Sigue en cartel el impactante documental del grupo Cine Insurgente llamado «No son 30 pesos«, bajo la dirección de Fernando Krichmar Porto y la concreta producción de Alejandra Guzzo y Javier Díaz. La película, gestada a partir de la original idea de reflexión, entrelaza los testimonios de veteranos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) con la representación ficcionada de jóvenes actores. Este híbrido cinematográfico busca desentrañar los motivos que llevaron a la toma de armas hace tres décadas, así como la indiferencia de las nuevas generaciones hacia aquel período democrático. Esta semana hasta el miércoles 20 hay funciones a las 18, (excepto martes 19 que no hay función) en el Cine Gaumont, Rivadavia 1635, CABA.
Krichmar, el cineasta argentino, especialista en documentales desvela un capítulo desconocido entre Argentina y Chile en esta impactante producción. Nota al Pie dialogó con él para conocer cómo armó este documental y sus planes futuros.
¿Cómo surgió la idea de realizar el documental «No Son 30 Pesos”?
Conocemos la experiencia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y la resistencia armada a la tiranía de Pinochet desde el 86 maso cuando en Rosario cobijamos a algunos que salían del país luego del fracaso de la operación Siglo XX y más tarde del escape de la cárcel pública, entre otras acciones. Luego ya sin ser “militantes” colaboramos con el pedido de refugio y la oposición a la extradición de algunos de ellos que viven acá.
¿Cuál fue la motivación detrás del proyecto?
Originalmente visibilizar esta situación de que están aún perseguidos en Chile algunos de quienes enfrentaron al tirano Pinochet pero la realidad nos terminó imponiendo, a partir de la consigna que dio origen a la rebelión de 2019 “No son 30 pesos son 30 años” que terminó con su masividad acabando con el gobierno neoliberal y represor de Pyñera a ligar aquellas luchas con las actuales
El documental aborda una fusión entre documental y ficción. ¿Cómo decidiste utilizar esta técnica y qué desafíos presentó durante la producción?
Es una manera interesante en generar un diálogo intergeneracional no sólo de persona en persona sino entre dos “espíritus de época” casi opuestos. El intercambio generado a veces es más rico que la “actuación” además de anclar la peli en lo “documental” A nivel producción tuvo mil desafíos ya que el cambio no favorecía pero los “coproductores” de hecho fueron los mismos ex presos políticos que pusieron todo de si a disposición de la peli.
¿Qué tipo de investigación previa se realizó antes de iniciar la filmación y cómo afectó esto a la dirección del documental?
Se entrevistó a muchas personas y se trabajó el guión con participantes de la experiencia, como ya explicamos, el último día de rodaje estalló la rebelión y su devenir encajó perfectamente con la peli ya que la consigna “no son 30 pesos son 30 años” era prácticamente ya el subtexto de lo filmado.
Se menciona la influencia del estilo narrativo de Pino Solanas en varias reseñas. ¿Cómo influyeron otras obras cinematográficas en la concepción y dirección?
Somos “hijos” de Birri y la escuela de Santa Fe, de Pino, Getino y Cine Liberación y fundamentalmente de Raymundo Gleyzer y Cine de la base. Solo nos diferencia que pudimos acceder con mucha lucha a pequeños subsidios estatales sin condicionamientos, ellos se movieron en la semiclandestinidad y abrieron un camino combativo a nuestro cine documental
¿Podes compartir algún momento destacado o desafío durante el proceso de filmación que te haya dejado una impresión duradera?
En el momento de la cárcel con más de 100 extras había una larga fila y la idea era filmar la requisa a los personajes que venían de afuera y cortar a la gente acomodada en el patio, pero demoramos la orden de cortar y fueron pasando todos, los 100 a que se los revisé y fue muy fuerte como se notó que revivían esta experiencia y “entraban” en personaje con tremenda fluidez y emoción
El documental aborda eventos sociales significativos en Chile. ¿Cómo crees que la película puede contribuir a la reflexión social y política?
Confiamos que sí, esperemos el estreno en Chile, acá hasta ahora hubo muy buena recepción.
¿Hay planes para futuros proyectos relacionados con la historia contemporánea de América Latina?
La próxima peli será sobre el origen del cine en Latinoamérica desde nuestro punto de vista, se llamará “El canto de Gallo” por mi bisabuelo, Mario Gallo, que fue el primer director de cine argentino, ya está filmada en parte, pero hay varios otros proyectos en etapas más iniciales.
Reflejos del pasado y el presente
En los años 80, Fernando Krichmar, hoy director y antiguo militante, narra en esta película su propia mirada de cómo su partido acogió a fugitivos de la dictadura de Pinochet, destacando la escasa cobertura mediática entre Argentina y Chile. La narrativa refleja momentos tensos y violentos, evidenciando la desigual batalla entre opresión y resistencia. La persecución persiste, y la ONU reconoce a los exiliados como refugiados políticos, dando a conocer un pasado oscurecido y revelando la complicada relación entre dos naciones vecinas.
La maestría cinematográfica de Krichmar ofrece una visión crítica y reflexiva de la historia reciente, trascendiendo fronteras. En este documental, el experimentado documentalista hace un trabajo detallado y emocional, donde se destaca la fusión entre recreación y testimonio genuino, similar a su trabajo anterior en «Seré Millones«. Y el resultado final de su trabajo como director demuestra que cuenta con una gran habilidad detrás del ojo de su cámara, al fusionar la meticulosa investigación con un estilo narrativo influenciado por Pino Solanas. Al retomar una fórmula previa, incorpora elementos de ficción para proporcionar al espectador una comprensión más profunda de la complejidad abordada mediante el lenguaje cinematográfico.
Además, la trama tomó un giro inesperado cuando, en la fecha de partida de la filmación en el pintoresco país andino, estalla un levantamiento social debido al aumento de 30 pesos en el metro público. Una revuelta encabezada por jóvenes estudiantes, quienes, al grito de «No son treinta pesos, son treinta años«, desafiaron los molinetes sin pagar. Este episodio reconfiguró la dirección original del documental, resaltando que la historia de los pueblos no debe pasarse por alto. La película, con actores compartiendo escena con los auténticos protagonistas y sobrevivientes perseguidos, evidencia la persistencia de la lucha, incluso tras tres décadas de democracia en Chile.