La historia del fútbol está repleta de buenos apellidos que consiguieron un importante reconocimiento internacional, pero pocos son los que trascendieron el tiempo a nivel mundial. Uno de esos mágicos con la pelota fue Alfredo Di Stéfano, delantero que brilló en grandes instituciones de Argentina, España y Colombia. A 10 años de su fallecimiento, las páginas del deporte rey aun lo mantienen vivo debido a sus enormes proezas como futbolista profesional.
Un 7 de julio de 2014 enlutó por completo el fútbol tras el último aliento de la Saeta Rubia a los 88 años de edad. Un paro cardiorrespiratorio puso en jaque su salud dos días antes y sin poder estabilizarla, dijo adiós en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. En su haber deportivo destacan sus inobjetables actuaciones en River Plate, Real Madrid y Millonarios; e incluso, es uno de los pocos futbolistas que jugó para dos selecciones nacionales.
Un comienzo que no terminó bien
Alfredo Di Stéfano comenzó su sueño de ser futbolista en River, donde llegó con 18 años en 1944 para formar parte de sus divisiones juveniles. Se mantuvo en las inferiores hasta su debut con el primer equipo en julio de 1945 durante la fecha 12 de torneo argentino ante Huracán. Aquel cotejó finalizó con caída 2-1 para el Millonario y fue el único en que el delantero participó de dicho campeonato, en el cual se consagró el cuadro de Núñez.
Para la siguiente temporada fue cedido al Globo, donde aprovecharon su gran potencial para convertir 10 goles en 25 cotejos. No obstante, ante la imposibilidad de ejecutar el monto solicitado para retener su ficha, Di Stéfano regresó a River. En 1947 explotó su excelente calidad goleadora para lograr el torneo local y ser el máximo artillero con 30 anotaciones. Además, ese año tuvo su primer acercamiento con el seleccionado argentino.
Asimismo, también se proclamó en la 18° edición de la Copa Aldao al vencer a Nacional de Uruguay por 4-3 como visitante y 3-1 de local. De a poco se transformó en ídolo de la institución rojiblanca y del fútbol argentino. En 1948 disputó la Copa Sudamericana de Campeones, un torneo oficial predecesor a la Copa Libertadores, en la que quedó segundo con 4 goles en 6 partidos. Mientras que, a nivel doméstico quedó segundo por detrás de Independiente.
Pese a su positiva racha goleadora, la cual cerró con 13 goles en 23 cotejos, el fútbol argentino sufrió una huelga de futbolistas que perjudicó su carrera en el país. En mayo de 1949 se llegó a una resolución con un tope salarial de $1500, monto que generó un enorme descontento y posterior éxodo masivo. En total disputó 75 partidos en River con 55 goles convertidos. Además, tuvo la anécdota de jugar como arquero en julio de ese año por 33’ en lugar de Amadeo Carrizo en el triunfo 1-0 sobre Boca Juniors.
Un cambio de aire forzado
Frente a una suculenta oferta desde Colombia, país que no se encontraba afiliado a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), Di Stéfano no dudó en irse de Argentina. Como parte de los casi 60 futbolistas que emigraron al territorio cafetero, donde se hallaban las mejores estrellas sudamericanas de la época, arribó a Millonarios de Bogotá. El delantero se afianzó en uno de los mejores equipos de ese tiempo que era comparado con los grandes de Europa.
Durante los cinco años que estuvo en el fútbol colombiano, el goleador se alzó con el torneo local en tres ocasiones y una vez con la copa doméstica en 1953. Asimismo, obtuvo dos veces el reconocimiento como el mayor anotador dentro del campeonato colombiano. El enorme reconocimiento del cuadro bogotano le permitió disputar dos torneos internacionales de carácter amistoso con los más poderosos clubes del planeta.
Dentro de la selecta lista de participantes estaba el Real Madrid, quien presenció la consagración colombiana en su torneo aniversario de los 50 años de existencia. El Merengue cayó 4-2 en la final de 1952 con el jugador argentino como gran figura. El presidente Santiago Bernabéu quedó impactado con sus cualidades y se mostró decidido a ficharlo. Ese movimiento se produjo tras la consagración de Millonarios en el Pequeña Copa del Mundo de Clubes de 1953.
