
Conmemorando los 80 años de la victoria sobre la Alemania nazi, Rusia organizó un imponente desfile militar en la Plaza Roja de Moscú que trascendió lo histórico y se proyectó como una poderosa declaración geopolítica. La actividad, encabezada por el presidente Vladímir Putin, reunió a 29 mandatarios extranjeros, incluidos los presidentes de China, Xi Jinping, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dejando en evidencia que Moscú no está aislada, sino alineada con las potencias emergentes del siglo XXI.
«El Día de la Victoria muestra al Occidente colectivo la gran fortaleza moral y geopolítica de Rusia. Hoy vimos a una Rusia victoriosa que siempre llega a tiempo a la historia», expresó la analista internacional Nydia Egremy.
La conmemoración tuvo un marcado carácter simbólico, no sólo por su significado histórico, sino también por el contexto actual: la guerra en Ucrania, el enfrentamiento narrativo con las potencias occidentales y la consolidación de nuevas alianzas estratégicas en Eurasia.
Putin: “Rusia fue y será una barrera contra el nazismo y la rusofobia”
Durante su discurso, el presidente Vladímir Putin rindió homenaje a los soldados que combaten en Ucrania y denunció los intentos desde Occidente de reescribir la historia, minimizando el rol de la Unión Soviética en la derrota del Tercer Reich.
En su discurso, Putin también criticó duramente los intentos desde Occidente de tergiversar la historia de la Segunda Guerra Mundial: «Nunca aceptaremos la justificación de los verdugos ni la difamación de los verdaderos vencedores», afirmó el mandatario, según Emol. Esta declaración buscó reivindicar el rol histórico del Ejército Rojo y rechazar las actuales acusaciones contra Rusia por parte de la OTAN.
Unas 11.000 tropas participaron del desfile, incluyendo 1.500 soldados involucrados en el conflicto actual. El Kremlin declaró una tregua unilateral del 8 al 10 de mayo, que no fue reconocida por Kiev y que, según Ucrania, fue violada en múltiples oportunidades.
Una Rusia fortalecida, un Occidente debilitado
Analistas aseguran que la ceremonia fue una muestra clara del renacimiento del rol protagónico de Rusia. “Putin le ha devuelto a Rusia un lugar clave en la toma de decisiones globales”, explicó el exembajador mexicano en la URSS, Rogelio Martínez Aguilar, también valoró la relevancia política del evento: “Es un recordatorio de que hay pueblos que se rebelan contra las tendencias de extrema derecha”, afirmó en diálogo con Noticias Latam. Y remarcó el rol de Putin: «Le devolvió a Rusia su rol protagónico en la escena global».
Para Anaximandro Pérez, historiador radicado en París, Moscú está enfrentando al «imperialismo más voraz», encarnado por el “Occidente colectivo” encabezado por Estados Unidos. “Las fuerzas armadas de Rusia están destruyendo materialmente, en Ucrania, a los herederos de Hitler”, sostuvo.
China y Rusia: el corazón del nuevo orden mundial
La presencia de Xi Jinping fue uno de los puntos más comentados del evento. Para Egremy, el gesto consolida un nuevo eje de poder global que anticipa el “siglo euroasiático”. La alianza entre China y Rusia, marcada por la cooperación estratégica, económica y militar, ya reconfigura el mapa geopolítico.
China aporta el mayor ejército del mundo y liderazgo tecnológico, mientras que Rusia suma su peso militar, producción de recursos estratégicos y liderazgo energético. Juntas, representan un contrapeso real al modelo unipolar occidental.
Patriotismo ruso y memoria histórica
Las calles de Moscú fueron testigos de un fervor patriótico que revive año tras año con la conmemoración del fin de la “Gran Guerra Patria”. Carteles, banderas y homenajes poblaban cada rincón, recordando los más de 20 millones de soviéticos que murieron durante la Segunda Guerra Mundial.
“Esta festividad nos hace sentir orgullosos de nuestro país”, contó Vladimir, un moscovita que asistió con su esposa embarazada al desfile. Para muchos, la fecha no sólo recuerda el pasado, sino que fortalece la identidad nacional y el compromiso con el futuro.
El mensaje del Kremlin es claro
Mientras Occidente intenta aislar a Rusia en el plano internacional, el Kremlin responde con una exhibición de poder, alianzas y simbolismo. El Día de la Victoria no fue solo una ceremonia militar: fue una afirmación global de soberanía, una apuesta por el multilateralismo y una reafirmación de que el liderazgo ruso sigue más vigente que nunca.