Luego de su estreno mundial en el Festival de San Sebastián, llegó a las salas nacionales el pasado jueves 4 de abril la película «Clara se pierde en el bosque». Una producción cinematográfica en conjunto de Alina Films, Varsovia Films y Cinetren, bajo la hábil dirección de Camila Fabbri. Una película creada en el 2002 y que ve la luz dos años después, trasciende los límites entre la ficción y el documental para explorar los dilemas de la vida en una joven cercada por los recuerdos de una tragedia nacional que marcó su adolescencia.
La autora parte de su propio libro «El día que apagaron la luz” para darle forma a un guion donde una joven llamada Clara decide hacer un viaje hacia las afueras de la ciudad, una puerta abierta a la reflexión. Se siente asfixiada por su turbulento mundo interior en crisis, marcado por el peso de un pasado colmado de recuerdos angustiantes, especialmente de la trágica noche en República Cromañón en 2004, donde perdió a su mejor amiga Martina. A través de audios de WhatsApp, videos caseros y encuentros familiares, se va entendiendo el gran abanico de emociones que rodean la experiencia de haber vivido esa tragedia personal y la posterior búsqueda de darle algún sentido a la vida.
La escena inicial, donde Clara sube el volumen de una canción de Intoxicados, refleja muy bien lo que está pasando: una lucha interna entre los buenos recuerdos de su adolescencia y el doloroso peso del trauma. Su cara muestra una mezcla de nostalgia y angustia, y su incapacidad de ser feliz ante esos malos recuerdos. Aunque está acompañada por su novio, se evidencia que Clara tiene dificultades para expresar todo lo que siente, como la muerte de su amiga, que representa un nudo en su vida. Esto repercute también en su relación de pareja, llena de tensión. No encuentra la manera de compartir lo que vivió con aquellos que no experimentaron la tragedia.
Un guion complejo con buenas interpretaciones
En su debut como directora, Camila Fabbri armó un guion emotivo sobre la pérdida, la amistad y la búsqueda de significado en un mundo marcado por la tragedia y la crisis. La película, en un principio, traslada a la audiencia a un bosque colmado de bellos paisajes que contrasta con el bullicio de la ciudad, donde la protagonista escapa para reflexionar. Para el papel de Clara, esta protagonista cargada de un mundo interior tan emocional, Camila Peralta, está increíble. Logra imprimir con acierto lo que le sucede a esta joven, con una fuerte conexión con su pasado pero también con un deseo de sanar y seguir adelante. Completan el elenco con buenas interpretaciones: Agustín Gagliardi, Julián Larquier Tellarini, Florencia Gómez García, Maitina de Marco, Martina Chamorro y Pedro García Narbaitz.
Aunque Clara aún no ha llegado al bosque anunciado en el título, la metáfora es palpable en el presente, ya que la joven se siente perdida en su propio laberinto de relaciones humanas y su propia mente. El guion, que oscila entre la ficción y el documental, se enriquece con imágenes de archivo y sonidos que evocan la pasión juvenil, el rock barrial y los momentos de descontrol de décadas pasadas.
También emerge el deseo de maternidad de la protagonista, que poco a poco se vuelve central en la trama. Este deseo, aunque tímido, se convierte en un catalizador para reflexionar sobre el futuro y las nuevas generaciones en un contexto marcado por la incertidumbre y la fragilidad de la existencia.
En resumen
«Clara se pierde en el bosque» es un buen film que se disfruta y tiene la cuota justa de intriga para atrapar al espectador. Está cargado de mucho drama con tintes autobiográficos evidentes, donde se abordan con profundidad temas como el crecimiento personal, la maternidad y la búsqueda de equilibrio en medio del caos interno.
Lo que destaca en la película es su enfoque sensible y equilibrado en torno a la tragedia de Cromañón, que supo imprimir la directora. Aunque la trama hace referencia a este evento histórico, no abusa de él ni se limita solo a eso, sino que lo utiliza como telón de fondo para explorar la compleja vida interior de la protagonista y de la propia directora.