En medio de una enorme controversia, la Saeta Rubia dejó atrás los 111 encuentros oficiales y 94 goles con Millonarios para irse a la Casa Blanca. Con una tensa relación entre FIFA y Colombia, varios jugadores de América y Europa se fueron al país cafetero por un mejor pago al margen del ente organizador. Esto generó un constante tire y afloje a nivel institucional y político por los derechos de traspaso del jugador entre Real Madrid, Barcelona, River y Millonarios.
Su etapa dorada
Bajo un anonimato absoluto en Europa, Di Stéfano llegó al club madridista con 27 años y logró cambiar el rumbo histórico del club. Su debut se dio en septiembre de 1953 contra Racing de Santander en un cotejo que finalizó con triunfo blanco por 4-2. En su bautismo con el club capitalino anotó su primer gol de su larga lista en el fútbol español y tras 6 meses de inactividad. En total alcanzó los 227 goles en España, donde 216 fueron con el Real Madrid.
Aquellos que siguieron su carrera de cerca coincidieron en que el fichaje del argentino encaminó al cuadro merengue por la senda del éxito. Con un fuerte efecto en el fútbol ibérico y dentro del Viejo Continente en general, permitió que el Real Madrid salga de la sombra del Barcelona. El cuadro blaugrana dominaba en el país; mientras que, la Casa Blanca no se coronaba desde hacía 20 años.
Durante sus 11 años en Madrid, el equipo se consagró en 8 campeonatos locales y una vez en la Copa del Rey de 1962. Además, se dio el lujo de ser el máximo anotador del torneo español en cinco campañas. Sin embargo, su mayor logro se dio a nivel internacional con la conquista de la Copa de Europa, actual Champions League, en cinco oportunidades consecutivas desde 1956 a 1960.
Incluso, obtuvo dos subcampeonatos del torneo que coronaba al mejor equipo del continente, marca que aún no es superada. Por si fuera poco, también logró dos Copas Latinas en 1955 y 1957, y la primera edición de la Copa Intercontinental en 1960. Sus números goleadores lo encaminaron a cosechar 18 títulos con el club, jugar 396 partidos y anotar 308 goles. Asimismo, se convirtió en el mejor jugador de la época y el máximo anotador del club hasta 2009.
La fama que alcanzó en Madrid también permitió que consiguiera en dos ocasiones el Balón de Oro y que se involucrase en diferentes producciones cinematográficas. En mayo de 1964 llegó su despedida del equipo madridista en la final de la Copa de Europa que perdió 3-1 contra el Inter de Italia. Tras dicho compromiso surgieron asperezas con el entrenador Miguel Muñoz y el presidente Bernabéu por la renovación de su contrato y decidió marcharse para Barcelona.
Sus últimos años
Durante la temporada previa a su salida del Real Madrid, Di Stéfano sufrió un secuestro en Caracas por parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) de Venezuela. Este hecho ocurrió en medio de la disputa de la Pequeña Copa del Mundo de Clubes, torneo que el argentino ganó otra vez en 1956. Los acusados fueron un grupo guerrillero venezolano que operó en gran parte de los años ’60.
La tensa situación duró 72 horas tras ser abordado por dos supuestos policías pero en ningún momento recibió un trato hostil ni violento. De hecho, hizo varias actividades de ocio o alimentación elegidas por él mismo. Fue liberado a cien metros de la Embajada de España en territorio venezolano sin la exigencia de ningún tipo de rescate. Se estima que toda la movida fue una estrategia para mostrar al mundo la difícil realidad social y política que azotaba al país.
Pese a toda la gloria obtenida en la capital española, Di Stéfano se alejó de los focos en medio de conflictos por su avanzada edad y continuó su carrera en el Espanyol. En el conjunto catalán estuvo dos años hasta abril de 1966, fecha que lo posicionó hasta la actualidad como el séptimo jugador más viejo en disputar la liga española. Asimismo, en junio de 1967 tuvo su partido homenaje entre el Real Madrid y el Celtic de Escocia, quien venció por la mínima.
Una ilusión que se truncó
A diferencia de los tiempos modernos, Di Stéfano fue uno de los pocos futbolistas que pudo representar a dos países ya que en su época era algo permitido. En primer lugar, jugó para Argentina en un total de 6 encuentros entre 1947 y 1948, de los cuales el debut se dio en diciembre del primer año. Aquel cotejo fue ante Bolivia, rival al que le anotó un gol, y correspondió al Campeonato Sudamericano, hoy conocido como Copa América.
