de una decisión política.