Entre todas las buenas cosas que puede entregar el fútbol, hay un aspecto con el que nadie quiere encontrarse: el descenso. En ese sentido, se cumplen 40 años de la primera y única pérdida de la categoría de Racing Club, situación que modificó el andar de la institución de Avellaneda hasta tiempos modernos.
Un 18 de diciembre de 1983 se sacudió por segunda vez el fútbol argentino con el descenso de la “Academia” a la B Metropolitana, dos años antes San Lorenzo sufrió la misma situación. En aquel entonces, muchos factores repercutieron en el destino del cuadro albiceleste, desde lo institucional hasta lo económico; pero lo deportivo resonó más fuerte. Para lograr la salvación en la anteúltima jornada, Racing debía ganar su correspondiente partido como local.
No obstante, el dueño de casa, que tuvo solo un sector habilitado en aquella jornada, cayó 4-3 ante Racing de Córdoba. Más allá de la derrota contra su par cordobés, jugó mano a mano con Temperley la posibilidad de descender. Si el “Gasolero” no ganaba, Racing se mantenía en la élite del fútbol nacional; pero una sorpresiva victoria ante River enmudeció el “Cilindro”. Como si fuera poco, Independiente se consagró campeón de ese campeonato.
Los primeros pasos detrás del histórico descenso
Entre 1977 y 1978, Racing se salvó del descenso y hasta 1980 no estuvo a la altura del fútbol nacional. En 1981, la Academia formó un interesante y llamativo plantel, que entregó buenos partidos pero que aún le faltaba la estocada final para pelear por el título. Con Santiago Saccol como máximo mandatario, quien le brindó su ciclo más exitoso dos décadas atrás, el aspecto económico del club era deplorable.
La institución tuvo el estadio clausurado por dificultades edilicias y comenzó a sufrir los contratos en dólares, donde Saccol no supo enriquecer el capital del club. Con importantes ventas a bajos costos, Racing apenas sobrevivió en el Nacional de 1981 y para 1982, perdió las grandes estrellas que forjaban su esperanza deportiva. En su lugar quedaron varios juicios laborales y refuerzos sin renombre dentro del fútbol doméstico.
El Metropolitano de 1982 fue todo un infierno para Racing, con un plantel que no cobraba, ganó su primer encuentro en la fecha 12 por 2-1 ante Platense en La Bombonera. Con un cambio de entrenador a mitad del torneo y un esquema de marca personal constante, se salvó del descenso por poco. En enero de 1983, con dos fechas de antelación, se impuso en un mano a mano por la categoría por 5-3 frente a Sarmiento de Junín.
Varios cambios que no encaminaron el rumbo
La campaña de la desgracia deportiva comenzó con la elección de Enrique Taddeo como nuevo presidente. Mientras la Comisión Directiva intentaba apaciguar los problemas económicos, el equipo tuvo un buen inicio en el campeonato. Accedió a los cuartos de final, instancia que no alcanzaba desde 1979, pero cayó ante Estudiantes de La Plata, futuro campeón.
En tanto, en mayo de 1983 un equipo alterno de juveniles se consagró campeón del Torneo Proyección 1986; situación que provocó un conflicto con los jugadores profesionales. Además, un nuevo concepto generó mucha incertidumbre y miedo en los pasillos del club: promedios. Los descensos de ese certamen decantaron por ese camino y con los dos últimos torneos, donde Racing fue una sombra en 1982.
Con el objetivo de remontar la pésima imagen del equipo, el club contrató cuatro jugadores de Loma Negra, uno de los mejores planteles del campeonato anterior. Incluso, el técnico Rogelio Domínguez apartó a algunos juveniles que pusieron el alma la temporada pasada. Tras varios resultados poco optimistas, Domínguez dejó el cargo en la quinta fecha, y Racing quedó último en la tabla de posiciones y promedios.