A lo largo del certamen continental convirtió otras cinco anotaciones, incluido un triplete frente a Colombia, para ayudar al seleccionado a salir campeón. De este modo, obtuvo su único título a nivel selecciones en toda su carrera. Durante su paso por el fútbol colombiano, donde no había un vínculo con la FIFA, los organizadores realizaron encuentros de selecciones bajo otro nombre. Pese a disputar 4 cotejos como invitado, no se computaron de forma oficial en los registros de la FIFA.
Una vez asentado en el fútbol ibérico, Di Stéfano se nacionalizó español en 1956 mediante un trámite que demoró dos años. En enero de 1957 logró su bautismo con el seleccionado europeo frente a su par neerlandés, a quien le marcó otro triplete. Defendió los colores españoles durante cinco años, tiempo en el que jugó 31 cotejos y marcó 23 goles. Esa estadística lo ubicó como el máximo goleador histórico del país hasta que Emilio Butragueño lo superó en 1990.
Más allá de su presencia en dos selecciones mayores, nunca tuvo la suerte de jugar una Copa del Mundo. Cuando jugaba para Argentina, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se retiró del Mundial 1950 por cortocircuitos con su par brasileña, país sede de aquel campeonato. Asimismo, esas diferencias inclinaron a un aislamiento deportivo argentino que derivó en su ausencia de los posteriores Campeonatos Sudamericanos y el Mundial 1954.
Para ese momento, Di Stéfano buscaba su nacionalización española pero la demora de los trámites inclinó la balanza de la FIFA para impedir que juegue la cita mundialista. En tanto, para la edición de 1958 tampoco pudo decir presente porque el seleccionado español no consiguió la clasificación; aunque, sí jugo los repechajes ante Suiza y Escocia. En 1962 tuvo otra oportunidad tras jugar la repesca contra Gales y Marruecos, pero una lesión le impidió ser convocado.
No tuvo la misma suerte
Una vez que colgó los botines, la Saeta Rubia se dedicó a la dirección técnica, profesión que lo llevó a estar al frente de grandes equipos. Sin embargo, su trayectoria como entrenador solo se dividió en clubes de Argentina y España. Pasó por Elche, Boca, Valencia, Real Madrid, Rayo Vallecano, Deportivo Castellón y River. En el país sudamericano obtuvo la liga y copa local de 1969 con el Xeneize y el torneo doméstico de 1981 con el Millonario.
Las coronaciones en suelo argentino lo situaron como el único DT campeón con las instituciones más grandes del país. Por su parte, logró el torneo español de 1971, la Recopa de Europa de 1980 y un campeonato de la segunda división española con el Valencia. Por último, se quedó con la Supercopa de España de 1990 cuando estuvo al frente de la Casa Blanca.
Más de un reconocimiento
A pesar de que sus ausencias en Mundiales marcaron su carrera deportiva, la cita de 1966 le llegó a una avanzada edad, tuvo otros importantes logros individuales que la enaltecieron. En primera instancia, siempre se lo consideró como uno de los mejores de la historia y la primera gran estrella de la disciplina. En tanto, la FIFA lo consideró como uno de los cuatro mejores futbolistas del Siglo XX junto a Pelé, Diego Maradona y el neerlandés Johan Cruyff.
Por su parte, en 2004 fue elegido como el cuarto mejor jugador del mundo y el mejor jugador español por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol. El mismo organismo lo ubicó entre las 48 grandes leyendas del deporte y en 1989 recibió el Súper Balón de Oro, único futbolista de la historia en ostentarlo, por la revista France Football. Asimismo, es el máximo artillero del Real Madrid y para muchos, formó parte de uno de los mejores equipos de la historia.
No solo estuvo en el mejor club del Siglo XX, sino que se convirtió en el máximo goleador histórico de la Copa de Europa con 49 goles en 58 cotejos. Durante las 37 temporadas que duró la competición antes de su reinvención en 1992 como Champions League, solo Eusébio se acercó al récord con 47 tantos. Su enorme talento goleador y la exquisita clase técnica que poseía lo calificaron por expertos como el jugador más completo que entregó la historia del fútbol.