La ley ómnibus que envió el Presidente Javier Milei al Congreso y se está discutiendo en la Cámara de Diputados tiene dentro de sus principales objetivos la desfinanciación de la cultura. El Instituto Nacional de la Música (Inamu), el Fondo Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), y la Ley del Libro peligran en caso de ser aprobada. Otro de los sectores afectados es la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) y por lo tanto estos establecimientos tan necesarios para la cultura argentina como son las bibliotecas.
Argentina cuenta con más de 1500 bibliotecas populares que se ven amenazadas por el mega proyecto de ley. “El avance de esta ley arrasaría con políticas culturales que llevan más de un siglo de vigencia”, señaló Gisela Pérez, representante de la Confederación Argentina de Bibliotecas Populares en su intervención en la Cámara de Diputados.
En la Sección V de la denominada ley “Bases”, los artículos que van del 591 al 599 hablan sobre modificaciones a la Ley 23.351, a través de la cual se financia la CONABIP y, por ende, las bibliotecas populares. Se cambiarían los artículos 5, 6, 7, 8, 9 y 10 de ella.
Pero lo más importante es la derogación del Título IV y del Título V que promueven los artículos 598 y 599, que eliminarían la Junta Representativa y el Fondo Especial para Bibliotecas Populares (compuesto por el 5% de la recaudación del gravamen del impuesto de emergencia a los premios pagados en juegos de azar). Por lo que la financiación vendría exclusivamente del presupuesto asignado por el Poder Ejecutivo.
Poniendo como ejemplo el presupuesto del 2023, sin el Fondo Especial, este hubiese pasado de $1.182.922.000 a $323.101.177. Cabe destacar que el presupuesto de la CONABIP significa un porcentaje ínfimo dentro del gasto del sector público nacional. En 2023 este fue de un 0,0068%, por ejemplo.
¿Qué consecuencia tendría en las bibliotecas populares?
“Un enorme ataque a las bibliotecas, que en su mayoría funcionan también como focos imprescindibles de irradiación de cultura”, señalaron en un comunicado desde la Biblioteca Popular Cornelio Saavedra. Mientras que la CONABIP expresó que “esto impacta directamente en el quehacer cotidiano de las Bibliotecas Populares ya que, de avanzar el proyecto, no se podrán transferir recursos para su funcionamiento”.
La CONABIP fue creada por Domingo Faustino Sarmiento en 1870. Mientras que la ley de bibliotecas populares que establece sus objetivos y funcionamiento y que concibió el Fondo Especial para las Bibliotecas Populares fue sancionada el 7 de agosto de 1986.
Hay que repetir que el dinero del Fondo Especial no proviene de ningún sector de la sociedad, sino que es el gravamen sobre los impuestos a los premios efectivamente pagados en los juegos de azar. “No le saca plata a ningún vecino”, destacó Gisela Pérez, representante de la Confederación Argentina de Bibliotecas Populares en el plenario de comisiones en Diputados. Y luego agregó que “el 96% del fondo especial es destinado al otorgamiento a beneficios directos a bibliotecas populares reconocidas por la CONABIP”.
En las bibliotecas este dinero se distribuye de esta manera: línea de financiamiento para que las Bibliotecas Populares abran sus puertas todos los días, para subvencionar, entre otras cosas, gastos de luz, gas, internet, limpieza, alquiler; compra de libros; líneas de financiamientos para proyectos de las bibliotecas; capacitaciones; bibliomóviles; y actividades culturales.
Pérez también explicó lo que sucedería en caso de que se elimine la Junta Representativa: “Los gobiernos provinciales y las federaciones de bibliotecas no van a tener representantes en la comisión que den cuenta de las realidades en el territorio. Es un ataque a la participación de las provincias en la definición de políticas y distribución de recursos”.
Por esas razones, Pérez le pidió a les diputades que “no sean cómplices de este aniquilamiento y destrozo a instituciones que con mucho sacrifico levantamos y potenciamos en nuestras comunidades: en mula, a pie, en lancha, en bici, por los distintos lugares de la Argentina, en las villas, en los barrios populares, en las montañas, en contextos de encierro, en los parajes, en los pueblos, en las ciudades, en las islas y en cada rincón de nuestra república en donde si no hay una biblioteca popular no se accede a un libro de calidad”.
La importancia de las bibliotecas populares se puede encontrar en los apoyos y adhesiones que recopiló la Biblioteca Popular Cornelio Saavedra, tanto de especialistas como de vecinos, y también en esta frase con la que cerró Gisela Pérez su intervención: “Claro que necesitamos el pan sobre nuestras mesas, pero también necesitamos de nuestros libros, de nuestras bibliotecas para ser una Argentina mejor y más igualitaria”.