Como sustituto, Taddeo contrató a Juan José Pizzuti, quien debía comandar un equipo sin su máxima estrella, Gustavo Costas, por una lesión en el tendón rotuliano derecho. El arribo del “Mago” era esperanzador para les simpatizantes pero ante una imponente necesidad de resultados, su inicio fue con el pie izquierdo. La primera mitad finalizó con una dolorosa caída en el clásico ante Independiente, aunque en ese punto, Nueva Chicago y Temperley estaban debajo en los promedios.
Un desenlace inevitable
La segunda ronda comenzó con un triunfo contra Newell’s, lo que levantó las esperanzas y permitió regresar al Cilindro, tras la clausura, con mucho más optimismo. Entre resultados dispares y diversos cuestionamientos contra algunos jugadores, llegó el temido mes de diciembre. Con el “Torito” casi descendido, Racing tuvo varios rivales directos, incluso el mismo Racing y sus propios miedos.
Luego de una suspensión ante Ferro, la Academia debía ganarle a Huracán para aspirar por la salvación; pero un traspié provocó que los hinchas se fueran antes del estadio. Una posterior victoria sobre Instituto de Córdoba trajo un poco de aire, aunque la derrota siguiente contra San Lorenzo, recién ascendido, pinchó otra vez el globo. Incluso, el temor creció con el triunfo de Nueva Chicago sobre River y el de Temperley ante Newell’s.
La desesperación siguió con la reanudación del cotejo contra Ferro, quien ganaba 1-0 a falta de 15’ para el final, cuando un proyectil impactó contra un juez asistente. Es esa continuación, Racing logró la hazaña y empató el partido. La trasantepenúltima fecha fue para el infarto con una igualdad sobre la hora de Unión de Santa Fe en Avellaneda, sumada a un empate del “Celeste” y un triunfo de los de Mataderos.
A una fecha para el cierre del campeonato, llegó el enfrentamiento entre las dos academias, donde la cordobesa revirtió el resultado en el segundo período. En simultáneo, Temperley igualaba sin goles ante River, pero Néstor Scotta, ex goleador de Racing entre 1973 y 1976, marcó el gol del triunfo y sentenció el descenso del cuadro de Avellaneda. Con tiempo para el descuento que selló el 4-3 final, los minutos finales transformaron el Cilindro en una zona de guerra entre les hinchas y la policía.
Una actualidad que arraigó las consecuencias
Tras el descenso, Racing debió enfrentar a Independiente en la última fecha pero presentó su Reserva como testigo de la consagración del “Rojo”. La mayoría de los jugadores de renombre decidieron desvincularse de la institución tras perder la categoría y no dieron la cara en la tercera vuelta olímpica del “Rey de Copas” ante su eterno rival.
La pesadilla de Racing perduró por dos temporadas, cuando regresó en 1985 y solo cinco jugadores vivieron esa dolorosa transición: Costas, Jorge Acuña, Carlos Caldeiro, Miguel Ángel Wirtz y Félix Orte. El autor de esa proeza fue Basile, quien con el tiempo se volvió otro gran ídolo de la institución. Incluso, el club pudo haber ascendido en la primera temporada, pero perdió la final del reducido ante Gimnasia de La Plata y, por ende, el segundo ascenso.
Una vez concretado el regreso a la Primera División, las estadísticas de Racing sufrieron un importante declive. Antes del descenso obtuvo 32 títulos, contra 7 desde entonces; mientras que logró 36 victorias ante Independiente previo a 1983 y 18 posteriores a esa fecha. Con diversos ídolos y estrellas en tiempos modernos, no asentó un equipo que ilusione en más de una ocasión y en la actualidad está en medio de la asunción del nuevo técnico.
De cara al 2024, la dirigencia contrató el apellido que reemplazará a Sebastián Grazzini, quien estuvo como interino tras la salida de Fernando Gago. En ese sentido, hubo muchas alternativas sobre la mesa y ciertas discusiones por la elección final. Asimismo, el elegido fue Gustavo Costas, aquel jugador que puso el pecho en el peor momento del club. El DT de 60 años tendrá su tercer ciclo en la institución, tras su debut como profesional en 1999-2000 y su regreso en 2007.