Las bajas temperaturas tomaron de imprevisto al gobierno de Javier Milei y el fuerte aumento en la demanda generó una crisis de desabastecimiento de gas, en un país con abundancia del recurso.
Frente a la falta de previsión, decidieron cortar el suministro de las estaciones de servicio de GNC, grandes comercios e industrias. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, afirmó que la situación se normalizará en las próximas horas.
Aunque, para esto, el funcionario a cargo de la Energía, el secretario Eduardo Chirillo, tuvo que tomar medidas de urgencia como la importación de un buque de Gas Natural Licuado (GNL) desde Brasil.
De esta forma, en poco tiempo la Argentina pasó de ser una promesa del abastecimiento regional de gas, con el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, a sufrir el desabastecimiento interno. Esto se debe, en parte, al abandono del gobierno de la planificación estratégica de la producción de energía.
El aumento del consumo y la emergencia
El gobierno responsabiliza por la situación al “récord de frío”. El consumo alcanzó un pico de 80 millones de metros cúbicos antes del comienzo del invierno, consumo que tenían previsto recién para el mes de junio.
Frente a este panorama, el ente regulador del gas (ENARGAS) declaró la pre-emergencia del sector e instruyó a las distribuidoras y transportistas a cortar el suministro de grandes comercios, estaciones de servicio y más de 100 industrias.
El objetivo era priorizar a los hogares en un contexto de bajas temperaturas, que además pronto sufrirán tarifazos en el servicio y que tienen que enfrentar un precio de garrafa que supera los $7 mil.
No obstante, el corte del suministro en las industrias podría generar fuertes daños colaterales a la producción e incluso a la maquinaria. La dirigencia gremial del sector aún analiza el escenario, pero afirman que las industrias más afectadas son las de Córdoba, Chubut y Santa Fe, en especial las acerías y aceiteras.
Esto “afectará la cadena de suministro y causará posibles retrasos en la entrega de productos, así como consecuencias económicas para las empresas debido a la paralización de actividades”, sostienen desde la Federación Industrial de Santa Fe (FISFE).
La importación improvisada de gas
De manera improvisada, Chirillo ordenó la licitación de 12 cargamentos de fueloil y gasoil, que costaron a las arcas públicas un adicional de 600 millones de dólares. También, adquirió de urgencia un buque de GNL a la empresa brasileña Petrobras.
Llegado el buque al país, la empresa se negó a descargar el gas e impugnó la operación de compra por 22 millones de dólares a cargo de Energía Argentina S.A. (ENARSA).
Esto fue por sospechas de conflicto de intereses que tiene en la mira al vicepresidente de la empresa estatal, el chileno Rigoberto Mejía Avena, quien fuera director de Petrobras.
Luego de un día sin poder descargar el buque, el conflicto se resolvió por vías diplomáticas, y la situación de falta de gas empezará a normalizarse en las próximas horas.
Un elemento central: el gasoducto Néstor Kirchner
La obra de infraestructura que transporta gas desde el yacimiento Vaca Muerta hacia el resto del país fue puesta en operaciones en julio de 2023, pero las obras de reversión y las complementarias, como las plantas compresoras, quedaron pendientes para la gestión de Milei.
Sin estas obras, el gasoducto Néstor Kirchner funciona “a media máquina”: transporta 11 millones de metros cúbicos de gas por día, cuando tiene la capacidad de transportar 22 millones.
Chirillo se defendió de toda acusación de deudas con las constructoras y afirmó que las obras están avanzando. Esta declaración fue ratificada por la ex secretaría de Energía, Flavia Royón, quien fuera la cabeza del proyecto durante la gestión anterior.
Lo cierto es que, según la planificación de ENARSA, las obras tendrían que estar ya terminadas. Pero además, la renuncia del gobierno a un rol activo del Estado en la promoción del desarrollo local, perjudicó el avance de esta y otras obras estratégicas de infraestructura.