María Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo, más conocida como Mariquita Sánchez de Thompson, nació el 1 de noviembre de 1786. Si bien su historia es conocida porque en su casa se entonó el Himno Nacional por primera vez, fue mucho más que eso: participó de los acontecimientos políticos y literarios de aquellos años, defendió la patria, la igualdad y los derechos de la mujer.
Era la única hija de don Cecilio Sánchez de Velazco y de doña Magdalena Trillo y Cárdenas, viuda de un poderoso comerciante llamado Manuel del Arco, cuya fortuna heredó Mariquita. Su pasar económico hizo que recibiera una buena educación y aprendiera cultura general, artes, música, idiomas y buenos modales.
Tras una vida llena de militancia, Mariquita murió el 23 de octubre de 1868. Juan Bautista Alberdi escribió sobre ella: “Fue la personalidad más importante de la sociedad de Buenos Aires, sin la cual es imposible explicar el desarrollo de su cultura y buen gusto”.
El 25 de mayo de este año salió a la luz el film Mariquita, mujer revolución, dirigido por Sabrina Farji. Además de preguntarse quién fue, el documental busca, a través de entrevistas, cuestionar por qué sabemos tan poco sobre ella.
Algo más que aportar su casa
Mariquita fue ganando popularidad en los círculos de intelectuales a través de las tertulias que realizaba en su casa. Allí se relacionó con representantes de la Generación del 37, el movimiento intelectual que fundó el Salón Literario en Buenos Aires, al que adhirieron personalidades como Domingo Sarmiento, Esteban Echeverría, Bartolomé Mitre, entre otros.
Hay quienes aseguran que, también en su casa, ella misma interpretó el Himno Nacional Argentino por primera vez. En esas reuniones, además, hombres como Juan Martín de Pueyrredón, Nicolás Rodríguez Peña y Carlos María de Alvear, entre muchos otros, conformaron alianzas políticas que definirían el futuro de la patria.
Años más tarde, si bien desde pequeña había tenido una buena relación con Juan Manuel de Rosas, los intelectuales con quienes se rodeaba en las tertulias fueron en gran medida opositores. Tal es así que en 1837 debió exiliarse en Uruguay, desde donde continuó escribiendo. A su vuelta, participó de la sociedad de beneficencia y continuó luchando con un espíritu independentista, feminista y liberal.
Revelarse en el siglo XIX
Mariquita no solo opinaba sobre la situación del país, sino que tomaba decisiones en cuanto al amor, algo que no era propio de las mujeres de aquella época. Tenía catorce años cuando se enamoró y se comprometió con su primo, Martín Thompson.
En ese momento regía la Real Pragmática, la cual establecía que los hijos de blancos menores de 25 años solo podían casarse si contaban con el consentimiento de sus padres.
Esa no era su situación, dado que sus padres deseaban casarla con un comerciante adinerado. Para lograr su propósito, lo que hizo la joven fue llevar adelante un juicio de disenso. Además Mariquita le escribió una carta al virrey Sobremonte contándole su caso.
“Excelentísimo Señor: Ya llegado el caso de haber apurado todos los medios de dulzura que el amor y la moderación me han sugerido por espacio de tres largos años para que mi madre, cuando no su aprobación, cuanto menos su consentimiento me concediese para la realización de mis honestos como justos deseos; pero todos han sido infructuosos, pues cada día está más inflexible. Así me es preciso defender mis derechos: o Vuestra Excelencia mándeme llamar a su presencia, pero sin ser acompañada de la de mi madre, para dar mi última resolución, o siendo ésta la de casarme con mi primo, porque mi amor, mi salvación y mi reputación así lo desean y exigen”.
Fragmento de la carta de Mariquita al virrey
Luego del juicio logró su matrimonio, fruto del cual nacieron Clementina, Juan, Magdalena, Florencia y Albina. Luego, tras la muerte de Thompson en altamar en 1819, Mariquita volvió a casarse con el francés Washington de Mendeville. Con él tuvo tres hijos: Julio, Carlos y Enrique.
Mujeres invisibilizadas por la historia
Campesinas, indígenas, aristócratas, artistas, y muchas mujeres más, participaron de la historia de nuestro territorio pero durante años no aparecieron en los libros de historia. Sin embargo, desde hace algunos años se ha comenzado a dar voz a algunas de ellas y a sus vivencias.
Al respecto, el historiador Felipe Pigna aseguró que aunque muchas mujeres tuvieron roles determinantes y activos “se les terminó asignando lugares secundarios en la historia”.
Además, remarcó que, en los relatos históricos, “siempre se las pone como anfitrionas, las que ponían la mesa y atendían pero no eran solo eso”.
En la misma línea, el historiador rosarino Carlos Pistelli, afirmó que “la historia de nuestro continente, un poquito menos nuestro país, es machista”. Del mismo modo, Pistelli explicó que “no solo faltan las mujeres en la historia, faltan los pueblos que la realizaron”. En ese sentido, agregó: “San Martín y Belgrano son héroes, sin dudas: faltan los pueblos que los eligieron como tales”.