El Festigráfico Matancero, el evento autogestivo que reúne artistas grafiques de La Matanza y otros centros urbanos, celebró su volumen 8 en el Centro Cultural Aura Urantia el pasado sábado 23 de diciembre. El festival cuyo objetivo es unificar y “atrincherarse” ante las adversidades de la ultraderecha en estos tiempos complejos, contó con una gran concurrencia.
La cita fue en el centro cultural y recreativo ubicado en Monseñor Marcón 3655, en el centro de San Justo, de 16 a 22. Nota al Pie estuvo presente y pudo conversar con Silvina “Vina” Rosales, ilustradora autodidacta, estudiante del profesorado de la Escuela Leopoldo Marechal y emprendedora autogestiva.
Según la artista, se llenó de “muchas personas que nunca habían asistido”. Rosales organiza el festival desde sus inicios, junto a su compañera Mariana Coria.
La fecha original de la octava edición era el sábado 16 de diciembre. Hubo que reprogramar por pronóstico de lluvia, por lo que varies artistas tuvieron que darse de baja por otros compromisos. Pese a los contratiempos, según Vina, en esta oportunidad el verdadero triunfo fue la gran convocatoria. “Pasaron unas 200 personas en el transcurso del día…todos los proyectos vendieron bastante bien, siendo también fecha de fiestas, Navidad…fue bastante grato, positivo”, señaló la artista.
¿Qué es el Festigráfico Matancero?
Se trata de una fiesta, hecha “a pulmón”, según Vina, que se hace dos veces al año y nuclea y reivindica la calidad de diferentes ramas del arte gráfico impreso de un territorio tan grande y vasto como el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Es un evento que aborda fanzines, cómics, editoriales independientes, ilustraciones, stickers, fotografía, xilografía, grabado, como así también la prosa y poesía.
El Festigráfico cuestiona por qué les artistas del conurbano son siempre quienes tienen que trasladarse a la capital. Desde la autogestión, aporta a la construcción y apropiación de espacios donde les artistas trabajen de manera colectiva. A la vez, expande el circuito gráfico y proporciona herramientas y conocimientos a quien le interese el arte visual.
Para Vina, son “una trinchera gráfica” que sostiene un proyecto autogestivo para las nuevas generaciones de jóvenes que dudan de si meterse o no en el arte de la historieta y de la ilustración.
“Cuando vean gente que lo logra todos los días un poquito más…más allá de lo que vas a vender…es eso el Festigráfico, una fiesta, una juntada de amigues en donde nos conocemos, vamos a interrelacionarnos”, expresó la artista.
Un popurrí de actividades artísticas
Como ocurre en cada edición, el Festigráfico ofrece todo lo que hay en CABA, pero en La Matanza. Más allá de la feria en cuyos los stands se puede comprar todo tipo de pieza de arte visual, hubo talleres, charlas, instalaciones, un momento de pegatina colectiva y un cierre musical.
En esta ocasión, se destacó la demostración de cianotipia, llevada a cabo por Martina Kush, de Ramos Mejía. Se trata de un proceso fotográfico alternativo del siglo XIX, bastante económico y sencillo. Durante la charla y la demostración, Martina habló sobre materiales, procesos de trabajo y resultados.
Con la charla de Máximo Pagano, un profesor muy querido de la escuela, llegó un momento muy emocionante para varies de las participantes que estudian en la Leopoldo Marechal.
Fue una charla donde hubo mucha interacción y hubo muchas preguntas. El profesor presentó un nuevo fanzine llamado Subartistas, que habla desde la metáfora sobre “le artista emergente eterne”, en palabras de Vina.
Le subartista “no busca pegarla, sino que hace por el simple hecho de hacer y querer sostenerse dentro de une”, expresó la organizadora del evento. Se trata de una metáfora de le artista que busca ganarse un espacio, subsistir y crear más allá de la economía, de los cambios socioculturales y políticos y del canon del arte hegemónico.
Otro fanzine cuya presentación hizo mucho eco en les asistentes, fue El malestar del estudiante terciario, de Maite. Para Vina, trata un tema invisibilizado: el de la salud mental de les estudiantes y cómo se conlleva el cuidado y el momento de ansiedad de los finales y los parciales.
Entre otras actividades, hubo una performance crítica a cargo de Murga, que abordó la cosificación de las personas. Además, se llevaron a cabo las lecturas de mini narraciones eróticas sobre historias de gente común, de Michi Love y Caro Rossi.
Ambas actividades tuvieron bastante concurrencia. Según Vina, “estos espacios son una parte importante del evento, ya que permiten que personas se encuentren, dialoguen, o simplemente escuchen otras realidades”.
Un evento con mucha humanidad
Silvina Rosales señaló que lo más destacado del Festigráfico es que “más allá de que sea una feria, se generan nexos, ranchadas, charlas entre les participantes”. El evento se trata de compartir un mate, una cerveza, una galletitas.
Se trata de un espacio que invita a conectar con le otre y “dar lugar al diálogo, contar y escuchar las problemáticas y proyectos de cada espacio cultural”, y “eso es lo que me llena de felicidad y de orgullo”, expresó la artista.
El Festigráfico es un proyecto humano, independiente, dinámico y colectivo en el que la cooperación y la horizontalidad lo son todo. Todes participan de igual a igual, colaboran e intercambian ideas y críticas, sin importar la procedencia o dónde han hecho exposiciones.
Para Vina, el evento supone “una unión de almas gráficas y no gráficas” y el evento tuvo su cierre con el reflejo de esa frase. El final fue invadido por la música en vivo con temas muy emocionantes, una comida compartida y cervezas.
El próximo Festigráfico
La próxima edición será en abril de 2024 en la Escuela Leopoldo Marechal. Más cerca de la fecha, ya habrá más información en el perfil de Instagram del festival, @festigráficomatencero.
“El próximo lo hacemos en la escuela de arte. Va a estar exaltadísimo porque es la meca, donde está el nexo entre les estudiantes de escuela y la gente que viene de afuera, la idea que tuve desde el comienzo. El objetivo era eso, unificar, y se está concretando”, indicó Silvina.